En su voluntad de ser inclasificable, el poeta, ensayista y traductor Jordi Doce (Gijón, 1967) ha cumplido de nuevo su deseo de publicar un libro que escapa a las etiquetas. En Todo esto será tuyo lo mismo encontramos un recuerdo infantil o una anécdota autobiográfica que un aforismo o una reflexión de tipo social. Se trata de la continuación de Perros en la playa (La Oficina), publicado hace una década, en lo que concierne a su naturaleza híbrida: desde los apuntes, a modo de diario, más discursivos hasta la pulsión poética en determinadas “viñetas narrativas”, como él gusta de llamarlas.
Tan pronto nos revela una idea para un relato como que lanza un dardo envenenado hacia el gregarismo de la comunidad literaria. Son numerosas las reflexiones acerca del momento laboral y creativo que atraviesa la cultura en nuestro país. “El encargo es un engaño sutil: nos hace sentir importantes”, dice. El creador de oficio que es Jordi Doce se desmanda en este libro para mostrarnos al observador curioso que, en la más absoluta omnisciencia, vierte su espectral mirada sobre la realidad. No se conforma con la mera contemplación, sino que escruta cada uno de sus detalles para transformarlos en un vector poético. La poesía, cómo no, atraviesa cada una de estas entradas y dialoga con otras inquietudes artísticas como la pintura o la música. El poeta es consciente de que “el hambre es el motor” del creador, “la fuerza que impulsa y orienta su escritura”.
Al mismo tiempo, “el vacío que debe acompañar la creación necesita ser llenado por el mundo”. Ese mundo es el que ha salido a buscar Doce en este libro, donde cualquier situación, por más anodina que nos parezca, es susceptible de convertirse en una pieza literaria. Por ejemplo, el consuelo de ordenar una biblioteca como quien levanta una trinchera. O la lluvia, que se torna una recurrencia constante a lo largo de las páginas. Sobre ella sostiene teorías que rozan lo extravagante y, por tanto, lo divertido. Y es que “la lluvia, en España”, es una “venganza de las alturas por nuestra incapacidad para mantener la boca cerrada”. En la misma línea, otro de sus aforismos, “el alivio de caminar por una niebla real”, condensa el espíritu de este libro, un modo espectador de estar en el mundo.