El título escueto, La ciudad, que pone Lara Moreno a su nueva novela hace pensar en un relato urbano panorámico, a la manera de La colmena, de Camilo José Cela, o La noria, de Luis Romero. Pero no es ese el propósito de la autora andaluza sino algo diferente: mostrar situaciones representativas de la vida por mediación de un espacio reducido, una casa de viviendas, a la manera de Lauro Olmo en Ayer, 27 de octubre. Así, unas pocas anécdotas particulares con carga simbólica buscan un retrato colectivo de época.
Tres historias emplaza Lara Moreno en un edificio de varias plantas situado en un barrio popular y multicultural de Madrid, Lavapiés. La más original, intensa y de mayor calidad refiere una tormentosa relación erótico-afectiva. Una joven separada y madre de una niña, Oliva, maquetista de publicaciones, tiene una dependencia malsana de Max, un amante paranoico y maltratador. Se trata de una pieza de exploración de enfermedades del alma abrumadora por la densidad de la indagación psicológica a partir de dos personajes en el límite de los trastornos mentales.
En otro piso de la casa, una emigrante colombiana, Damaris, cuida los niños de una familia de clase media acomodada de cuyo egoísmo es víctima. También tiene un enfoque psicologista, pero en el episodio brilla un pasaje, un terremoto, donde Moreno muestra su capacidad para la descripción, escasa en el resto del libro.
La historia restante se localiza en el cuchitril que fue vivienda del portero, donde Horía, una temporera marroquí, ha encontrado provisional sosiego a sus tremendos sufrimientos anteriores.
Las duras andanzas de Oliva, Damaris y Horía sustentan un empeño conjunto, pintar un retablo de mujeres que sufren y luchan por sobreponerse a sus traumas. Este propósito lo subraya el que las causas de sus males sean tan diferentes, dos de carácter socio-económico y la otra de índole individual. Esta intención le da un mínimo carácter unitario a una obra anecdóticamente dispersa.
'La ciudad' resulta un libro conmovedor, de lectura impactante, ejemplar por su capacidad de captar y expresar el sufrimiento humano
También la forma busca la unidad. Lara Moreno presenta las peripecias alternando los sucesos. Estos saltos no se libran de un efecto un tanto mecánico, aunque proporcionen dinamismo al relato y tensen la atención del lector.
Pero no es este el reparo mayor que merece tal engranaje. El procedimiento no parece del todo afortunado porque desvirtúa la auténtica fuerza novelesca de la obra. En realidad, Lara Moreno tiene entre manos no tanto tres historias conexas por el forzado pretexto del edificio como tres nouvelles independientes, densas, hermosas y lacerantes.
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De todas maneras, con esta construcción La ciudad resulta un libro conmovedor, de lectura impactante, ejemplar por su capacidad de captar y expresar el sufrimiento humano, que a ratos se lee con el corazón en un puño y a ratos incita a sublevarse contra este mundo injusto y contra nuestra misma condición. Por ello La ciudad pertenece, en gran medida, a la literatura social, a la buena, la que se escribe con verdadero sentimiento y sin sujetarse a viejas fórmulas.
Poeta y narradora
Onubense nacida en Sevilla por azar, Lara Moreno (1978) se dio a conocer como autora de relatos con Casi todas las tijeras (2004) y Cuatro veces fuego (2008). Ese mismo año publicó su primer libro de poemas, La herida costumbre (2008), al que seguirían Después de la apnea (2013) y la antología Tempestad en víspera de viernes (2020). Debutó como novelista en 2016 con Por si se va la luz y en 2017 se convirtió en la editora anual de Caballo de Troya.