Considerado uno de los grandes genios de la ciencia ficción del siglo XX, Stanislaw Lem nació en Leópolis, Polonia, el 12 de septiembre de 1921. Autor de medio centenar de novelas, libros de relatos, ensayos y autobiografía, traducidos a más de cuarenta idiomas, en Lem convergen el humanismo, la reflexión filosófica, el pulso narrativo, el absurdo y el humor. Fascinado por la astrofísica y la cibernética, en sus obras sobrevuela un hondo pesimismo y la certeza de que el hombre es su peor enemigo. Galardonado con el Premio Kafka en 1991, falleció en 2006 en Cracovia y ese mismo año se le dio su nombre como homenaje, al primer satélite espacial polaco. Seleccionamos las siete obras imprescindibles del provocador genio que revolucionó ciencia ficción.
Solaris
Obra maestra de Lem, y sin duda una de las mejores novelas de ciencia ficción de la historia, Solaris (1961) lleva sesenta años fascinando a lectores y directores de cine como Nikolai Nirenburg, que la adaptó en 1968, Andrei Tarkovski (en 1972) y Steven Soderbergh (2020), arrastrados por un relato cargado de terribles intuiciones y un desaforado, irreverente, sentido del humor. En él, el escritor polaco nos narra la perplejidad de Kris Kelvin, enviado al planeta Solaris para solucionar los problemas de conducta de los tres tripulantes de la única estación de investigación situada en el planeta del mismo nombre. Porque en Solaris, que carece de tierra firme y solo tiene un extenso océano dotado de vida y presumiblemente, de inteligencia, se encontrará con personajes como su esposa muerta, que no deberían estar allí.
Ciberiada
Protagonizados por dos robots constructores, Trurl y Clapaucio, los relatos de Ciberiada (1967) actualizan el cuento filosófico a lo Swift trasplantándolo al mundo de la robótica, en una serie de fábulas alegóricas en las que la sátira feroz aparece suavizada por el humor y la ironía. Amigos y rivales, cuando Trurl y Clapaucio no están ocupados en inventar sorprendentes artilugios aprovechando sus conocimientos sobre la energía y la materia, recorren el universo para ayudar a quienes les necesiten, a veces a cambio de recompensas. Así, en una de sus aventuras deciden reordenar las estrellas más cercanas a su planeta para componer un rótulo publicitario que anuncie sus servicios, y en otra, Trurl construirá un colosal robot poeta no muy inspirado.
El castillo alto
Rebosante de imágenes poderosas y desconcertantes, El castillo alto (1966) es una suerte de autobiografía de la infancia y juventud del narrador polaco, que desde el mismo prólogo muestra sus cartas. En efecto, antes incluso de empezar, Lem reconoce entre la diversión y el asombro su fracaso: pretendía que sus recuerdos fuesen construyendo su mejor retrato, el más fiel, pero la memoria impone sus caprichos, altera los recuerdos y se desvela la más desconcertante narradora. “Comenté, interpreté, hablé demasiado (...) y cavé una tumba para ese chico y lo enterré. Una tumba meticulosa, precisa, como si hubiera escrito sobre alguien inventado, alguien que nunca vivió. No jugué limpio. A un niño no se le trata así”, nos confiesa.
Congreso de futurología
Invitado al Octavo Congreso Mundial de Futurología en Costarricana, Nounas, el audaz aventurero espacial Ijon Tichcy se encuentra con que las “fuerzas del orden” está lanzando bampas (Bombas de Amor al Prójimo) frente al Hilton, donde se hospedan los congresistas, para controlar una protesta social. Toda la población es sumida en una locura de confusión emocional. Así comienza Congreso de futurología (1971), que narra la aventura de Tichy por extraños escenarios donde la ficción se confunde con la realidad y viceversa. Nuestro antihéroe descubre al tiempo los efectos asombrosos de la psiquímica, y la imposibilidad de conocer realmente algo de verdad en un mundo en el que las percepciones y los sentimientos pueden ser manipulados impunemente y sin límites de ningún tipo.
Diarios de las estrellas
Compuesta por dos partes, “Viajes” y “Memorias”, Diarios de las estrellas (1971) narra ocho aventuras rebosantes de ingenio y humor del viajero intergaláctico Ijon Tichy: así, en una descubrimos a Tichy en medio de una misión encontrándose consigo mismo varias veces por culpa de un accidente en su nave espacial; en otra se presenta voluntario para acabar con un computador dotado de inteligencia propia que se ha rebelado, fundando en otro planeta una sociedad robótica manifiestamente enemiga del género humano, y en uno de los más celebrados confirma su desengaño del género humano al situar al protagonista en un planeta poblado por un animal pacífico: al acelerar su evolución repetirá los errores que están condenando a nuestra propia especie.
Provocación
Desengañado del poder de la pura narrativa, en los relatos de Provocación (1984) Lem mezcla ensayo y ficción para reflexionar sobre el Holocausto o sobre el mal:, como en “Un minuto humano”, en el que pretende referir todos los acontecimientos que se producen simultáneamente en un minuto de existencia de la humanidad con un resultado abrumador, porque el mal prevalece sobre el bien y el sufrimiento es inabarcable y banal. Como señaló Rafael Narbona al reseñar su reedición, en este libro Lem confirma su certeza de que nuestro mundo está más cerca del infierno que del cielo, aunque conserva cierto optimismo racional, pues “la razón puede evitar nuevas catástrofes. La inteligencia y el humor iluminan Provocación”.
Máscara
Visionario, misántropo y radical, el narrador polaco vertió en los trece relatos de Máscara (2003) muchas de sus más características preocupaciones, como el destino del ser humano como especie, la biotecnología, la incomunicación y la inteligencia artificial. Volumen incendiario, en él se recupera un puñado de excepcionales relatos que el propio apartó de otras compilaciones por su rareza, quizá porque desvelan con más libertad que nunca muchos de sus distintos perfiles, como por ejemplo, su corrosivo humor, invencible en “La invasión de Aldebarán”, una parodia de las historias de alienígena, al narrar el delirio de “La rata en el laberinto”, la tenebrosa pesadilla de “Moho y oscuridad” o la parábola del cuento que da título al libro, “Máscara”, la historia de una inteligencia artificial que quiere escapar de su destino.