¿Es posible comprender a un artista? ¿Qué misterios esconde? ¿En qué se diferencia del resto de las personas? El novelista neoyorkino Richard Stern, (1928-2013), uno de los grandes narradores de su generación, aborda en Stitch la personalidad artística y lo hace mediante el triángulo sentimental compuesto por un escultor consagrado en el ocaso de su vida, una jovencísima poeta que solo ha publicado un libro sin lograr el éxito y un estadounidense maduro que ha abandonado su trabajo para probar suerte como escritor. Los tres viven en Venecia y sus relaciones se caracterizan por una intensa ambivalencia.

Stitch ha acumulado objetos de arte en una pequeña isla con la ambición de convertirla en un centro cultural. Su colección incluye esculturas propias. Aunque su cuerpo ha declinado, su mente permanece lúcida y no deja de interrogarse sobre la simetría, la proporción, el equilibrio.

Sin embargo, su interés principal no son los aspectos formales, sino la poiesis, la capacidad del arte de dilatar la realidad. El artista es un mago o quizás un demiurgo, pero ese poder no le libra de su cita con la muerte.

Stitch

Richard Stern

Traducción de Laura Salas. Siruela, 2022. 218 pp. 21,95 €

Richard Stern es un prosista exquisito, con una pluma que reproduce los paisajes —urbanos o naturales— con la delicadeza y colorido de un pintor impresionista. Su retrato de Venecia es admirable. Lejos de encadenar tópicos, nos muestra una urbe que combina decadencia y esplendor, melancolía otoñal y serena luminosidad.



Su caracterización de los personajes no es menos brillante. Stitch no es un artista intuitivo, sino un teórico que medita sobre la materia, la forma, la luz. Con una perspectiva amplia, admira indistintamente los logros estéticos de Occidente y Oriente.

Sus especulaciones nunca se despeñan por lo discursivo. Stern sabe integrar el pensamiento del escultor en el relato sin crear disonancias. Nina, la joven poeta, no es tan reflexiva. Su espontaneidad a veces desemboca en conductas intempestivas. Vive para el presente. Ignora los convencionalismos, pero no es amoral.

No pierde la esperanza de ser una gran poeta y piensa que estar cerca de Stitch es un privilegio, pues sus lecciones sobre el arte y la vida pulen su mirada, enseñándola a reparar en lo que ella jamás habría apreciado. Edward no sabe si llegará a escribir algo que merezca la pena, pero prefiere la incertidumbre a la mediocridad.

Stern ha compuesto una especie de tríptico que despliega las tres edades del artista: la juventud (Nina), la madurez (Edward), la vejez (Stitch). Nina y Edward solo son promesas, pero aún disponen de tiempo para plasmar sus sueños. Stitch ha alcanzado la plenitud como creador, pero sus horas están contadas. Sus ojos se limitan a examinar el trayecto recorrido. Su talento no se refleja solo en sus obras.

Su rostro, un paisaje con toda clase de accidentes geográficos, desprende sabiduría. Nina le considera un “viejo hechicero”, pues basta con estar a su lado para descubrir una sinfonía de colores en el fuego de una chimenea.

Stitch es una gran novela que no esconde su ambición: explorar la creación artística, buscar un sentido a la existencia

Stitch es una gran novela que no esconde su ambición: explorar la creación artística, comprender los afectos, buscar un sentido a la existencia. La conclusión no es optimista. Nunca es posible entenderlo todo. La vida se parece a un juguete desmontable, pero se han perdido las instrucciones de montaje.

Maestro de la introspección y con un preciso dominio de la arquitectura narrativa, Richard Stern apenas es conocido en España. Espero que ese hecho se corrija, pues sus obras poseen el rasgo distintivo de la gran literatura: hacer habitable un mundo cuyo significado se nos escapa, pero cuya belleza no deja de deslumbrarnos.

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