El pasado enero moría Ángel Guinda (Zaragoza, 1948), reconocido poeta, traductor, ensayista. Su poesía, crítica con lo establecido, tiene la muerte, como se recuerda en la nota que acompaña a esta edición, como uno de sus temas fundamentales, “Morir es traducir la vida”, pero fue también un cantor del amor y así se muestra en esta antología.
Publicados los poemas entre 1977 y 2022, los tratamientos de lo amoroso son variados. Se le da al amor una potencia cósmica —“Toda la luz del mundo pasa por tu mirada”— y no falta la muerte en esta poesía amorosa —“Contigo quiero probar / hasta dónde Placer / resiste frente a la Muerte”—.
Si la lengua francesa nombra el tiempo postorgásmico como “petite mort”, Guinda hablará de la unión de los cuerpos como “la muerte de la muerte” –“Goza, muere entre mis brazos”, confesará la “desazón incómoda / de mantener amores con la muerte”– e insistirá en el amor más allá de la muerte: “No me voy a morir mientras tú vivas. / Cuando te vayas seguirás en mí”.
Hay en la escritura de Guinda una insistencia en la expresión contradictoria y el oxímoron y el enigma del amor parece propiciarlo: “Somos pareja pero somos uno”, “Qué claro amor oscuro”, “Lo imposible posible eres tú”, “La vida que me mata eres tú”, “Salgo del mundo cuando entro en ti”, etc.
Testimonio de amor y testimonio, como toda su obra, de la pasión, desde la obsesión por la muerte, por la vida y la poesía.