Hace varias décadas el crítico francés Roland Barthes indicó que todas las fotografías tienen un punto, un lugar en la imagen, donde se concentra el sentido de la misma. Igual sucede en la mejor literatura, y su punto lo constituye la confluencia de la experiencia biográfica y la relevancia social del tema tratado.
La escritora brasileña, y desde hace poco española, Nélida Piñón (1937-2022) sabe conjugar perfectamente cuanto llega a su pluma la reflexión íntima, personal, y cuanto proviene de las circunstancias del entorno en que vive. Ya la multitud de premios literarios que ha recibido, como el príncipe de Asturias de las Letras (2005), las funciones públicas que ha desempeñado, ser la primera mujer directora de la Academia Brasileña de las Letras, señalaban su talento.
Si bien, como digo, ella pertenece a esa fuerte corriente de novelistas donde la riqueza de la conciencia personal se funde con la sociedad en la que escribe. Pienso en William Faulkner, en Albert Camus, en Philip Roth, y en la mejor novelista de su tierra, la nacida en Ucrania de nacionalidad brasileña Clarice Lispector.
A veces, la literatura escrita en el continente americano viene marcada con el sello del realismo mágico, que nos dejó, entre otras, la obra de García Márquez, pero Nélida pertenece a otra corriente, más cercana, para dar una mejor indicación, al primer Mario Vargas Llosa, aquel donde las pasiones humanas aparecen contadas con una alta dosis de contenido físico, de sudor, sexo, dolor y violencia.
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Su legado lo constituyen veinticinco libros, entre novelas, cuentos y ensayos. Ya desde sus comienzos literarios la novedad de sus propuestas atrajo la atención, la primera novela, Guia-mapa de Gabriel Arcanjo (1961) supone un diálogo entre Mariela, una mujer, y el arcángel Gabriel, que abordan un tema controversial, el deseo de vivir al margen del dogma cristiano.
En la década de los setenta, cuando trabajaba en un programa de escritura creativa en la Universidad Federal de Río de Janeiro, publicó tres novelas de carácter erótico, siendo La casa de las pasiones (1972), la mejor conocida. Aquí encontraremos otro componente de su narrativa, el elemento pasional, que se une al religioso de sus primeras entregas. No faltaron quienes la criticaron por abordar asuntos sexuales. Son los que siempre olvidan que el sexo constituye un fundamento del ser humano y cuya
influencia sobre nuestro actuar resulta inescapable.
La república de los sueños (1984), sin duda su obra maestra, donde el punto de su literatura aparece en todo su esplendor. La lengua nelidiana altamente innovadora y de un enorme contenido poético, lleva al lector por caminos desconocidos. Esta novela es en gran parte autobiográfica, inspirada en el hecho de que su familia emigró de Galicia a Brasil.
Piñón diseña una saga familiar ocurrida a lo largo de varias décadas, que nos llevan a ambos lados del Atlántico, Galicia y Brasil, buscando los orígenes, buscando mitigar el dolor producido por la emigración, el abandono del país de nacimiento. La muerte de la abuela Eulalia, que llegó a Brasil desde España con su marido, Madruga, un hombre que busca la fortuna y el éxito con una voluntad de hierro, la permite ir mezclando la realidad presente narrativo con unas historias medio legendarias que evocan el ayer, que de alguna manera alivian la dureza del presente.
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Una furtiva lágrima (2019) es un diario de la vida íntima y de escritora de Nélida Piñón. Su persona, la familia, sus creencias y dudas sobre la labor literaria, junto a la interacción con la literatura que la inspiró, el entorno que la definió, y siempre la lengua portuguesa, su vehículo expresivo, y su condición de mujer, gallega, brasileña, todo ello viene condensado en un texto absolutamente brillante, único, que representa una escritora universal.
Creo que la palabra que ella utiliza para definir su formación es múltiple, que alude a una realidad muy actual, donde el nacionalismo, su estrechez mental y cultural, ha perdido la batalla en un mundo donde la diversidad no es una enseña ni una bandera, sino la realidad.
Su relación con España, fuera de lo personal, ha sido siempre muy importante, recuerdo ahora el doctorado honoris causa concedido por la Universidad Santiago de Compostela. Fue así la primera mujer en recibir este honor, destacando así el irrenunciable feminismo de la autora.
Voces fatalistas proclaman la inminente desaparición de la literatura, lo cual no es verdad. Sucede que estamos perdiendo lectores, pero escritoras como Nélida Piñón, varias de cuyas obras acabamos de bosquejar, abordan temas del día, el sexo, la inmigración, la relación con realidades sociales, y entablan debates personales, sobre religión o coyunturas culturales nuevas, todo ello resulta en propuestas argumentales que deben interesar a esos potenciales lectores.
Los lectores quizás despistados por la disonancia cognoscitiva del presente, cuando lo que se dice no corresponde con los hechos, pueden reconectar con la realidad narrativa tan artistamente descrita en la obra de esta nuestra novelista brasileña.