Incluida en antologías poéticas y ganadora de prestigiosos premios literarios, Piedad Bonnett (Amalfi, Colombia, 1951) ha publicado seis novelas, cuatro piezas de teatro y diez libros de versos.
La profesora Malola Romero Carbonell ha seleccionado los poemas y prologado Lo terrible es el borde, nueva antología de Piedad Bonnett. En su introducción de trece páginas, Romero Carbonell sitúa a la poeta colombiana cerca de los universos de Baudelaire, César Vallejo o José Asunción Silva. El retrato de los individuos sometidos por un entorno hostil, la visión trágica de la existencia y el “desamparo metafísico” aúnan a estos creadores.
En su libro inicial, De círculo y ceniza, editado en 1989, Bonnett cita a Jorge Luis Borges. Las palabras aparecen como una limosna entre bastones huecos, hollín y resplandores. Una viuda, un viajero, una mujer soltera y un travesti ante su espejo roto acumulan soledades. Nos sorprende la madurez artística lograda por una creadora todavía joven. Con belleza y precisión, consigue describir la armonía y el asedio: “Huele la espesa miel que destilan los árboles, / la leche oscura que sus hojas exudan. / El universo entero se trenza y destrenza / en infinitas cópulas secretas”.
En los libros Nadie en casa y El hilo de los días, Piedad Bonnett se refiere a los trabajos domésticos de polvo y tedio; observa al poeta que llora “sobre los baldosines de la infancia”; alude con ironía a un Dios de crueldad perfecta. El extravío, un murmullo en los huesos y la tiranía de un padre se oponen a la inocencia. Mientras el erotismo se exhibe poderoso, los miedos paternos y las cicatrices son los espejos en que se refleja una inestabilidad familiar o íntima.
Los dos poemarios siguientes, Ese animal triste y Todos los amantes son guerreros, contienen un dolor hecho con púas, ortigas, clavos, vértigo. Impresionan los diecinueve versos que la escritora dedica a su hijo en la composición “Daniel creciendo”. Comprendemos que el ronroneo de la muerte y la hiel del insomnio están encerrados en las preguntas humanas. O que las músicas de Franz Schubert y Lou Reed suenan idénticas en la ausencia de un ser querido. De repente, la autora percibe la llegada de un forastero llamado amor. Nos dice que es la experiencia “donde no existe la palabra / la torpe mercenaria”.
Poética del cuerpo
Los libros Tretas del débil, Lección de anatomía y Las herencias, publicados en la primera década del siglo XXI, ratifican la expresión clara de Piedad Bonnett. La escritora ha conocido “la vida incompasiva”, las alambradas, “el rescoldo aún tibio de nuestros pobres miedos”, una serpiente escondida en la belleza. También menciona la masacre, peces sonámbulos, un cuerpo alejado de la culpa. Las mujeres de su familia le aportan lucidez, temblores y pesadumbre. Las obras poéticas más recientes (Explicaciones no pedidas y Los habitados) transmiten tanta lucidez como desgarraduras.
Las cicatrices son nombradas de nuevo; la sensualidad y la angustia continúan en las reflexiones. No faltan cinco versos de desesperación absoluta: “Dios está muerto / hace tanto / y el destino / es tan solo una máscara que el vacío se pone”. Sobresale la calidad de las piezas tituladas “Doble”, “La piedra” y “En el borde”. Asimismo, el misterio del texto en prosa “Viernes”. Y, sobre todo, destaca la profundidad conmovedora de “Pido al dolor que persevere”, donde la poeta evoca nuevamente a su hijo muerto. La antología se cierra con dos poemas que se editan por primera vez.
A mi juicio, las ciento cuarenta y tres composiciones de Lo terrible es el borde confirman a Piedad Bonnett como una de las voces más potentes y originales de la actual poesía en español.
Pido al dolor que persevere
Pido al dolor que persevere.
Que no se rinda al tiempo, que se incruste
como una larva eterna en mi costado
para que de su mano cada día
con tus ojos intactos resucites,
con tu luz y tu pena resucites
dentro de mí.
Para que no te mueras doblemente
pido al dolor que sea mi alimento,
el aire de mi llama, de la lumbre
donde vengas a diario a consolarte
de los fríos paisajes de la muerte.