Con un intento de suicidio a sus espaldas y condenada por una tentativa de asesinato, María Luisa Bombal vivió su vida como su literatura, entre la realidad y lo sobrenatural. Amiga de Pablo Neruda, Federico García Lorca, Gabriela Mistral o Jorge Luis Borges fue el propio García Márquez quien la consagró como “la adelantada de lo que se ha dado en llamar el realismo mágico”. Aunque olvidada e ignorada durante algún tiempo, en su obra exploró el mundo interior femenino y el deseo con una de las voces más originales y únicas de las letras hispánicas. Admirada por Carlos Fuentes o Juan Rulfo, que siempre reconoció la influencia que la escritora chilena había tenido en su obra, Seix Barral publica ahora toda su obra narrativa en un único volumen que incluye sus dos novelas: La última niebla y La amortajada; y sus relatos: El árbol, Trenzas, Lo secreto, Las islas nuevas y La historia de María Griselda, además de textos de Borges, Lucía Guerra y José Bianco y una entrevista a la escritora.

Procedente de una familia de la alta burguesía, de origen alemán por parte de madre, María Luisa Bombal (1910-1980) vivió su infancia entre su Chile natal y París, a donde se trasladó junto a su madre y sus hermanas tras la muerte de su padre en 1920. Creció escuchando los cuentos de Hans Christian Andersen y de los hermanos Grimm, que su madre traducía directamente del alemán al castellano, y ya con ocho años escribió sus primeros poemas. De formación francesa, estudió literatura en la Universidad de la Soborna. Fue allí donde inició sus primeros contactos con las obras de Pascal, Valéry, Baudelaire, Verlaine o Rimbaud, que más tarde influirían en su escritura.

Aunque su vocación fue siempre literaria, durante algún tiempo flirteó con el teatro y estudió arte dramático con Charles Dullin. Sin embargo, aquello no entusiasmó a su madre, recelosa de la vida bohemia de las artes escénicas, que la obligó a abandonar París y regresar junto a ella a Chile en 1931. Allí, entró en contacto por primera vez con Marta Brunet, Pablo Neruda y Julio Barrenechea y conoció a su primer amor, Eulogio Sánchez, un pionero de la aviación civil chileno con quien mantuvo un intenso pero breve romance. Aquello le marcó de tal manera que Bombal, que nunca aceptó del todo la ruptura, tras una velada social en su apartamento, subió hasta su dormitorio, sacó el revólver que él guardaba en su escritorio y se disparó en el hombro izquierdo en un intento frustrado de suicidio.

Escritora de excepción

Tras aquel trágico suceso, en septiembre de 1933, su madre la envió a vivir con Pablo Neruda y su mujer María Antonieta Hagenaar a Argentina. En Buenos Aires, y ya de la mano del poeta chileno, la escritora empezó a moverse en los altos círculos intelectuales del que formaban parte Borges, Raúl González Tuñón, Oliverio Girondo o Conrado Nalé Roxlo. “Considerábamos que un escritor era un ser de excepción, un ser maravilloso, como persona, como cabeza y como corazón —afirmó en la entrevista realizada por Lucía Guerra y Martín Cerda en 1979 que Seix Barral recupera para la ocasión—. No nos importaban las faltas que teníamos, y las peleas no eran peleas, eran discusiones sobre literatura”.

“El día que Lorca partió estaba muy triste y yo le pregunté: “Pero, Federico, ¿no estás contento de regresar a tu tierra?”, y él me respondió: “No, chica, allá van a pasar cosas terribles”, Bombal.

Fue en aquella época cuando –a través de su marido por entonces, el escenógrafo argentino Jorge Larco, cuyo matrimonio duraría apenas unos meses–, conoció también a Federico García Lorca que había viajado hasta Argentina para estrenar algunas de sus obras teatrales. “Estuvo como un año en Buenos Aires, después se fue y esa fue su muerte. Cuando partió, fuimos todos a dejarlo, y cuando el barco se alejaba, gritábamos: “¡Federico! ¡Federico! ¡Federico!”. Él presentía su muerte, el día que partió estaba muy triste y yo entonces le pregunté: “Pero, Federico, ¿no estás contento de regresar a tu tierra?”, y él me respondió: “No, chica, allá van a pasar cosas terribles”.

En 1934, con 24 años, Bombal publicó su primera novela, La última niebla. Inspirada en su propia historia de amor frustrada con Eulogio Sánchez, esta obra es considerada hoy “uno de los hitos más importantes de la narrativa escrita por mujeres latinoamericanas”, en palabras de la escritora y crítica chilena Lucía Guerra. En ella, con un lenguaje poético, “la protagonista es agente activo y sujeto del deseo, una subjetividad deseante que describe, por primera vez, en toda la narrativa latinoamericana, el orgasmo sexual desde una perspectiva femenina”, sostiene la académica. Escrita en la cocina de la casa de Neruda codo con codo, mientras él también remataba los versos de Residencia en la tierra, cuando Bombal le envió un ejemplar de aquella novela a España, el poeta le escribió: “He hecho una fiesta y han venido Federico, Aleixandre y todos los amigos, y hemos celebrado tu libro”.

La "triste magia" que impresionó a Borges

Cuatro años después, en 1938, publicó su segunda novela, La amortajada, la historia sobre una mujer muerta que podía ver, oír, sentir y recordar su vida. “Borges me dijo que ésa era una novela imposible de escribir porque se mezclaba lo realista y lo sobrenatural, pero no le hice caso y seguí escribiendo”, contó la escritora sobre aquella idea.

"Borges me dijo que ésa era una novela imposible de escribir porque se mezclaba lo realista y lo sobrenatural, pero no le hice caso", Bombal

Impresionado por aquel texto, poco después el escritor tuvo que reconocer su fallo: “María Luisa Bombal soportó con firmeza mis prohibiciones, alabó mi recto sentido y mi erudición y me dio unos meses después del manuscrito original de La amortajada —escribió el propio Borges en la revista Sur al respecto—. Lo leí en una sola tarde y pude comprobar con admiración que en esas páginas estaban infaliblemente salvados los disyuntivos riesgos infalibles que yo preví”.

“Los libros de María Luisa Bombal son esencialmente poéticos", continuaba en aquel texto donde describió aquella pequeña novela como un "libro de triste magia, deliberadamente surannée, libro de oculta organización eficaz, libro que no olvidará nuestra América”.

Matar a la mala suerte de un disparo

Víctima de la tradición del amor romántico, que llevó hasta sus últimas consecuencias en varias ocasiones, y sumida en una profunda depresión por sus fracasos amorosos, el 27 de enero de 1941, ya de vuelta en Chile, Bombal se dirigió al Hotel Crillón, donde se encontraba Eugenio Sánchez, y le disparó hasta en tres ocasiones.  "Al matarlo mataba mi mala suerte, mataba mi chuncho", declaró después sobre aquello. Aquello acabó en la cárcel, donde la escritora tuvo que pasar varios meses antes de quedar definitivamente en libertad, gracias en parte a que su examante la eximió de toda culpa.

Fue entonces cuando, rechazada por la sociedad argentina y chilena, se fue a vivir a Nueva York, ciudad que la acogió durante casi treinta años. Allí conoció al conde francés Fal de Saint Phalle con quien contrajo matrimonio en 1944 y con quien tuvo a su única hija. Autora de varios relatos como Trenzas, La historia de María Griselda, El árbol o Las islas nuevas, a Bombal siempre le preocupó más el ritmo de sus textos que el uso de las palabras. “Siempre busco un ritmo que se parezca a una marea, a la oración, es una ola que asciende y desciende y luego vuelve a subir —compartió—. Yo creo que, en el fondo, soy poeta, mi caso es el del poeta que escribe prosa. Yo soy poeta, pero como tengo una educación francesa también soy la lógica personificada”.

Durante su estancia en Estados Unidos vendió los derechos de su novela House of Mist a la Paramount Pictures, aunque nunca se filmó, afianzó su vínculo con Gabriela Mistral y se dedicó al doblaje de películas, pero nunca se sintió del todo adaptada a aquella cultura donde los escritores vivían mucho más dispersos, alejados unos de otros. Tras la muerte de su esposo en 1969 regresó algún tiempo a Argentina hasta que en 1973 se trasladó definitivamente a su Chile natal. Profundamente deprimida, algunos años después, escribió en una carta a su hermana: “Estoy enferma del alma y he perdido toda alegría y deseo de vivir. Además de sufrir constantemente de una inexplicable, insoportable angustia”. En sus últimos años, María Luisa Bombal solía beber a menudo. Murió el 6 de mayo de 1980 de un coma hepático.

@mailouti