En los últimos años, el panorama literario español se ha enriquecido con obras en las que se analizan las relaciones paternofiliales. La lista es amplia y en ella abundan trabajos de extraordinaria calidad estética y profundidad psicológica que responden al modo autoficcional. Tal vez fue Marcos Giralt Torrente el que inició esta tendencia con la extraordinaria Tiempo de vida en 2010, y desde entonces los títulos han ido aumentando. Baste recordar la aclamada Ordesa (2018) de Manuel Vilas o la exquisita No entres dócilmente en esta noche quieta (2020) de Ricardo Menéndez Salmón. La distancia que nos separa, de Renato Cisneros (Lima, 1976), forma parte del género.
La novela recupera la vida del general peruano Luis Federico Cisneros Vizquerra, un militar controvertido y de identidad múltiple cuya verdad profunda trata de componer su hijo. Chucho para sus padres, Fredy para sus hermanos, Lucho para su primera esposa, General para sus allegados en el ejército, viejo para su segunda mujer, papá para sus hijos… ¿Quién fue, en realidad, el hombre que se escondía detrás de todos estos pseudónimos? ¿Y cómo influyó una personalidad tan compleja en la forma de ser de su hijo, el escritor Renato Cisneros?
El narrador busca restaurar un carácter de múltiples facetas al que él mismo ha mirado desde diferentes puntos de vista. Ha sentido orgullo de él, se ha erigido en su defensor, se ha aprovechado de su popularidad y se ha visto abrumado por la culpa al indagar sobre su figura, al ser consciente de que defendió la pena de muerte y al vislumbrar su posible participación en hechos no solo éticamente reprobables sino incluso delictivos.
Valiente y sin miramientos, Cisneros indaga aquí en la compleja figura de su padre para exorcizarlo
Porque Cisneros Vizquerra fue ministro del Interior y ministro de Guerra del Gobierno peruano, amigo de dictadores y de represores que cometieron crímenes de lesa humanidad, opositor de gobiernos y combatiente contra organizaciones terroristas de extrema izquierda. También fue objeto de fraude electoral, sufrió prisión por sus actos y padeció un cáncer que terminó con su vida en 1995, una muerte que hizo comprender a su hijo la gravedad de las circunstancias.
El libro trata, pues, el tema de la búsqueda del padre aunque, dada la naturaleza excepcional del General, hay una parte importante de rastreo social y político. La obra brilla con luz propia cuando refleja el contenido íntimo de los individuos y revela las contradicciones tanto del progenitor como del hijo dentro y fuera de una relación fundamentalmente humana. Es, por ello, una narración híbrida entre lo personal y lo público, entre lo ficcional y lo real; un relato valiente y sin miramientos, un texto catártico que, como muchos, aspira a descubrir la figura paterna para exorcizarla.