“Somos las mujeres contra las que nuestros padres y madres nos prevenían. Y estamos orgullosas de ello”. Con esta cita de la legendaria activista Gloria Steinem abre María Hesse (Huelva, 1982) su cuarto libro, un volumen en el que recorre el papel que ha tenido la mujer desde la Antigua Grecia hasta la actualidad. El germen de este trabajo, que llega tras Frida Kahlo, David Bowie y El placer, está en las redes sociales, donde Hesse aborda con asiduidad asuntos similares. “El año pasado hice una agenda temática de mujeres poderosas pero el tema está manoseado y quería darle una vuelta a esas malas mujeres que no son tan malas como nos las han pintado”, comenta la ilustradora.
Por las páginas de Malas mujeres (Lumen) desfilan figuras como Pandora, Helena de Troya, Rita Hayworth, Billie Holiday o Zahara. Todas ellas, tanto personajes ficticios como reales, de un modo u otro, fueron o han sido tachadas de ser la personificación del mal. Hesse quiso releer todos estos mitos y los reunió en un libro porque “no hay duda de que la ficción educa y nos condiciona”. La curiosidad llevó a Pandora a abrir la caja de la que se escaparon todos los males, Medusa fue violada por Poseidón pero otra diosa, Atenea, la castigó convirtiendo su melena en serpientes y condenándola a la soledad, y Eva mordió esa manzana que acabó con el destierro del ser humano del paraíso. “Coges una y van saliendo otras. Había personajes como estos o Madame Bovary que los tenía claros”, recuerda.
La necesidad de relatos de mujeres reales
Sin embargo, el proyecto nació con la idea de no incluir a personajes reales pero a medida que iba hilando a unas con otras Hesse se dio cuenta de que “era necesario incluirlas porque veía perfectamente cómo la ficción se extrapola a la vida real y también a la inversa. La ficción se nutre del contexto y el contexto de la ficción”, apunta. La ficción, sin duda, es fecunda en historias y para su investigación Hesse tiró de lectura. “Muchas veces vas enlazando, lees un artículo que te recomienda una lectura y a otras figuras llegas por casualidad”, apunta.
“En la Antigua Grecia las brujas despertaban temor, la Edad Media preservó a su modo la idea de la naturaleza femenina histérica difundida por los griegos y el relato de la magia como poder fuera de control para la mujer se ha mantenido a lo largo de los siglos”, escribe Hesse en diferentes páginas de Malas mujeres. En cualquier caso, la figura de la madre y, sobre todo, la de la mala madre sobrevuela no solo el libro, también la realidad. Medea, Yocasta, Lady Macbeth, Irene de Atenas o María en la serie de Leticia Dolera, Vida perfecta, son algunos de los ejemplos que componen esta parte.
En la ficción, esa figura siempre ha sido retratada como una mujer independiente que, tal vez, lo único que buscaba era una forma de vida diferente a la que se esperaba de ellas. “Nos olvidamos siempre, como también nos olvidamos que pueden enfermar. Cuando somos niñas nos impresiona ver a una madre enferma porque las tenemos como superheroínas, sin debilidades, creemos que no cometen errores y cuando los cometen se les castiga mucho”, apunta.
El cine, campo de las femme fatales
Por estas páginas también desfilan algunas de las femme fatales que han copado los papeles de las mujeres en el mundo del celuloide. Algunas actúan por venganza, otras hacen uso de la seducción para conseguir sus fines. “La parte contemporánea -apunta Hesse- me cuesta más trabajo porque dirijo mi mirada a lo que más me interesa. Por eso, no tengo una conciencia real de hasta qué punto ha cambiado”. También es cierto que “se está viendo que hay un éxito en el relato de otro tipo de mujer. Sin embargo, los hombres han empezado a absorber nuestro relato pero siguen recibiendo más subvenciones y las mujeres siguen siendo un nicho o un cupo”, critica.
La exigencia con la mujer
Desde pequeñas nos han hecho creer que las mujeres somos nuestras propias enemigas. Poco a poco la balanza se va tornando pero antes hay que hacer un ejercicio propio e “interiorizar que no es cierto”. Hay cantidad de relatos que lo perpetúan y en la actualidad “parece que por ser mujeres y feministas nos tienen que caer bien todas las mujeres y no es así, no somos seres de luz ni nada por el estilo”, defiende la autora.
En este sentido, otro de los aspectos que parece que está cambiando es la exigencia con nosotras mismas. La belleza, el maquillaje o la depilación son algunos de esos ámbitos que están empezando a conquistarse. Un ejemplo es el de Frances McDormand, que acudió a la gala de los Óscar de 2021 sin maquillar, o Andie McDowell, que recientemente ha rechazado seguir tiñéndose el pelo para abogar por la naturalidad de las canas.
Por eso, la ilustradora pide que se nos deje “ser mediocres” pues “a la mujer se le exige desde diferentes perspectivas cuando no es posible cumplir con todas las expectativas”. La otra cara de la moneda es el relato que se ha construido sobre la masculinidad y que también habría que “deconstruir”. Son pequeños pasos, por supuesto, pero que son necesarios para cambiar las reglas así que tal y como escribe Hesse en Malas mujeres “es el momento de escuchar, de hablar y ocupar los espacios que nos han sido negados”.