El editor estadounidense Jason Epstein, visionario del sector y fundador de The New York Review of Books, murió el viernes a los 93 años en su casa de Long Island, Nueva York, según informó la prensa norteamericana.
Nacido en Cambridge, Massachusetts, en 1928 y criado en Boston, estudió en la prestigiosa universidad de Columbia. Epstein tuvo varias ideas brillantes que tuvieron una gran influencia en el sector literario y editorial del país. La primera de ellas fue la introducción de libros de bolsillo de obras clásicas y de literatura de calidad, un formato entonces reservado solo a novelas románticas, de aventuras o policiacas. La idea se le ocurrió con 23 años, en su primer empleo editorial en Doubleday, por pura necesidad: ni él ni sus amigos, jóvenes que habían recibido una buena educación universitaria pero aún no tenían apenas ingresos, no podían permitirse comprar buenos libros. Así fue como en 1952 nació Anchor Books, con títulos de D. H. Lawrence o Stendhal a un precio que rondaba el dólar. La colección fue todo un éxito.
Esta nueva manera de entender la literatura de bolsillo caló también en la competencia, y de hecho él mismo dirigió la colección Vintage de la editorial Knopf durante un breve periodo antes de fichar en 1958 por el prestigioso sello Random House, donde trabajó durante 40 años y donde editó a autores de la talla de Philip Roth, Norman Mailer, Gore VIdal, E. L. Doctorow, Jane Jacobs o W. H. Auden.
En los años 80, Epstein retomó aquella primera idea de acercar los clásicos al gran público con la creación de Library of America, una colección inspirada en la prestigiosa Pléiade de la editorial francesa Gallimard. Con cuarenta años de andadura, la colección fundada por Epstein incluye en su catálogo las obras de los clásicos estadounidenses, desde Benjamin Franklin a grandes autores contemporáneos como David Foster Wallace, pasando por Nathaniel Hawthorne, Herman Melville, Mark Twain, Raymond Carver, Elizabeth Bishop, William Faulkner, James Baldwin, Philip K. Dick o Ursula K. Le Guin, entre muchos otros.
El otro gran hito de su vida fue la creación de The New York Review of Books, una publicación quincenal que ha sido fundamental en la vida intelectual de Estados Unidos. Como recordó en numerosas ocasiones, su nacimiento fue fruto del azar. Él tenía en mente la idea de fundar una publicación inspirada en el londinense Times Literary Supplement, y el impulso definitivo para lanzarse a ello fue la huelga de periódicos en el invierno de 1962-1963 en Nueva York. Durante una cena con su esposa de entonces, Barbara Epstein, y la pareja formada por el poeta Robert Lowell y la escritora y crítica Elizabeth Hardwick, los cuatro coincidieron en que echaban de menos leer el suplemento de libros The New York Times Book Review. La idea tomó fuerza y se pusieron manos a la obra. Al día siguiente Lowell pidió un préstamo de 4.000 dólares y convenció a sus amigos con dinero para que invirtieran en el proyecto. Barbara Epstein fue nombrada coeditora junto a Robert Silvers, que venía de Harper’s Magazine, y Elizabeth Hardwick tomó el cargo de consejera editorial.
Para el primer número, publicado el 1 de febrero de 1963, consiguieron una nómina estelar de articulistas entre los que se encontraban Susan Sontag o Gore Vidal, y poemas de W. H. Auden, John Berryman, Adrienne Rich o John Ashbery, además del propio Lowell. También Hardwick y Jason Epstein firmaron artículos. La publicación fue un éxito inmediato y continúa editándose más de medio siglo después.
Epstein siguió trabajando a la vez en Random House hasta su jubilación en 1999. Pero después siguió emprendiendo proyectos, no siempre tan exitosos como los mencionados, quizá por adelantarse unos años a su tiempo. En 2003 fundó On Demand Books, una compañía que comercializa la Espresso Book Machine, que permite imprimir libros bajo demanda, una alternativa a la distribución tradicional que ahorra los costes de almacenaje y de transporte de tantos libros que son enviados a las librerías solo para ser devueltos a la distribuidora, y por tanto es también un modelo de negocio más ecológico. Aunque hace dos décadas esta visión no cuajó demasiado bien en el mercado, muchas voces dentro del sector editorial, como el exdirector de la Feria del Libro de Madrid, Manuel Gil, defienden esta nueva manera de imprimir y distribuir libros como su único futuro posible.