Un collage de la historia. Es una de las múltiples definiciones que soportaría el faraónico proyecto que puso en marcha el sello editorial de Prensas de la Universidad de Zaragoza, y hoy se encuentra disponible bajo el nombre de Imago mundi. Álbum del tiempo. Desde la prehistoria hasta el Covid 19, de lo analógico a lo digital, las imágenes han influido en nuestra manera de observar la realidad. Agustín Sánchez Vidal, por su parte, ha dedicado su vida a estudiar su evolución, proponiendo alternativas para desarrollar una mirada con unos nuevos ojos.
Título: Imago Mundi. Álbum del tiempo
Autor: Amparo Martínez (ed.)
Editorial: Prensas de la Universidad de Zaragoza
Año de edición: 2021
Disponible en Prensas UNIZAR
Disponible en Unebook
De la influencia que ha tenido la obra de este catedrático de Historia del Cine nace Imago Mundi. Amparo Martínez, especialista en Goya y en Buñuel, ha coordinado el proyecto, una recopilación de imágenes acompañadas de un texto que desentraña el significado de cada una de ellas. Hasta setenta autores han participado en este libro-retablo, desde escritores como Irene Vallejo o Fernando Aramburu y críticos como Túa Blesa, hasta cantantes como Joan Manuel Serrat y cineastas como Carlos Saura o José Luis García Sánchez.
Una pintura, un dibujo, una fotografía, un plano, una partitura, una radiografía, una película y hasta un encefalograma. Todo lo que representa algo para alguien lleva detrás una imagen. Saura, por ejemplo, escoge el cartel de su largometraje Buñuel y la mesa del rey Salomón, y en el texto que lo acompaña elogia el espíritu curioso de Sánchez Vidal, un “moderno renacentista” según la denominación del cineasta. Constituye el primer capítulo del libro y es un recuerdo de los días en el Parador de Toledo, mientras escribía el guion junto al catedrático.
Para explicar los avances de la ciencia, Isaac Newton afirmaba que “si hemos podido ver más allá es porque nos encaramamos a hombros de gigantes”. Es el punto de partida sobre el que se asienta este libro, del que Martínez, su coordinadora, tiene mucho que decir.
Pregunta. Parafraseando a Newton, ¿por qué hay que “encaramarse” a Agustín Sánchez Vidal?
Respuesta. Hay que hacerlo para ver más y mejor, para disfrutar hondamente de las cosas. Su manera de mirar nos ayuda a conectar las más diversas disciplinas: la pintura con la neurología; la música con el diseño gráfico; el urbanismo con el cómic. Su capacidad para encontrar vínculos entre ámbitos muy distintos del conocimiento ayuda a entender mucho mejor la realidad en la que vivimos. Nos ha enseñado a interpretar cada obra en su contexto para que nuestra mirada sobre el mundo puede ser más amplia y más completa.
P. ¿Cómo se pone en marcha este proyecto?
R. Sánchez Vidal se jubiló como profesor de la Universidad de Zaragoza hace pocos años, por lo que decidimos ofrecerle un homenaje, aunque proponiéndonos el reto de que fuese diferente a los que habitualmente se hacen desde el mundo académico. Nos planteamos que el libro fuese una historia de la humanidad a través de las imágenes (de todo tipo), reivindicando el poder que estas han tenido a lo largo del tiempo. Algunos de los textos ofrecen interpretaciones personales, pero siempre partiendo de la imagen misma. En unos casos esto se ha traducido en forma de guion cinematográfico, en otros como análisis científico, como poema…
Especialmente reveladores son estos versos de José Luis Puerto, dedicados a Sánchez Vidal e incluidos en el poema inédito “Tríptico de la mano”, perteneciente al libro Ritual de la inocencia, en proceso de creación: “la mano laboriosa, / la mano pensativa, / la mano del amor / y la fraternidad, / la mano protectora de otras manos”. No todas las instantáneas hayan correspondencia en la obra del catedrático, autor de La llave maestra, La especie simbólica o Genealogías de la mirada, pero todo el conjunto es un homenaje a su figura, por cuanto comparten ese amor por la imagen.
P. ¿En qué medida está presente la figura y la obra de Sánchez Vidal en este libro?
R. Conseguimos mantener el secreto y solo supo de la existencia del libro unos meses antes de su publicación. Aunque no haya intervenido directamente en el proyecto, está gravitando en la concepción e idea nuclear del libro, porque él nos ha enseñado a entender el arte, la cultura y la realidad de forma conectada, integradora y entrelazada, unas actitudes que hemos procurado trasladar a la elaboración de Imago Mundi. Álbum del tiempo.
P. ¿Cómo se justifica la participación de todos estos nombres? ¿Qué tipo de autores colaboran y por qué se les ha escogido?
R. La idea era pedir a cada uno que seleccionase una imagen, aquella que considerara más afín a sus saberes o al gusto de Sánchez Vidal. Entre ellos, pueden encontrarse perfiles profesionales tan diversos como las imágenes que lo ilustran. Hay viejos amigos, y otros más recientes. También antiguos alumnos como Fernando Aramburu, además de unos cuantos jóvenes investigadores, discípulos directos e indirectos, todos ellos espoleados por la pasión de Agustín Sánchez Vidal por conocer, comprender y relacionar materias y disciplinas de ámbitos muy diversos y en cuyo estudio él ha sido pionero.
P. Como toda la obra de Sánchez Vidal, este libro es un mosaico de numerosas disciplinas que aparecen representadas en un solo volumen. ¿Cómo se logra que todos esos elementos, independientes entre sí, terminen adquiriendo una homogeneidad?
R. Desde el primer momento entendimos que el hilo conductor debían ser las imágenes y sus historias. Cuando tuvimos entre manos las imágenes propuestas por los distintos autores nos dimos cuenta de que, al ordenarlas, era posible componer un álbum del tiempo, una historia de la humanidad a través de las imágenes que la habían acompañado cultural y emocionalmente.
P. La curiosidad es una de las grandes características que se destacan de la obra de Agustín. ¿De qué modo se revela en este libro?
R. Parece un libro diseñado para curiosos. Imago Mundi puede leerse de manera ordenada y consecutiva o picoteando de forma alterna en los capítulos, dejándose llevar por el poder de las imágenes para saber más acerca del grafiti o de la mística de los números, sobre Goya o el toro de Osborne, acerca del ejercicio del Derecho o del erotismo en Japón.
P. ¿Cómo cree que ha evolucionado nuestra concepción de la imagen desde lo analógico hasta la actualidad digital?
R. El siglo XIX fue, sin duda, el preludio de la era audiovisual en la que estamos inmersos, dando paso primero al cine, después a la televisión y ahora a nuestros dispositivos electrónicos. Es cierto que estamos sometidos a una sobredosis visual que, en determinados círculos, alimenta el desprestigio de las imágenes, pero no debemos olvidar que las letras también son imágenes a las que hemos asignado un sonido, tal y como explica Irene Vallejo en su capítulo de Imago Mundi. Las imágenes siempre han tenido un poder extraordinario: se las adora o se las quema.