Iniciar la lectura de Nosotras ya no estaremos de Lola Mascarell (Valencia, 1979) es abrir una ventana y respirar el aire fresco de una mañana de primavera. Quizá nos baste imaginar la luz de junio, su claridad, la plenitud de una jornada transparente, porque una sensación así es la que deja esta primera novela, escrita por una autora que ya había publicado poemarios como Mecánica del prodigio (2010) y Un vaso de agua (2018), y que dirigió entre 2008 y 2012 el Taller de Narrativa de la Universidad Politécnica de Valencia.
La protagonista de la historia es una joven que queda conmocionada cuando sabe que sus padres van a vender la antigua casa de campo, un espacio que, si bien tiene un importante valor sentimental desde su construcción en los años 70, poco a poco va adquiriendo una evidente carga simbólica, como si se tratara del último baluarte donde se refugia una época que se resiste a desaparecer. Por eso, al presentarse un comprador, la muchacha pide préstamos con el fin de quedarse con la vivienda. Quiere preservar una época infantil y de adolescencia, una vida que reverbera a medida que la amenaza de su desaparición se convierte en certeza. Y mientras se resuelve el posible traspaso, se instala en el chalet e inicia la escritura de un cuaderno en el que recoge recuerdos que brotan de aquel espacio, aunque entreverados con circunstancias del momento actual.
'Nosotras ya no estaremos' es una ópera prima luminosa plagada de detalles, de guiños literarios y de humor
Lola Mascarell ha escrito un libro precioso sobre la vida de una niña, sus sensaciones y las primeras veces: el primer beso, la primera decepción, la culpa, las mentiras, las primeras dentelladas de tedio y de amargura, las amigas, los veranos eternos, el refugio de la familia, mamá y papá, las preocupaciones de los padres –que uno solo comprende cuando se ha hecho mayor–, la vergüenza, las preguntas sin respuesta, la playa y la piscina. Aunque también ha dejado espacio –huecos, más bien– para situaciones oscuras que aparecen apenas esbozadas porque en el mundo de una niña carecen de palabras y de razón: algunos hombres a la salida del colegio o en cualquier parte, ciertas miradas, una enfermedad, secretos de familia.
La obra, a medio camino entre lo biográfico y lo ficcional, está narrada conjuntamente por la mujer que se aloja en la casa –Lola–, que escribe desde el presente en primera persona, y por una niña –"la niña"– que cuenta desde el pasado y que es ella misma, un personaje a través de cuyos ojos mira el mundo y del que no se ha desvinculado en la adultez. Nosotras ya no estaremos es un hermoso libro fragmentario plagado de detalles, de guiños literarios y de un sentido del humor a veces hilarante (divertidísimos los cambios léxicos del padre), que reconstruye un mundo candoroso (o no), una obra sobre la disidencia y la resistencia, sobre el amor a lugares y personas, sobre el crecimiento y el paso del tiempo; una ópera prima luminosa.