Cuando el pasado 23 de abril, Día del Libro, leí el artículo publicado por el colaborador de El Cultural, Ignacio Echevarría, vislumbré de repente la esencial futilidad de los esfuerzos humanos y la apabullante tarea que nos ha sido asignada. No sólo se trata de decir y mostrar, contar y dar cuenta de nuestras ocupaciones, sino de repetirnos hasta la saciedad, insistir y reiterarnos con redundancia hasta que el fin de los tiempos se desplome sobre nuestra cabeza.
Con lógica irritación el articulista se preguntaba: “¿quién demonios está detrás del Premio Formentor?”
Parece evidente que escribir cada semana un artículo deja poco tiempo para buscar la información que esperan los lectores. Y resulta comprensible que en semejante estado de agotamiento no le hayan bastado al articulista once años para averiguar lo que sucede en Formentor. Con el fin de reparar las ausencias, omisiones y descuidos del articulista pongo a disposición del lector la breve sinopsis de este episodio de la historia cultural europea.
“¿Quién demonios está detrás del Premio Formentor?”
Es bien sabido que detrás del Premio Formentor no hay nadie. Todos los que están, están delante y con su rúbrica. Simón Pedro Barceló y Marta Buadas —en nombre de la Fundación Formentor— lo entregan cada año al autor galardonado. Como presidente del jurado soy yo el encargado de leer cada año el acta que declara los motivos de la elección. Durante estos once años han sido cuarenta los hombres y mujeres de letras —escritores, académicos, editores y críticos literarios— que han contribuido con su juicio, experiencia y buen criterio a las deliberaciones del jurado.
Cada año se dedica un número de Carnets de Formentor a glosar los méritos literarios del autor premiado. Estos ensayos hilvanan los motivos, argumentan las razones y expresan la responsabilidad intelectual asumida por los miembros del jurado. Al Comité de Honor del Premio Formentor pertenecen además tres destacados representantes de la escuela editorial europea: Antoine Gallimard, Roberto Calasso y Jorge Herralde.
No parece que en esta extensa comunidad cultural se dibuje algún parentesco con los demonios que atormentan al articulista. Y sin embargo podemos ver en su frase algo todavía más inquietante.
“¿Quién demonios está detrás del Premio Formentor? Me dicen que dos familias de hoteleros…”
La historia de Formentor comenzó en 1931 cuando el hotelero y poeta argentino Adán Diehl construyó en la costa mallorquina el legendario hotel y lo inauguró convocando la Semana de la Sabiduría que presidió el Conde de Keyserling. A esta inspirada iniciativa se sumó treinta años después el hotelero Tomeu Buadas, que acogió las Conversaciones Poéticas organizadas por Camilo José Cela y el Premio Formentor creado por Carlos Barral, Einaudi, Gallimard, Rowolth… y otros colegas del mundo editorial.
Cincuenta años después, en el 2011, el hotelero Simón Pedro Barceló restauró la convocatoria del Premio Formentor y auspicia desde entonces las Conversaciones Literarias entre los más de trescientos escritores, poetas, ensayistas, artistas y actores que han pronunciado en los jardines de Formentor sus memorables intervenciones. Los mismos jardines en donde en plena pandemia se encontraron los editores independientes para redactar su reciente Declaración.
No es frecuente que el relato literario de unos hoteleros se sostenga durante tanto tiempo (¡90 años!) y sorprende que pese a las interrupciones se mantenga viva la entusiasta celebración de las bellas letras. El aura de este hotel literario incita asombradas meditaciones sobre la predestinación de un lugar, la belleza del paisaje y la casualidad que reúne a los hombres. Con resignación debo aceptar que al articulista se lo lleven los demonios cuando confiesa no saber nada del asunto. Pero confío que el rapto no dure mucho y algún día pueda leer ya sin prisas, como creíamos, los libros que han editado los propietarios de este legendario hotel literario.
Aunque si el articulista no tuviera tiempo puedo sugerir al lector, al desocupado lector, que vaya directamente al libro Prix Formentor (2020) y vea en sus páginas la historia del premio, los discursos leídos por los escritores galardonados —incluido el de nuestro querido Alberto Manguel— y las actas firmadas por los jurados. En el libro rojo de Formentor el lector verá escenificada la filosofía de nuestro Premio. Un galardón que se concede a la trayectoria de toda una vida y se convoca para rendir tributo a las obras maestras, alentar la intrépida lucidez de la conciencia artística, fomentar el buen gusto, la certeza de lo excelente, la elegancia cultural y la energía creativa de la imaginación literaria.