Entre las más de mil imágenes que Alejandro García Schnetzer y Ricardo Viel, editores de Saramago. Un álbum biográfico, seleccionaron del archivo de la Fundación que custodia el legado del Nobel, la de la portada es una historia curiosa. Cuenta Viel, periodista y director de comunicación de la Fundación José Saramago, que al principio no encontraban rastro del autor de la fotografía, pero a través de la red finalmente localizaron al psiquiatra Fernando Peres Rodríguez, que les cedió el material gratuitamente tras narrar la anécdota.
En la última parte de su vida, José Saramago (Azinhaga, 1922-Lanzarote, 2010) eligió España como lugar de residencia. Hasta el municipio de Tías, en Lanzarote, acudió el psiquiatra para acompañar a una periodista que iba a entrevistarlo un año antes de la concesión del Premio Nobel de Literatura (1998). Tras el encuentro, alguno de ellos propuso “dar una vuelta” por la isla y, en mitad de un paseo por una de sus playas, el escritor se agachó a coger una piedra. La inmortalización de aquel gesto dio lugar a la portada del volumen que acaba de publicar Alfaguara, cuya presentación tuvo lugar este miércoles en la Casa de América.
Conservada por Saramago hasta el final su vida, la piedra sobre el atril presidió el acto que inauguraba la exposición José Saramago: un diálogo con América Latina. La muestra, cuyo material está contenido en el libro, reúne un repertorio de fotografías sobre la figura del autor portugués en distintos escenarios de Latinoamérica y una emocionante postal enviada a su madre desde La Habana en 1981.
En su intervención, los editores de Saramago. Un álbum biográfico revelaron algunos de los detalles más interesantes del volumen, cuyas 350 páginas albergan 200 nombres y 450 imágenes. “Algunas fotografías fueron tomadas por él mismo”, asegura García Schnetzer. El escritor y traductor argentino, experto en autores como Eduardo Galeano, Clarice Lispector, Pablo Neruda o Alejandra Pizarnik, cuenta que “el propósito fue relatar a Saramago a través de sus propias palabras”.
El proyecto, una fotobiografía que arrastra dos años de investigación y uno de trabajo editorial, contiene fragmentos de obras del autor, citas, diarios de viaje o poemas de Juan Gelman o Jorge Luis Borges. Unos versos de Gelman dedicados al autor de Ensayo sobre la ceguera permanecen en el acceso a la sala Guayasamín, que acoge la exposición en la Casa de América. De Borges, un extracto de El Hacedor también presente en la muestra resume con precisión la personalidad de Saramago y la esencia de este libro: “Un hombre se propone la tarea de dibujar el mundo”.
Saramago. Un álbum biográfico además cuenta con un valioso material inédito que corresponde a cartas con personajes como la editora Carmen Balcells o el escritor Günter Grass, y archivos que acreditan la preparación y el proceso creativo de alguna de sus novelas, como el número de habitación de un hotel en el que se hospedó para recrear el espacio en épocas pasadas.
La idea de Schnetzer y Viel era recomponer el testimonio de Saramago para contar su biografía de su propia voz, y a partir de aquí “que las imágenes abrieran horizontes de sentido”, dice Schnetzer. Ciertamente, palabra e imagen dialogan en este proyecto estructurado en cuatro partes —Espacios/lugares, Lecturas/sentidos, Escritos/creaciones y Lazos/personas— donde las fotografías enriquecen los textos del autor. Muchas de ellas pertenecen a los innumerables viajes que hizo a América Latina y constituyen la escueta muestra de Casa de América.
“Viajó más que nunca en su momento culmen, tras recibir el Premio Nobel”, ha dicho Pilar Reyes, directora de la División Literaria de Penguin Random House, “aunque hasta la mitad de su vida no salió de su país”, recuerda Viel. Aquellos viajes evidencian el “compromiso ético con la ciudadanía”, ha destacado Enrique Ojeda, director general de Casa de América.
Un ejemplo es la fotografía junto a los escritores Raúl Zurita, Gonzalo Rojas y Volodia Teitelboim en Chile, donde acudió en 2003 con motivo de la inauguración de un centro cívico en el Parque por la Paz Villagrimaldi, espacio de exterminio durante la tiranía de Augusto Pinochet. Su persecución como opositor a la dictadura de su país hasta la Revolución de los Claveles en 1974 entronca con su defensa incuestionable de los derechos humanos, muy presente también en este libro y, por supuesto, en la exposición José Saramago: un diálogo con América Latina.
Pilar del Río, presidenta de la Fundación Saramago y viuda del autor, constata su relación “con la cuenca del Atlántico Sur” en la obra La balsa de piedra, sobre la que “algunos vieron un resentimiento” y, en realidad, constituye “un aviso a Europa y a Norteamérica para que mirara hacia el Sur del continente”. Tan intenso fue el hermanamiento, cuenta Del Río, que la última fotografía que se tomó del autor fue en las escaleras de la Casa América.
Argentina, Brasil, Colombia, Chile, Cuba, México, Perú y Uruguay son algunos de los países a los que viajó Saramago. Las instantáneas junto a Mario Benedetti, Gabriel García Márquez o la viuda de Salvador Allende, Hortensia Bussi, están integradas en la muestra, que permanece abierta al público desde el 31 de marzo al 27 de mayo de 2022.
Sobre el volumen de Alfaguara, dice Pilar Reyes que se trata de “un libro rayuela”, en tanto que “puede leerse desde donde se quiera” porque lo mismo es una confesión de Saramago lo que despierta el interés del lector o una de las sugerentes fotografías que contiene.
José Saramago. Un álbum biográfico y la exposición que rastrea su inseparable vínculo con América Latina son los homenajes que sirven como pistoletazo de salida a los actos conmemorativos por los 100 años del nacimiento del escritor, una figura universal con un legado inmarcesible. Y es que “todo el pasado es presente”, como él mismo escribió.