Casi un año después de la muerte de Almudena Grandes (Madrid, 1960-27 de noviembre de 2021), cuesta asumir que ya no volveremos a escuchar su voz grave, rota de tanta vida. Pero al menos, como decía el poeta Blas de Otero (y cantaba Paco Ibáñez), nos queda la palabra, sus libros y su novela póstuma Todo va a mejorar, que lanza estos días Tusquets.
Con más de cinco millones de ejemplares vendidos de sus obras y traducida a treinta idiomas, lo cierto es que en vida Grandes fue un verdadero fenómeno editorial desde que a los veintinueve años conquistase el premio de novela erótica La sonrisa vertical con Las edades de Lulú. Muy controvertida en su momento, recibió críticas feroces mientras un público ávido de nuevas voces devoraba el libro gracias al boca a boca, hasta superar el millón de ejemplares. Su éxito fue tal que al año siguiente Bigas Luna rodó una versión cinematográfica con guion coescrito con la autora por el que ambos fueron nominados a los premios Goya en 1991.
El libro tuvo también una consecuencia inesperada: la literatura erótica dejó de ser considerada un subgénero vergonzante, lo que acabó condenando al premio y a la colección que lo albergaba a su desaparición.
[La novela que sirvió como “refugio” a Almudena Grandes en el final de su vida]
Ella, sin embargo, no se dejó arrastrar por la fama y, como destaca ahora el crítico Santos Sanz Villanueva, “de inmediato fijó un modelo narrativo sólido y permanente”. En un momento, comienzos de los 90, en que estaban de moda el posmodernismo narrativo y los argumentos minimalistas, “Grandes reivindicó el realismo decimonónico de fuerte psicologismo, tramas anecdóticas complejas, dosis altas de ganga sociológica y folletinesco”, explica. De ese periodo son Te llamaré Viernes (1991), que no rozó la aceptación de Las edades de Lulú; Malena es un nombre de tango (1994), que Gerardo Herrero adaptó al cine en 1996 con Ariadna Gil como protagonista; el libro de relatos Modelos de mujer (1996) y Atlas de geografía humana (1998).
Ya en el siglo XXI publicó Los aires difíciles (2001), de la que Sanz Villanueva destaca el sustrato tradicional de “una compleja historia de pasiones que conjuga condicionantes individuales, históricos y sociales”, hasta construir “una especie de microcosmos representativo de nuestra naturaleza, donde a pesar de predominar la maldad, hay un fondo de honradez”.
Traducida a treinta idiomas, de sus obras se han vendido más de cinco millones de ejemplares
Tras Castillos de cartón (2004), historia de un trío sentimental marcado por la juventud, la inseguridad y la rivalidad, que fue llevada al cine por Salvador García Ruiz, vendrían el libro de relatos Estaciones de paso (2005) y la novela El corazón helado (2007), su segundo libro más vendido, con 550.000 ejemplares.
Se trata de una narración monumental, de casi mil páginas, en las que cualquier parecido con la realidad no es pura coincidencia, pues, como proclamaba la autora en el propio libro, “los episodios más novelescos e inverosímiles de cuantos he narrado aquí, están inspirados en hechos reales” (pág. 924). Es, según Ángel Basanta, una novela impresionante, hasta entonces “la más ambiciosa de las suyas y la mejor, tanto por la ingente articulación de historias, sentimientos, pasiones y emociones en su contenido, como por el maridaje de tradición y modernidad en su estructura narrativa”. Quizá por eso, “por esa mirada atenta y sensible para detenerse en el detalle minúsculo y levantar sobre él todo un universo novelesco”, es una de las novelas de Grandes que Pilar Castro prefiere.
Los episodios
Fue entonces cuando Almudena Grandes emprende su proyecto más ambicioso: la serie de novelas titulada “Episodios de una guerra interminable”, en homenaje a los Episodios Nacionales de su admirado Benito Pérez Galdós. Compuesta por seis novelas, de las que hasta el momento sólo cinco han visto la luz, Tusquets (su primera y única editorial) lleva vendidos 1.650.000 ejemplares en español de la serie, que comenzaba en 2010 con Inés y la alegría.
Novela histórica de alto voltaje político, en ella narra un capítulo casi desconocido de la Guerra Civil, la invasión republicana del Valle de Arán, en realidad “la única intentona armada tras la contienda que pudo haber cambiado la historia de España”, según explicó a El Cultural la propia autora. Galardonada en México con el premio Elena Poniatowska y en España, entre otros, con el de la Crítica de Madrid, el jurado de este certamen celebró cómo había sabido mantener vivos desde las primeras páginas “la intensidad, la conciencia y el nervio narrativo que han convertido a su autora en una de las novelistas más destacadas”.
Y, por si los premios no hubiesen sido respaldo suficiente, también acompañaron las ventas: con 400.000 ejemplares vendidos sólo en español, Inés y la alegría fue el mayor best seller de toda la serie.
Según Ascensión Rivas, “el rasgo principal de su literatura fue la coherencia”
Porque, como subraya Ascensión Rivas, si algo caracteriza la trayectoria de la escritora madrileña es que tenía “el mayor bien del que puede disfrutar un escritor: contaba con el reconocimiento del público, un valor incontestable. El rasgo principal de su literatura –sospecho que igualmente de su vida– era la coherencia porque tuvo como bandera la libertad, aunque en algunos momentos no le resultara fácil”.
Con problemas o no, dos años después Tusquets lanzaba El lector de Julio Verne, la segunda entrega de los Episodios, con un escenario distinto –un pequeño pueblo de Jaén–, pero abundantes vasos comunicantes entre los dos relatos, como el círculo de exilados en Toulouse o el restaurante montado allí por Inés. Se trataba, en palabras de Santos Sanz, de una ficción que “se servía de los procedimientos de la narrativa popular para recrear el fanatismo y la sangrienta represión de la alta postguerra, al servicio de un mensaje rotundo a favor de la libertad, encarnada en los abnegados comunistas”.
Entre la ficción y la realidad
Del éxito de la serie da cuenta el que este libro, el menos vendido de todos, alcance los 290.000 ejemplares. Casi los mismos (300.000) que superó la tercera novela de los Episodios, Las tres bodas de Manolita, la novela de Almudena Grandes que prefiere Santos Sanz Villanueva “por cómo funde verdad emocional y penetrante testimonio de época”. Situada en el Madrid devastado inmediatamente posterior a la guerra civil, en ella la autora mezcla personajes de ficción a los que trata como si fueran reales (Manolita), con personajes reales a los que maneja como personajes de ficción, como el escritor y anarquista Antonio de Hoyos.
Besos amargos
En 2015, Grandes interrumpe la publicación de sus Episodios para lanzar Los besos en el pan, una novela sobre los estragos de la crisis en los ciudadanos más vulnerables, víctimas de lo que la propia narradora definió como “la guerra encubierta de los especuladores contra la democracia”. Tras este indignado relato, retoma su serie histórica con Los pacientes del doctor García (2017). Esta cuarta entrega no sólo conquistó el Nacional de Narrativa, sino que superó los 350.000 ejemplares vendidos y es hoy, a juicio de Lourdes Ventura, su mejor obra.
Por el momento, la última novela publicada de la serie es La madre de Frankenstein (2020), en la que, según Sanz Villanueva, “frente a la España intolerante de la dictadura, unos cuantos personajes, encarnación de un sufrido exilio interior, lanzan un clandestino grito de rebeldía”. Aunque cuando murió se anunció que había terminado y entregado Mariano en el Bidasoa, finalmente se cruzó en su camino Todo va a mejorar y no llegó a escribir la última novela de los Episodios. Iba a reflejar, según la propia Grandes, la España de 1964, aquella en la que el franquismo celebró los 25 años de paz y comenzó “la verdadera transición. Fue cuando los españoles descubren que se puede vivir de otra manera”. Y que todo va a mejorar.
Una vida en cinco libros
Las edades de Lulú. 1989. Una joven de quince años, Lulú, se enamora de Pablo, un profesor de universidad amigo de su hermano, y logra seducirlo años después, estableciendo una relación rebosante de juegos, fantasías y deseos prohibidos que la llevan a entablar relaciones que escandalizarían a los biempensantes, con tríos y orgías.
Los aires difíciles. 2002. Juan y Sara rompen con su amargo pasado, marcado por el peso de la culpa en el caso del primero, y de penosos recuerdos en el de la segunda, y emprenden una nueva vida en una urbanización costera cercana a Cádiz, pero acaban confirmando la verdad de un latiguillo repetido en la novela: un pasado difícil produce hijos difíciles.
El corazón helado. 2007. Vertebrada en torno a la historia de dos familias, los Fernández Muñoz y los Carrión, desde la guerra civil hasta la muerte de Franco, la transición y un presente situado en 2005, la novela narra peripecias individuales y colectivas representativas de las dos Españas del poema de Machado, de donde procede su título.
Los pacientes del doctor García. 2007. Basada en hechos reales, pues la llamada “red Stauffer” existió de verdad, esta novela de espionaje político narra cómo en 1946 varios personajes intentan infiltrarse en una organización clandestina de evasión de criminales nazis, dirigida desde Madrid por la falangista alemana y española Clara Stauffer.
La madre de Frankenstein. 2020. Relato de seres torturados, es la historia del psiquiatra Germán Velázquez Martín, quien, a su vuelta del exilio en Suiza, comienza a trabajar en el Manicomio de Mujeres de Ciempozuelos, donde trata a Aurora Rodríguez, la célebre parricida que asesinó a su hija Hildegart.