Yuri Andrujovich (1960), el escritor ucraniano más célebre en España gracias a obras como Mi Europa, Perverzión, Moscoviada o El último territorio entre otras, todas publicadas por Acantilado, se encontraba trabajando en el audiolibro de su última novela, Radio Night, cuando Putin renovó sus amenazas contra Ucrania, su país natal.
Aislado en su casa de Kiev por Covid, el narrador, ensayista y poeta rompe su silencio sobre el conflicto recordando a El Cultural que llevan ya casi ocho años sufriendo esta escalada de amenazas y tensiones, “aunque todo se remonta a nuestra revolución de noviembre de 2013. ¿Qué podemos hacer? Si tienes un vecino tan loco como la Rusia de Putin, simplemente te acostumbras y sigues viviendo”, dice.
Pregunta. ¿Cuál es la reacción de los escritores ucranianos y de los rusos ante el problema? ¿Abogan por el entendimiento y la paz? ¿Respaldan o cuestionan a sus líderes políticos?
Respuesta. No puedo responder por los rusos, pero no creo que los escritores sean demasiado importantes en la Rusia de hoy. De hecho, hay uno que estaba luchando contra nuestro país como oficial del ejército ruso. No puedo decir qué hacen los demás autores rusos, son más bien invisibles, sus voces son inaudibles, por no mencionar que algunos se han visto obligados a huir de su país por razones políticas. En cuanto a los escritores ucranianos: ¿qué tipo de entendimiento deberíamos defender entre el agresor y su víctima? Putin nos ofrece solo dos posibilidades: o aceptamos que formamos parte de la misma nación que los rusos o nos mata. Me niego, claro. ¿Y debo buscar la comprensión de Putin? ¿Cree que es capaz de entender a alguien aparte de sí mismo?
P. Usted ganó el premio Erich Maria Remarque de la Paz, pero ¿qué haría si todo acabase de la peor manera?
R. Defendería mi hogar contra la agresión rusa de la forma en que pudiera. Pero todavía espero que podamos evitarlo. Porque aún espero que sea solo un farol de Putin, no una amenaza real. Y si es real... Bueno, tengo casi 62 años, y exactamente la mitad de estos años, desde 1991, los pasé en mi país ucraniano independiente. La aparición de la nueva Ucrania libre fue uno de los momentos más felices de mi vida. No me puedo imaginar formar de nuevo parte de un estado ruso. Si nos atacan, haré lo que pueda contra ellos. Todo lo demás es menos importante.
Imperialismo medieval
P. ¿Cuáles son las verdaderas raíces históricas del problema?
“Los rusos prefieren la dictadura; nosotros, la democracia. Ellos, un imperio; Ucrania, una república pequeña pero libre”
R. Sólo hay uno: el imperialismo. Rusia quiere volver a ser una superpotencia y sin territorios ucranianos, al menos sin gran parte de ellos, no funcionará. Todavía piensan con esas categorías medievales: ¡más, más, más territorio! Y los rusos nos dicen: “Vamos, no existe ninguna nación ucraniana, ustedes son absolutamente como nosotros, seamos una Gran Rusia”. Y nosotros solo podemos decirle que cada uno debe de seguir su propio camino: “Preferís la dictadura y Eurasia, nosotros, la democracia y Europa. Preferís un gran imperio y nosotros una república pequeña pero libre. Somos naciones diferentes, culturas diferentes. No queréis ser europeos y nosotros sí. Volved a casa desde Donbass y Crimea, y un día quizás os perdonemos todos vuestros crímenes contra nosotros”. Eso es general.
P. ¿Qué puede hacer la cultura en momentos como estos?
R. Me temo que nada. Y no, no soy nihilista. Creo que la cultura y las artes son en esos momentos las cosas más importantes. Pero en otra dimensión. Sin embargo, si consideramos el impacto directo y real de las amenazas militares concretas, entonces sería más modesto. En otras palabras: la literatura no puede detener a Putin. O a los talibanes. O a un dictador norcoreano. Lamento decir eso.
P. ¿Europa está a la altura de las circunstancias en este momento, o le decepciona su pasividad?
“La Union Europea ha cambiado la democracia por la burocracia y eso es problemático en tiempos de verdadero peligro”
R. Yo no lo llamaría pasividad, recuerdo tiempos mucho peores en la actitud europea hacia Ucrania. Ni siquiera era pasividad, era indiferencia. Y ahora podemos sentir algo de empatía de las sociedades europeas, esperemos que sea solo el comienzo de una nueva relación. Creo que el principal problema es que la Unión Europea ha cambiado la democracia por la burocracia y por eso algunas decisiones, sobre todo las duras, suelen nacer en medio de la tormenta. Eso no es malo en los buenos tiempos pero sí problemático en tiempos de verdadero peligro. Es una máquina bastante torpe pero funciona de todos modos.
Una agresión abierta y oculta
P. ¿Cómo está afectando todo esto a su cultura?
R. Nuestra nueva cultura está naciendo bajo un gran desafío histórico: la agresión rusa, abierta y oculta al mismo tiempo, ejerce sobre los creadores una suerte de terrible presión híbrida. También es un desafío cultural, algo así como “ser o no ser”. Por supuesto, instintivamente elegimos “ser”, y la creatividad es su mejor manifestación.
P. Varias de sus obras han sido editadas en España, pero ¿entendemos sus problemas? ¿O en los tiempos de internet ya no hay distancias ni problemas específicos?
R. Nadie puede entender completamente a otro, pero sí, gracias a internet ya no hay distancias. Hoy nos une absolutamente a todos la pandemia, pero existen problemas específicos. En nuestro caso uno es nuestro pasado soviético. Ahora, 30 años después de que la Unión Soviética dejara de existir, aún decimos que somos “post-soviéticos”...
P. ¿De qué manera las letras ucranianas han estado marcadas por el exilio de algunos de sus mejores autores?
“No debemos olvidar nuestro ‘Renacimiento ejecutado’, una generación de escritores brutalmente reprimida por Stalin”
R. Sí, tienes razón: hay muchos escritores que se vieron obligados a abandonar su país en el siglo XX, especialmente después de nuestra Revolución (1917 - 1921), que Ucrania perdió, y de la Segunda Guerra Mundial. En la Unión Soviética no podíamos leerlos, todos estaban prohibidos. Su herencia, que es muy diferente y desigual, se convirtió en un factor activo de la cultura ucraniana desde los primeros años de la independencia. Permítanme mencionar también nuestro “Renacimiento ejecutado”: la generación de escritores en la Ucrania soviética que fue brutalmente reprimida (con cientos de asesinados) por el régimen de Stalin en la década de 1930.
Perseguidos desde el XIX
P. Sí, pero ¿cómo se han relacionado y contaminado las literaturas rusa y ucraniana?
“El único escritor ruso que amo y que ahora puedo leer con gran respeto es Nabokov. Pero es ruso-estadounidense”
R. El único escritor ruso que amo y que ahora puedo leer con gran respeto es Vladimir Nabokov, aunque en realidad es ruso-estadounidense. La época en que las literaturas rusa y ucraniana estaban muy cerca una de la otra ha quedado muy atrás: en el siglo XIX. Por supuesto, Gogol fue la principal de esas figuras “híbridas”, pero no solo él, hubo muchos escritores que solían escribir en ambos idiomas. O comenzaron por el ucraniano pero luego el régimen zarista prohibió la publicación de libros en nuestro idioma (alrededor de 1850) y escribieron en ruso para ser publicados. Después de 1917, cuando el imperio ruso se derrumbó, vivimos en dos mundos literarios diferentes. Después de 1991, aún más. Tras 2014, prácticamente ningún contacto. Pero amo a Nabokov de todos modos.
P. ¿Se atreve a hacer política ficción? ¿Qué va a pasar?
R. Solía desarrollar algunas ideas de la ficción política en los 90, pero nunca logré convertirlas en libro. No sé, tal vez sea por nuestra propia realidad, que siempre resulta ser más fantástica que las fantasías de los escritores. Y no trataría de decirle lo que sucederá. De lo único que estoy seguro es de que Ucrania vivirá y la Rusia de Putin tendrá una mal final. No es ficción, es realismo.
P. Volviendo a lo literario: ¿a qué autores ucranianos deberíamos conocer?
R. No quisiera apabullar con decenas de nombres así que mencionaré solo a dos de ellos. Serhij Zhadán (1974) es un poeta, novelista, dramaturgo y publicista que puede ser especialmente importante en estos tiempos porque proviene de la parte más oriental de Ucrania y sus obras están dedicadas a la guerra que estamos viviendo desde 2014. El segundo nombre es una mujer… Bueno, no puedo ocultarlo: es mi hija Sofia Andrujovich (1982). Pero la menciono no como su padre, sino como su colega-escritor, un colega absolutamente asombrado por sus dos novelas: Felix Austria (2014) y Amadoka (2020). Es una prosa del más alto nivel y uno de los motivos principales de ambas obras es un tema extremadamente doloroso, cruel y en su mayoría desconocido: el de las relaciones ucraniano-judías en el siglo XX.