“Corazón” como palabra clave en esta nueva colección de Alejandro Duque Amusco (Santander, 1949), presente ya en el título, se reitera en los poemas. Hay que decir también que Un único corazón es expresión de Vicente Aleixandre en su “El poeta canta por todos” de Historia del corazón y que Duque Amusco es, además de poeta verdadero —ahí están sus anteriores libros y la reciente antología Noche escrita—, uno de los investigadores más reconocidos en la obra de Aleixandre, a quien no deja de recordar en los versos de “Años después”.
Esa conciencia de ser la voz de todos y para todos, de un corazón ya no propio, sino que late en cada pecho, se hace de nuevo verbo en este libro y así se lee en el prólogo: “la poesía es una hermosa fraternidad que nos concierne a todos”.
Memoria, amor y tradición, se dice en el prólogo, conforman ese “gran triángulo del conocimiento por el que se desenvuelven la poesía, el arte”. No son palabras vanas, la lectura de Un único corazón lo confirma. La sección “Servidumbre de amor” la componen poemas que toman pie en textos de otros, como ya había hecho en publicaciones anteriores.
No es solo que solo se puede pensar la escritura más que después de haber leído —“Releía los versos del maestro de amor”, como se refiere a John Donne, comienza uno de los poemas—, sino que las experiencias ¿acaso no se han producido ya en otros? Pero no hay aquí imitación, sumisión a lo leído, sino renovación de lo ya escrito, revivido en una palabra que acaba siendo nueva.
Como dice otro de los poemas, “Nada muere del todo”, pese a que el desastre cósmico, se recuerda, hará desaparecer el mundo y con él la humanidad, pero el poeta escucha al tordo de John Keats que le dice “No te inquietes por nada” y concluye con la reflexión “Todo y nada son caras de una misma moneda”. Mientras la catástrofe llega está el presente para vivirlo.
No hay aquí imitación, sumisión a lo leído, sino renovación de lo ya escrito, revivido en una palabra que acaba siendo nueva
“Memento” da título a un conjunto de poemas en torno a la muerte, “la sombra de un sueño”, ya sea tratada con humor irónico en “Postrimerías”, ya en clave elegíaca como en “A Jania”, una alumna fallecida en su juventud —el poeta fue profesor—, un poema pleno de emoción, de lamento por la desaparición de la estudiante a la que la muerte ha convertido en “maestra mágica”.
Hay en Un único corazón, como en todas las publicaciones de Duque Amusco, poesía verdadera, emoción, canto al amor, al mundo, a la vida aun cuando conlleva la muerte, dicha en un lenguaje musical, que renuncia a excesos retóricos para decir poesía y verdad.