El éxito de la novela neorrural, impulsada por ensayos como La España vacía, de Sergio del Molino; autoficciones como Feria, de Ana Iris Simón, y ficciones como Intemperie, de Jesús Carrasco o Malaventura, de Fernando Navarro, entre otras muchísimas, ha impulsado a numerosos autores a debutar reivindicando sus raíces.
Como María Sánchez (Tierra de mujeres); Irene Solà (Los diques, Canto yo y la montaña baila); Rafael Navarro (La tierra desnuda) o Núria Bendicho (Tierras muertas), Julia Soria (La Mallona, Soria, 1948) recupera en su primera novela, Campos azules, los recuerdos de una niña muy parecida a ella, cuando, ya adulta, debe volver con su hermano a su pueblo natal para “deshacer la casa” de la abuela, que su madre ha decidido vender.
Allí, donde todo ha cambiado para que todo siguiera igual, la mujer evoca a la niña que fue, y cómo tuvo que abandonar su paraíso, el pueblo, cuando su familia decidió trasladarse a Barcelona buscando una vida mejor. Abrumada por la nostalgia, acabará enfermando y la mandarán de vuelta al pueblo, con su abuela, para recuperar el ánimo.
['Tierras muertas', un drama neorrural sobrecogedor]
Con delicadeza y sencillez, y una prosa brillante, Julia Soria empapa de sensaciones un relato en el que no falta un crimen, algo de violencia y mucha ternura.