El corazón de las tinieblas

El viajero que se aventura por los senderos del Territorio Carrère debe partir de su mismo corazón: la literatura. “Escribir”, decía en su última entrevista en El Cultural tras ganar el Princesa, “es el centro de mi vida. Lo que pasa es que como no escribo ficción, la realidad de mi vida está muy estrechamente vinculada a todo lo que pueda contar”. Si a eso le unimos la certeza de que todos vivimos “dentro de la caja del determinismo social”, a menudo confiesa que sus libros consisten en eso, “en intentar salir de la caja y mirar más allá. No sé si lo consigo, pero ése ha sido mi objetivo, ser un poco más libre, más inteligente, comprender mejor las cosas y entenderme mejor a mí mismo. Y escribir ha sido mi vehículo para lograrlo”.

Complejo y contradictorio, lleno de aristas y dudas, Emmanuel Carrère (París, 1957) se lanza al camino en busca de sí mismo para explicar y explicarse el mundo, sin esquivar ningún abismo, ya sea el del sexo, la violencia, el mal o la depresión. Y lo hace rompiendo los mapas establecidos, esto es, pervirtiendo las convenciones de los géneros que limitan lo que debe ser una novela, el periodismo, un ensayo o un filme. Porque Carrère, que es también un cronista certero, cuenta con varias películas en su haber, como Retour à Kotelnitch (2003), La Moustache (2005), o, este mismo año, Ouistreham. Además, ¿qué es en realidad El adversario (2000), el libro que le hizo famoso, una novela o un reportaje? ¿Cuánto de autorretrato y cuánto de impostura hay en Vidas ajenas (2009) o Limónov (2012)? Más aún: ¿dónde empieza la literatura y dónde la terapia en Una semana en la nieve (1995) o Yoga (2021), publicados todos ellos por Anagrama, su cómplice fiel?

Buscando el Norte

Si los caminos de este territorio parecen inciertos, a la hora de buscar sus puntos cardinales nuestra brújula parece perder el rumbo: nada es lo que parece. Vamos al norte y allí, en la mente, encontramos algunas de las obsesiones características del escritor, como el sexo, protagonista de novelas como Una novela rusa (2008), en la que, mientras exorciza la memoria de su abuelo colaboracionista, da cuenta de la historia de un húngaro que pasó 50 años en un psiquiátrico, y narra su tórrido romance con una muchacha llamada Sophie: “Yo era guapo contigo, me gustaba mi cuerpo, mi sexo, tú decías mi rabo, yo decía mi polla, tú empezaste también a decir mi polla. […] Son las palabras de amor que más me han gustado en mi vida”.

Si en el norte situamos el amor y la pasión, en el sur estaría su cara más oscura, el fracaso de su matrimonio y la depresión, de los que da cuenta en Yoga. Así, lo que iba a ser un relato amable sobre unos ejercicios que practica desde hace treinta años se convierte en la crónica descarnada de un desmoronamiento personal y sentimental que acaba llevándolo a un hospital psiquiátrico, donde es diagnosticado como bipolar.

Al este del terror

En Yoga está presente también lo que marca el rumbo hacia el este del escritor: el impacto de la muerte de un íntimo amigo, el periodista Bernard Maris, tras el atentado contra Charlie Hebdo. Y un nuevo cruce de caminos, porque a principios de septiembre Carrère comenzó a publicar en Le Nouvel Observateur una serie de crónicas sobre el juicio por los ataques yihadistas de 2015 en París. En ese primer artículo explica que va a pasar un año de su vida en la sala porque necesita “escuchar a los que hablen de las víctimas y callen de los verdugos”. Se trata, dice, de ser testigo, pero sobre todo de comprender “¿dónde empieza la patología? Cuando se trata de Dios, ¿dónde empieza la locura?”.

Marcado ya el este del territorio Carrère como el yihadismo, el oeste debería ser el problema del mal y la religión, con la que mantiene una ambivalente relación. Como comentó a El Cultural, “no soy lo bastante creyente como para ser ateo”. Presente en casi todas sus obras, la fe es el eje de El Reino, una de las cimas de su carrera que vamos a visitar.

Siete cumbres

Autor de once novelas, tres ensayos y una biografía novelada de Philip K. Dick, la obra de Emmanuel Carrère es una suerte de cordillera con siete picos muy recomendables que le retratan como hombre y como escritor. La primera, Una semana en la nieve, galardonada con el Premio Fémina, es una novela perturbadora sobre la infancia y los enemigos ocultos que la acechan. Sin embargo, el libro que le hizo famoso fue El adversario, la historia real de Jean-Claude Romand, un mentiroso patológico que el 9 de enero de 1993 asesinó a padres, hijos y esposa, y que comenzó a cartearse con el escritor.

Si el protagonista de esa obra es un perturbado, en Una novela rusa el trastornado resulta ser el propio Carrère por lo que descubre de su abuelo, y por sus fracasos amorosos; en cambio Vidas ajenas nos muestra otra dimensión del autor, transformado por la muerte de aquellos a los que ama. También son esenciales Limónov, retrato de un escritor ruso maldito, un disidente que pasó del bolchevismo al fascismo; El Reino, en el que relata su conversión al catolicismo hace veinte años (con regreso al agnosticismo incluido) y el relato ficcionado de la aventura de los primeros cristianos, y, desde luego, Yoga, su más reciente regalo.

@nmazancot