Imagen | Ricardo Menéndez Salmón: la escritura es la salvación

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Letras

Ricardo Menéndez Salmón: la escritura es la salvación

Su nueva novela, 'Horda', que confiere al binomio palabra y escritura una función salvadora, se inscribe en su literatura fuertemente simbólica y distópica

29 noviembre, 2021 09:35

HordaRicardo Menéndez Salmón

Seix Barral. Barcelona, 2021. 128 páginas. 17 €. Ebook: 9,99 €

Sigue firme Ricardo Menéndez Salmón (Gijón, 1971) en su genérico proyecto narrativo de hacer una literatura moral que ilustra y denuncia la perniciosa deriva de la humanidad. Horda añade un nuevo jalón a tal empeño. La novela se inscribe en el tipo de literatura fuertemente inventiva, simbólica y distópica que caracteriza al asturiano. También bastante didáctica. A este fin la novela, a pesar de sus usos de raigambre vanguardista, adopta la estructura clásica de planteamiento, nudo y desenlace, algo que reflejan las tres partes del libro: Antes, Durante y Después.

El Antes recrea una situación planetaria catastrófica, con tintes apocalípticos, en un futuro indefinido. El marco de fantaficción apela a valores anteriores prescritos o proscritos de los que solo persisten ciertos rituales. Una realidad ominosa domina en la vida humana, en la que se han producido cambios revolucionarios y reina el terror. Unos niños crueles (modulación posmoderna y cibernética del repertorio de niños selváticos de Lucien Malson) controlan con mano férrea a los mayores, quienes se ven sometidos al escrupuloso examen de un “tesauro”, un rígido “control de existencia” capaz de descubrir la menor conculcación de los principios sociales vigentes. Todo ello bajo la ominosa jurisdicción de Magma, una misteriosa entelequia que sume la realidad en una catarata de imágenes las cuales producen un agobiante fulgor lumínico; ya nunca es de noche. Y, sobre todo, ha impuesto el silencio.

'Horda', que confiere a la palabra una función salvadora, se inscribe en la literatura fuertemente simbólica y distópica que le caracteriza

La proscripción de la palabra se convierte en leitmotiv de la novela y todo apunta a un catastrofismo irreparable. Sin embargo, en el “durante” se gesta la rebelión contra esa dictadura que se consuma en el “después”, en un viaje hacia el “Norte” encabezado por el protagonista (sin nombre, “Él” se llama con valor universalizador) en compañía de unos monos avanzados, unos bonobos. Así, la esperanza corona Horda.

La funesta situación descrita al inicio de la peripecia se resuelve, pues, de manera positiva. Un significativo pasaje enaltece la risa y celebra la felicidad que embarga a los lectores-reidores. La novela lanza una cerrada proclama a favor de la “palabra a través de los libros”. El autor confía al binomio palabra y escritura una función salvadora. Y lo hace con una parábola de nuestro mundo un punto en demasía enfática.

También recreándose en expresiones mal avenidas con la prosa narrativa y más propias de lo discursivo: “El animal confirió a la marcha un capital simbólico”. Pero Menéndez Salmón consigue compensar este lastre intelectual y retórico con dosis de vibraciones cordiales como para conseguir fuerza comunicativa y emocional suficientes, aunque precarias.