Las aportaciones de Fernando Ortiz (1881-1969) al estudio de las raíces culturales afrocubanas marcaron un antes y un después. Etnólogo, antropólogo, jurista, arqueólogo y periodista (además de criminólogo, lingüista, musicólogo, historiador y geógrafo), Ortiz fue autor de una copiosa bibliografía que incluye títulos como Los negros brujos (1906), Las rebeliones de los afrocubanos (1910) o El engaño de las razas, esta última una de sus obras más importantes, publicada en 1946, que ahora es recuperada por la Editorial Universidad de Granada con edición de José Antonio González Alcantud.
El ”sabio cubano”, como lo define en el prólogo Miguel Barnet, presidente de la Fundación Fernando Ortiz de Cuba, fue uno de los primeros en definir la cubanía como una vocación del ser cubano y la cubanidad como una “argamasa etnográfica de esa cubanía”. Barnet considera su enorme obra como fundacional, “basada en las raíces ignotas y escamoteadas de la realidad nacional y de sus contextos sociohistóricos”.
Así es como empezó a aplicar una metódica que lo emparentaba, precisa, “con la sociología de la escuela de Chicago y con las lecciones recibidas de su maestro de España, Sales y Ferré”.
Título: El engaño de las razas
Autor: Fernando Ortiz. Edición: José A. González Alcantud
Editorial: Universidad de Granada
Año de edición: 2022
Disponible en Editorial Universidad de Granada
Disponible en Unebook
“Un pueblo que se niega a sí mismo está en trance de suicidio”, llegó a sentenciar Ortiz, que fue creador además de múltiples revistas e instituciones como la Sociedad de Floklore Cubano y la de Estudios Afrocubanos. “Moderno, transgresor, consciente y paciente, marcó el rumbo para alcanzar lo que Miguel de Unamuno llamó la verosimilitud, mediante una aguda reflexión filosófica y un método transcultural que puso en el festín de los desposeídos los alimentos del espíritu”, señala Barnet.
Esta edición de El engaño de las razas de la Universidad de Granada va acompañada además por los artículos de Iris Laureiro Ramírez y Mely del Rosario González Aróstegui, titulado ‘Controversia sobre el hispanoamericanismo, el panhispanismo y la hispanidad. Las visiones de Fernando Ortiz y Rafael Altamira’, de José Antonio Matos Arévalo (‘El fantasma de la raza y los racismos’) y de José Antonio González Alcantud (‘El racismo tras la Segunda Guerra Mundial y el paradigma de las “razas del alma” en Fernando Ortiz’).
Reconquista intelectual
Ramírez y González abundan en el concepto de ‘panhispanismo’ del etnólogo: “Al parecer, el primero en denominarlo así fue el pensador cubano Fernando Ortiz en 1910 al referirse a las intenciones de reconquista intelectual de España en América, especialmente en Cuba”.
Barnet considera que es con la publicación de Contrapunteo cubano del tabaco y el azúcar donde Fernando Ortiz sienta cátedra universal, en 1940, en las ciencias sociales: “Esta obra reveladora del talento personal, científico y literario de Ortiz fue pionera en los estudios socioeconómicos del continente. Metáfora elaborada en sapiencia y hondo calado, Contrapunto… apunta sobre los orígenes y las causas de la economía dependiente de la Isla y sus vertientes políticas, mostrando una imaginación sociológica digna de los postulados de Wright Mills y Lévi-Strauss”. Según Barnet, anticipándose a ambos, Ortiz expone la historia de estos productos “en un contrapunteo que supera cualquier valoración precedente”.
En Ortiz descubriremos los secretos de la africanía, su hechizante mundo místico y estético, la relación entre cultura y patria, los caminos de la identidad, abismos profundos que salvaremos con auténticos retos intelectuales, su sentido del humanismo, los hechos históricos relacionados con la esclavitud y la trata mercantil del esclavista, la rica diversidad, un enorme legado para las nuevas generaciones y un enfoque en extremo original sobre, en muchas ocasiones, el laberinto antropológico.
“La categoría de transculturización, esencialmente sociológica -reflexiona Barnet-, así como su concepto dinámico de la cultura lo convierten en un novedoso forjador de las ciencias sociales contemporáneas. Se negó siempre a expresarse en términos absolutos. A su vez, se alejó de un positivismo radical para convertirse en un seguidor fiel del electivismo cubano. Fue integrador, revalorizador y pionero de los estudios afrocubanos, lo que lo distinguió, con mucho, de la mayor parte de sus colegas”.
Sobra la idea de raza
El libro de Ortiz se convierte así en una fuente de impacto intelectual en el que reflexiona sobre la idea de raza y sus interpretaciones: “La ‘raza’ es un concepto humano tan histórica y científicamente convencional y cambiadizo como social y vulgarmente altanero y despiadado. Pocos conceptos hay más confusos y envilecidos que el de ‘raza’. Confuso por lo impreciso, envilecido por los despreciables menesteres políticos y sociales en que ha sido empleado. El mismo vocablo de ‘raza’ no tiene una pura generación y llega a nosotros manchado de infamia. ‘Raza’ es voz de mala cuna y de mala vida. Se dice que el concepto que hoy se tiene por lo común de la raza es relativamente nuevo en la historia, fijándose su aparición por el siglo XVI”.
Ortiz concluye en El engaño de las razas que “parece valedera la opinión, muy corriente entre antropólogos y psicólogos, de que el ambiente ejerce predominio en los fenómenos psíquicos y sociales de la humanidad. O lo que es igual, en las actividades características de la especie humana parece predominar la hechura sobre la natura”.