Filósofo y youtuber con más de 120.000 seguidores, Ernesto Castro (Madrid, 1990), que revolucionó las apacibles aguas del pensamiento español con obras como El trap. Filosofía millennial para la crisis en España o Memorias y libelos del 15M, debuta como narrador con Jantipa o del morir (Temas de hoy). En esta novela, una suerte de diálogo platónico imposible, imagina la última noche de la pensadora Edith Stein antes de morir en Auschwitz en la cámara de gas, cuando cuatro compañeras intentan convencerla de que acepte que sustituyan su nombre de la lista de condenados por el de un odiado colaborador de los nazis.
Por su parte, el poeta, físico, ensayista y narrador Agustín Fernández Mallo (A Coruña, 1967), autor de Nocilla Dream, Trilogía de la guerra o Teoría de la basura, vuelve a la novela con El libro de todos los amores (Seix Barral), un relato menos distópico de lo que parece sobre una pareja que se refugia en Venecia durante una crisis mundial, mientras ella escribe sobre el amor.
Pregunta. ¿Qué relación que existe entre estas novelas y el resto de su obra?
Agustín Fernández Mallo. No veo mucha vinculación más allá del trabajo con temas que pueden emparentarse, por ejemplo la amenaza de un desastre que parece sobrepasar a los involucrados, o el uso de todo tipo de materiales –ciencia, antropología, arte, poesía, etc– para construir la ficción en red. Bueno, quizá sí hay una conexión. En Trilogía de la guerra un personaje decía que el mal se legisla pero que parecería absurdo legislar el bien, que por ello crece sin límites hasta la hipertrofia. Ese bien es también el amor, que en este libro me dedico a pensarlo y catalogarlo desde cientos de puntos de vista con una trama novelesca. Hablar del amor desde otras perspectivas. De la esfera del mercado (o que llamo “emocapitalismo”) a la esfera clásica.
Ernesto Castro. Yo, en cambio, creo que toda la obra de no ficción que he publicado hasta este libro es un desarrollo de un elemento que atraviesa casi toda mi obra: la preocupación por el lenguaje, y la interrelación entre oralidad y escritura. En Jantipa recupero el género literario y filosófico del diálogo.
“El libro se vende como novela por razones comerciales, pero es un teatro de las ideas”
En realidad, el libro de Castro es el primer título de su Trilogía Platónica, tres novelas inspiradas en tres obras clásicas de Platón, las más literarias, (Fedón, Fedro y El banquete), con tres protagonistas femeninas. El primero es este Jantipa, el segundo, Lastenia o del saber, y el tercero, Fenáreta o la libertad. “Sí, –explica Castro a El Cultural–, son tres mujeres vinculadas con Platón, que yo sitúo en distintas épocas, no en el siglo IV antes de Cristo: Jantipa era la esposa de Sócrates, expulsada de la muerte del filósofo antes de ingerir la cicuta y es el nombre que recupero para llamar a la narradora/testigo de mi diálogo, pero convertida en una estudiante de medicina vienesa; Lastenia fue una de las pocas discípulas de la que tenemos constancia de que acudió a la Academia Platónica y Fenáreta fue la madre de Sócrates. Y la trilogía en su conjunto es un intento de actualizar el género del diálogo filosófico y explorar la posibilidad del intercambio de ideas en el presente, aunque sea situado en contextos históricos como Auschwitz, el París de comienzo de siglo o la Barcelona de la transición”.
El libro de todos los amores, de Fernández Mallo, en cambio, tiene en un solo relato tres polos magnéticos: “el primero es una pareja en Venecia, a fecha de hoy, elegida para sobrevivir a un cambio de era (el “Gran Apagón”) producto de una repentina falta de amor en el mundo. El segundo es una colección de microensayos acerca del amor, que uno de ellos escribe. Y el tercero son sus conversaciones como únicos supervivientes tras ese fin el del mundo. De esa red emerge esta ficción, que no es distópica, sino todo lo contrario. Soy antiapocalíptico por definición, el Apocalipsis es la más antigua manera de meter miedo a la gente a fin de controlarla”.
Microensayos sobre el amor
P. Hace tiempo uno de ustedes, Fernández Mallo, explicó que cuando un problema filosófico se torna personal, se convierte en poesía: ¿es lo que ocurre en sus libros?
“Aquí pienso el amor, lo catalogo desde cientos de puntos de vista con una trama novelesca”
F. M. Me parece todavía una buena definición. La literatura es el camino que va del detalle personal a lo universal. Tal es el mecanismo que hay por ejemplo en este libro, en los microensayos acerca del amor, que exploran los rastros y presencias del amor en los detalles de nuestra cotidianidad y les pone un nombre (amor navaja, amor enfermedad, amor epidérmico, amor huida, etc).
E. C. Yo en realidad profundicé en la vida y la obra de Stein y me di cuenta de que era la gran figura sobre la que edificar mi diálogo, con la diferencia esencial de que se supone que Platón pone sus opiniones en boca de Sócrates y yo filosófica y teológicamente respeto muchísimo a Stein pero no la convierto en mi portavoz. Hice el esfuerzo por actualizar el género del diálogo, para que no sea un mero panfleto a favor de una determinada posición. Tenía esa necesidad moderna de la imparcialidad del autor respecto a los personajes, porque entiendo que el género del diálogo es el más necesario para que el autor aborde preguntas para las cuales no tiene respuestas. Por eso es un diálogo y no un panfleto o un tratado sobre la muerte, porque yo no tengo las respuestas, sino un montón de dudas que planteo a través de los personajes.
Los juegos del mercado
P. Pero, ¿no le tentó debutar en la novela con algo más fácil, no sé, una saga familiar o un relato sobre los millennials y su ausencia de expectativas?
E.C. Ja, ja, al final se ofrece el libro como narrativa, como novela, por razones comerciales o mercantiles y porque en algún lugar hay que ponerlo, pero en mi caso yo quería hacer un teatro de las ideas y sobre todo mostrar también el artificio de ese teatro. Lejos de pretender hacer una novela realista que se sostuviera sobre los elementos narrativos clásicos del personaje fuerte, los tres actos, el arco narrativo, la catarsis, quería exponer el elemento utópico que hay detrás de la posibilidad del diálogo jugando con el anacronismo. Y con personajes de opiniones tan contrapuestas como las del libro.
P. Escribieron ambos relatos durante la pandemia y de alguna manera se hacen eco de ella sus páginas... ¿Qué le deben sus novelas a la Covid-19?
E. C. En Jantipa o del morir se habla de cómo el mayor crimen que cometió la sociedad alemana ante el nazismo y el Holocausto fue la despreocupación por lo que estaba haciendo el poder, y es lo que siguen haciendo hoy nuestros países, nuestros gobiernos, con nuestra indiferencia y nuestro respaldo: mirar hacia otro lado y mantenernos en la más completa ignorancia sobre el dolor o la tragedia ajena. Durante la pandemia hemos visto cómo parecía que la cuestión principal era hacer invisible la muerte. Se ha pretendido escurrir el bulto y fingir su desaparición, como si los muertos no estuvieran presentes en nuestra memoria, en nuestro recuerdo y en nuestras lágrimas.
“El arte conceptual se parece a la escritura. Incluso la física es una suerte de arte”
F. M. En realidad, en mi novela yo estaba pensando en el Gran Apagón de un modo metafórico, pero también es cierto que esta novela la comencé en 2018 y la he terminado en 2022, de modo que también es producto de los confinamientos. Por ejemplo, cuando me remonto al encuentro de Mussolini y Hitler en Venecia, y cómo eso de algún modo da inicio al “borrado” de algunas cosas del mundo, a la creación de grandes bolsas de aire en las que hay una ausencia de sonido, de olores y de luz en la ciudad; ahí de algún modo estaba pensando en la Covid.
P. ¿Y cómo se relacionan en estos libros y en sus obras el arte, la ficción, la realidad y el lenguaje?
F. M. El arte conceptual es muy importante en mi obra, desde siempre. Tiene su porqué. Escribir es una especie de combinación de signos dispuestos en forma de conceptos metafóricos. El arte conceptual es el menos matérico, el que más se parece a la idea de escritura. Por ejemplo, en un límite metafórico, podríamos decir que incluso la física teórica es una suerte de arte conceptual.
E. C. El lenguaje es algo que me interesa muchísimo, es la sustancia con la que trabajo, en la que indago, pero hay que darse cuenta de que el mundo existe con independencia de nuestro lenguaje, y de las categorías de nuestro pensamiento. Lo que más me interesa de Platón es cómo utilizaba varios registros estilísticos para abordar temas diversos y posicionarse respecto a ellos.
Experimentación estilística
P. ¿El discurso filosófico carece quizá hoy de recursos en lo referente a la forma con la que expresa sus ideas?
“Durante la pandemia hemos visto cómo la preocupación principal era hacer invisible a la muerte”
E. C. Creo que tras la época de gran experimentación estilística de la posmodernidad se ha producido una reacción inevitable en detrimento de las posibilidades estilísticas del ensayo, que son muchísimas y están por explorar. Es curioso que al mismo tiempo, muchos de los narradores actuales están explorando la no ficción o la autoficción (Carrère, Knausgard).Y mientras que los filósofos abandonan la floritura verbal posmoderna, de repente todo ese terreno ha sido ganado por los literatos, que escriben desde la no ficción.
P. Si visitan ARCO, ¿en qué galerías o artistas se detendrán?
F. M. Como persona curiosa que soy veré todo lo que pueda. Pero en la última edición, celebrada el pasado verano, me pareció que el mercado volvía a tendencias estéticamente conservadoras, muy seguras. Supongo que tiene que ver con el miedo al riesgo en estos tiempos tan inciertos.
E. C. No sé si estarán presentes en ARCO, pero si van no me perdería las propuestas de Espacio Veta.