Hola, amigos:

Podéis empezar a escribir sobre la hierba.

El ganador de la semana pasada, dedicada al optimismo, ha sido…:

gpm

En la guerra, los optimistas fueron los primeros en morir.

Conjugado el verbo en presente, “son" en vez de “fueron", nos hallaríamos ante un aforismo delicioso, perdurable, porque da una visión exacta de lo que sucede en las guerras, donde los verdaderos soldados fallecen enseguida (recuerde, quien lo hayan leído, Matadero 5 de Kurt Vonnegut). Los verdaderos soldados son los soldados valientes y no hay mayor valentía que la que promueve el optimismo. La precaución y la cautela conjugan mejor con el pesimismo, que es desconfiado por naturaleza, poco batallador: un pesimista jamás disparará a pecho descubierto porque está convencido de que, si lo intenta, le aguarda la bala de un francotirador.

No solo por su mejor condición física mandan a los más jóvenes a la guerra, sino también por una cuestión de carácter: se necesita gente que se crea inmortal, optimista por naturaleza. He ahí la carne de cañón de ejércitos y grupos armados. Otra virtud del relato es su enorme brevedad: diez palabras con las que se dice todo, no necesita más. Los optimistas mueren primero. Cuidado, amigos, si formáis parte del grupo. A la vuelta de la esquina puede haber un disgusto, pero también una alegría, claro.

Enhorabuena, Gabriel Pérez Martínez, por el relato, magnífico, y por el galardón.

Otros micros pudieron haber ganado:

Noniná

"Tienes que ser optimista. Veinte años, seis meses y un día pasan volando", le aconsejó el primer día su compañero de celda.

gpm

Respiración a respiración hasta quedar sin aire, se convenció de que aquel ataúd era el mejor lugar para vencer, por fin, su claustrofobia.

Horqueta

Su fe inquebrantable en los espejismos le llevó a salir del desierto.

Pugachov

Ante el pelotón de ejecución, le pareció observar que todos los soldados temblaban.

Saludos cordiales.