Manuel Vilas (Barbastro, 1962) es una suerte de masivo autor de culto, verdadero seductor de lectores, desde que hace cinco años evocara en Ordesa la infancia perdida y su íntimo descenso a los infiernos. Finalista del premio Planeta con Alegría (2019), esta semana lanza Nosotros, flamante premio Nadal, la historia de una viuda que persigue la sombra de su marido muerto en los cuerpos de sus amantes, en un viaje iniciático poblado de sombras.
Confiesa Vilas que las primeras frases de Nosotros se las inspiró un tema musical de Mark Isham titulado "Building A Family". “Sí, de hecho, al principio la novela tenía protagonista masculino pero la escritora Ana Merino me dijo: ‘Por dios, ya vale de hombres, ¿no?, todas tus novelas son hombres hablando, pon una mujer, lo sabrás hacer, ya lo verás’, y era verdad, así que inventé una mujer, una mujer eufórica, como el tema musical de Isham. Una mujer buscando la belleza del mundo”.
Pregunta. Si tuviera que definir Nosotros, ¿diría que es una novela de amor?, ¿que trata del placer y del deseo o de la ausencia y la muerte? ¿o es una reflexión sobre la necesidad de vivir al límite?
Respuesta. Todas esas preguntas son buenas para definir la novela. Irene es viuda, piensa que junto a su marido vivió una maravillosa e irrepetible historia de amor, e inventa esa fe, que le ayuda a vivir. La novela se pregunta si existe la perfección en el amor. La mayoría de los seres humanos aceptan que el amor es imperfecto, pero Irene no lo acepta. Tal vez es más fuerte el instinto de supervivencia que el amor. Yo veo la novela como la historia de una mujer que busca el placer, el deseo, la libertad. Una búsqueda de la plenitud. Eso es lo que intentamos hombres y mujeres en nuestras vidas.
[Manuel Vilas gana el Premio Nadal 2023 con la novela 'Nosotros']
P. ¿Realmente se considera un “profesional literario del amor”?
R. Es una frase que dije a la prensa. La razón es que desde Ordesa todas mis novelas hablan de amor. He explorado el amor en la familia, en las relaciones de padres, madres e hijos, y ahora con Nosotros las relaciones amorosas de pareja. No se puede vivir sin amor. Amor a lo que sea, a seres humanos, a la naturaleza, a la belleza, al trabajo, incluso amor al caos, pero amor. Whitman amaba a la humanidad entera, anhelaba la fraternidad universal.
>>Sin amor la vida de los seres humanos se llena de insatisfacción y acaba en la enfermedad mental. Ahora, por fin, estamos hablando de la enfermedad mental, ya era hora. Porque lo normal es deprimirse, angustiarse, sufrir. El sufrimiento mental sale en mis novelas casi siempre. Vivir es un proceso de derrumbe mental. Creíamos que era derrumbe físico, pero es mental. Novalis dijo que “toda enfermedad es enfermedad del alma”.
P. Dos de sus tres últimas novelas han conseguido los premios más importantes. ¿Qué gana y qué pierde como autor al concurrir a ellos?
R. Los premios suponen lectores. Hemos llamado literatura al encuentro a través de la página de un libro de un lector y de un escritor. Sin lectores la literatura no existe. Cuando fui finalista del premio Planeta, con Javier Cercas de ganador, recuerdo que Javier solía decir en las entrevistas que en la literatura el 50% lo pone el escritor y el otro 50% lo pone el lector. Es una forma matemática de decirlo, muy expresiva y muy certera. Por otra parte yo soy muy infantil, y el hecho de que me den un premio lo vivo como un niño que marca un gol y todos los amigos le dan un abrazo. Lo que más me gusta es que la gente a la que quiero se alegre. Alegrar a la gente es maravilloso. Y adictivo.
“Como dijo Fernán Gómez, este es un país dominado por el desprecio. Pero también es berlanguiano y cómico”
P. ¿Ganar el Nadal es cuestión de prestigio, de ambición? ¿Siente que ahora le envidian más o ya no somos ese país dominado por la envidia?
R. El Nadal lo han ganado escritores que son historia viva de la literatura, desde Laforet y Martín Gaite a Delibes. El Nadal es prestigio, sobre todo. Y lectores fieles. Más que envidioso, y como con acierto dijo Fernán Gómez, este es un país dominado por el desprecio. Pero también es un país berlanguiano y cómico. Irene, en la novela, dice cosas muy afiladas sobre España. Personalmente, creo que el peor mal que padecemos es la intolerancia. Hay un restrictivo lingüístico que tendríamos que usar más en la conversación pública, y es “en mi opinión”.
P. ¿Qué relación tiene Nosotros con Alegría, finalista del premio Planeta, y, sobre todo, con Los besos (2021)?
R. Espero que Nosotros esté lejos de Los besos y de Alegría, porque el tipo de escritor que me gustaría ser es el que evoluciona, explora nuevos territorios, desea el movimiento, crecer, cambiar. Siempre me acuerdo de Cervantes, que es el escritor que más se metamorfoseó en la literatura clásica. ¿Cómo es posible que quien escribió La Galatea acabe escribiendo el Quijote y que quien escribió el Quijote escriba el Persiles? Cervantes estaba en movimiento, era un explorador del abismo de la literatura.
P. Esa evolución, ¿se percibe también en sus últimos libros de poemas, Roma y Una sola vida?
R. Estoy muy feliz tanto con Roma como con Una sola vida. Releo esos libros y me despiertan euforia y ganas de vivir. Yo he sido muy feliz en esta vida, y espero seguir siéndolo; y en mi literatura, especialmente en la poesía, he querido celebrar el don maravilloso de la vida.
P. ¿Qué importancia tiene en la novela el soneto de Quevedo “Amor constante más allá de la muerte”? ¿Marca el camino de la protagonista? ¿Es un mensaje en clave para que, al final, descubra la verdad?
R. Es un soneto genial, y oscuro. Ese soneto es muy importante en la novela, porque encierra un mensaje que se revela al final de la historia. El soneto de Quevedo habla del idealismo de los sentimientos, pero lo hace con una belleza misteriosa. Ese soneto es belleza, pero lo que dice es mentira. Una mentira excelente. También es un soneto que encierra el sentido último de la literatura española, y siempre me gusta que en mis novelas se cuele este país llamado España, y cuyo nombre no se puede decir sin sobresalto.
“La literatura es el lugar donde la hipocresía está desterrada, por eso mis novelas hablan siempre de dinero”
>>Si tuviéramos que salvar una página de 14 líneas de los quinientos años de la literatura española, ese soneto salvaríamos. Y salvaríamos una mentira. Eso me encanta. Ese soneto de Quevedo es como la Mona Lisa de Leonardo: no lo entendemos, pero nos hipnotiza.
P. ¿Cómo ha logrado penetrar de esta manera en el alma de una mujer atormentada por la ausencia de su amor?
R. Me han fascinado como lector novelas como La desheredada de Pérez Galdós, Madame Bovary de Gustave Flaubert, la Karenina de Lev Tolstói o la Ana Ozores de Clarín. Era un desafío, y yo necesitaba como escritor entender el alma de una mujer. Soy un gran lector de Emily Brontë y de Virginia Woolf: Cumbres borrascosas y Las olas son dos novelas muy importantes para mí. Lo más difícil ha sido captar el erotismo femenino.
P. En una sociedad tan obsesionada como fascinada por el dinero, Irene desprecia todo el que tiene. ¿Qué importancia le da usted, entre esos dos extremos?
R. Lo desprecia porque lo tiene, pero Irene reflexiona mucho sobre el tener o el no tener. Irene habla mucho de dinero. Todas mis novelas intentan describir y narrar el capitalismo, es mi obsesión literaria. Casi todo lo que sale en la novela viene acompañado de su precio en dinero. La literatura es el lugar donde la hipocresía está desterrada, por eso mis novelas hablan siempre de dinero.
P. ¿Comparte la obsesión de la protagonista por el Mediterráneo, cree que es distinto porque desde él nos contemplan Homero o Safo? ¿Qué papel juega en su relato?
R. El Mediterráneo es el paraíso del capitalismo. La Europa rica del norte viene al Mediterráneo para experimentar el placer absoluto. Hablo mucho del placer en la novela. Hay un personaje, llamado Julio, que es experto en el Mediterráneo. Dice cosas muy divertidas e irónicas sobre ese mar.
P. Hablando del Mediterráneo, ¿realmente no son sostenibles “placer y sostenibilidad”, como afirma uno de los personajes?
R. No, no lo son. La hipocresía está ganando la batalla. Pero en mi novela siempre interviene el humor. No todos podemos vivir en una casa frente al Mediterráneo. Sería insostenible. Como mucho pasamos unos días en verano. La insostenibilidad del paraíso va en el ADN de la democracia. La literatura sirve para señalar las grietas del sistema, pero no para reparar esas grietas.
“La insostenibilidad del paraíso va en el ADN de la democracia. La literatura sirve para señalar las grietas del sistema”
P. ¿Qué importancia tienen el amor y el placer (“Si sientes placer, la vida se cumple”, piensa Irene) para el Vilas escritor, pero también para el Vilas persona?
R. Eso es lo que he descubierto escribiendo esta novela, que sin placer la vida no tiene sentido. Toda la novela es una reivindicación del placer. El placer sigue estando mal visto, porque está asociado a frivolidad y egoísmo. Pero el placer lo es todo y el placer mueve el mundo.
P. ¿Y el sexo?
R. El sexo es placer y conocimiento. Y el sexo sigue siendo un enigma, un conflicto permanente. El sexo es metafísica y es revolución social. Ahora está mutando, y seguirá mutando, cuanto más complejo sea el sexo más sofisticada será una sociedad. Irene, mi protagonista, se acuesta con hombres y mujeres.
P. ¿Le obsesionan (o le preocupan) la vejez y la muerte?
R. Me gustaría vivir cien años, o más de cien años, porque los longevos saben más de la vida que los que mueren pronto. Vivir cien años para acumular comprensión y conocimiento de la vida, para saber más qué demonios es la vida. En el futuro la gente vivirá cien años como mínimo y sabrán más cosas de la vida que nosotros. Por ejemplo, sabrán qué es en realidad el paso del tiempo. Yo me moriré sin saberlo.
P. ¿Está de acuerdo con Irene cuando afirma que “la gente no cree en la poesía y puede que los primeros que no crean son los propios poetas”?
R. Sí, porque para ella la poesía es acción y no solo escritura. Ella quiere vivir poéticamente. Identifica poesía con pasión.
[El tórrido amor prohibido de Manuel Vilas]
P. ¿Y la crítica?
R. Si los lectores no leen poesía culta, ya no sé quién demonios puede leer la crítica aún más culta de la poesía culta que nadie lee. A mí me gustaría que la gente leyera poesía, porque la poesía es el gran género de la literatura. A lo mejor la poesía se ha fugado a otros sitios: a la novela, al ensayo, a la música, al cine. Pues no se puede vivir sin poesía. Acabo de leer Donde muere la muerte de Francisco Brines y es un libro extraordinario, me ha conmovido muchísimo.
P. Su protagonista considera abominables a los políticos enfermos de vanidad: ¿no son la mayoría?
R. En el capitalismo todo el mundo tiene su agenda y su carrera. Los políticos tienen sus ambiciones profesionales y su vanidad. Irene no soporta la autoridad, por eso siente que la política la ataca, porque le obliga a vivir de una determinada manera. La política impone valores morales, y eso es horrible para ella, que quiere vivir bajo su propia moralidad. La política es el reino de la hipocresía, por eso Irene la detesta.
>>Ella quiere saber si se puede vivir fuera de la ley política. Ve que es imposible y se desespera. Todo cuanto vivimos en nuestras vidas lo hacemos bajo un orden político. No bajo un orden creado por nuestra propia voluntad de vida, como quería Nietzsche. Ese es el problema de Irene, el clásico problema de la libertad. No podemos ser libres.
P. Elvis Costello, Leonard Cohen, Erik Satie, Lou Reed, son parte de la banda sonora de la novela. ¿Qué importancia tiene la música en su propia vida y en su obra narrativa?
R. Decía Nietzsche que la vida sin música sería un error. Sin música yo no podría vivir.