Es la publicación española de cultura y pensamiento más longeva. La Revista de Occidente, fundada en 1923 por José Ortega y Gasset, cumple un siglo de vida y sigue manteniendo los principios sobre los que la erigió el filósofo: "rigor, equilibrio, moderación y un uso inexpugnable de la libertad de expresión y de pensamiento", resume su actual director, Fernando Rodríguez Lafuente.
Entre las actividades con las que la revista celebra su primer siglo de historia, destaca una exposición en la Biblioteca Nacional centrada en la primera etapa de la revista, de 1923 a 1936, año en el que la Guerra Civil truncó —aunque no para siempre— aquel proyecto audaz que congregó a la intelectualidad de la época, conocida como la Edad de Plata de la cultura española.
Revista de Occidente fue la tercera publicación que puso en marcha Ortega y Gasset, después del semanario España (1915-1924) y el diario El Sol (1917-1939). En su primera etapa, Revista de Occidente publicó 157 números, y entre sus méritos está el haber congregado en ellos a las principales figuras de cuatro generaciones literarias: la del 98, la del 14, la del 27 y la del 36. Así, entre sus colaboradores figuran Ramón Gómez de la Serna, Rafael Alberti, Francisco Ayala, Federico García Lorca, Dámaso Alonso, Vicente Aleixandre, Pío Baroja, Rosa Chacel, Luis Cernuda, Juan Ramón Jiménez, María Zambrano, Américo Castro, Jorge Guillén, Ernesto Giménez Caballero, Gregorio Marañón, Eugenio Montes, Pedro Salinas, Eugenio d'Ors y un larguísimo etcétera.
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La exposición, titulada Revista de Occidente o la modernidad española, acerca al público la historia de aquella primera etapa, a través de un centenar de objetos, entre ejemplares de la revista y de los libros editados por ella, como el célebre Romancero gitano de Lorca, editado por Revista de Occidente en 1928 y recientemente editado en edición facsimilar por la Real Academia Española. También se muestran ilustraciones, lienzos e incluso películas realizadas en aquella época por sus colaboradores.
La muestra ha sido comisariada por el crítico de arte Juan Manuel Bonet, exdirector del Museo Reina Sofía y del Instituto Cervantes y gran conocedor de la historia de la revista. "Es como si quisieras escribir la historia de tu familia y llegara alguien de fuera y lo hiciera mejor que tú", ha bromeado Rodríguez Lafuente este jueves ante la prensa, horas antes de la inauguración oficial de la exposición, que ha sido organizada por la BNE, Acción Cultural Española (AC/E) y la Fundación Ortega-Marañón.
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"Cualquier persona a la que le interesara la modernidad tenía en su casa ejemplares de la Revista de occidente o algunos de sus libros. Fue un vehículo de difusión de la modernidad, una conexión con el pensamiento europeo, latinoamericano y norteamericano. En definitiva, una revista para el conocimiento de Occidente desde la mirada española", ha resumido Bonet, que se sumergió durante un año en el archivo de la revista para condensar el rico legado de aquellos años en una exposición de pequeño formato que puede verse en la Sala Hipóstila de la BNE hasta el 4 de junio.
En honor a su nombre, la revista ha sido siempre un puente "trasatlántico", dando cabida a grandes figuras de la cultura latinoamericana, así como una esponja de las mejores ideas de Alemania, Francia, Reino Unido o Estados Unidos. Entre sus colaboradores estaban también Pablo Neruda, Victoria Ocampo o Jorge Luis Borges, y en sus páginas se tradujo al español —muchas veces por primera vez— el pensamiento y las obras de Jean Cocteau, Franz Kafka, Sören Kierkegaard, Bertrand Russell, Georg Simmel, Virginia Woolf, Le Corbusier o Edmund Husserl.
Un puente con Latinoamérica
El hecho de que la mitad de la tirada de la Revista de Occidente se enviara a Latinoamérica demuestra hasta qué punto era importante para Ortega la relación con el otro lado del Atlántico. Aún no sabía el filósofo que acabaría exiliado allí, algo que consiguió gracias a que Victoria Ocampo, colaboradora de la revista, sufragó el coste de los pasajes de Ortega y su familia hasta Buenos Aires. Allí, durante una reunión con el escritor Alfonso Reyes, a la sazón embajador de México en la capital argentina, le dijo que "le gustaría ser recordado como Ortega el americano, porque ya entonces se había dado cuenta del enorme capital de la cultura en español, un idioma del que nueve de cada diez hablantes se encuentra al otro lado del océano", afirma Rodríguez Lafuente.
Para ilustrar ese puente bidireccional que la Revista de occidente estableció entre España y Latinoamérica, la exposición aborda su relación con la revista argentina SUR, que Bonet considera "un espejo" de la publicación orteguiana. También ha destacado el comisario que la primera reseña del libro Fervor de Buenos Aires, de Borges, se publicó en Revista de Occidente, mientras que la primera de La destrucción o el amor, de Vicente Aleixandre, vio la luz en la revista Contemporáneos de México.
Cien años, cien piezas
En las vitrinas y paredes de la exposición pueden contemplarse un centenar de libros y obras de arte. Entre ellos, los primeros números de la revista y de los libros publicados por la editorial aneja a ella, como Cal y canto, de Rafael Alberti; Cántico, de Jorge Guillén; Víspera del gozo, de Pedro Salinas; o el mencionado Romancero gitano, de García Lorca. También, por supuesto, las principales obras de Ortega y Gasset, como La rebelión de las masas, España invertebrada, La deshumanización del arte y Vieja y nueva política, una conferencia que se convirtió en el manifiesto de la generación del 14, que él lideró.
También puede verse el Manifiesto ultraísta vertical de Guillermo de Torre (1920), una fotografía de Ortega y Gasset reunido con una docena de colaboradores que le escuchan con atención en la tertulia de la revista, en 1931; o la vanguardista película documental Esencia de verbena (1930), de Ernesto Giménez Caballero.
El arte, muy presente en la revista, también tiene un papel destacado en la exposición, donde pueden contemplarse los diseños realizados —así como algunas obras al margen de la revista— por sus colaboradores gráficos. Entre ellos figuran Francisco Bores, el portugués Almada Negreiros, el uruguayo Rafael Barradas, la argentina Norah Borges, Gabriel García Maroto, el polaco Wladyslaw Jahl, Maruja Mallo, Benjamín Palencia —de quien se expone su magnífico retrato de Rafael Alberti pintado en 1926—, Carlos Sáenz de Tejada —de quien destaca en la sala su cuadro Mañana de Verbena o El Pim, Pam, Pum (1924)— y José María Ucelay.
Aunque la línea gráfica de la revista era plenamente vanguardista, también se incluyen en la exposición dos obras emblemáticas de Zuloaga: el retrato que hizo de José Ortega y Gasset y un boceto que hizo para otro de Gregorio Marañón, cuyo nombre ha quedado ligado al de la revista porque hoy la edita la Fundación Ortega-Marañón.
Fernando Vela, "el aduanero"
El alma de la revista durante su primera etapa fue su secretario de redacción, Fernando Vela, mano derecha de Ortega y Gasset. El filósofo lo llamaba en broma "el aduanero". Vela había sacado la oposición para trabajar en Aduanas, pero Ortega le puso el apodo porque no había un texto que viera la luz en la revista sin contar con su bendición.
Cuando estalló la guerra, Madrid se convirtió en un sitio sumamente peligroso. La revista tenía su redacción en Gran Vía, en el edificio de La Casa del Libro —que este año también cumple un siglo de historia—. La redacción fue asaltada, como decía Unamuno, por "los hunos y los hotros". "Eso demuestra que siempre hemos sido una revista muy equilibrada", afirma Rodríguez Lafuente. Como consecuencia de estos asaltos, la mayoría de los fondos del archivo de la revista fueron expoliados, y hoy, por ejemplo, solo se conservan una docena de originales de las viñetas que aparecieron en los 157 primeros números de la revista.
Otro personaje crucial en la revista fue el escritor Ramón Gómez de la Serna —"hombre orquesta de todas las vanguardias hispánicas", en palabras de Bonet—, del que se expone un ejemplar de su libro Ismos, de 1931, donde plasmó su experiencia con las diversas corrientes estéticas de la época.
Mirando al futuro
La revista sigue viva un siglo después y mirando al futuro. Después de tres décadas de silencio durante la guerra civil y más de media dictadura franquista, renació de sus cenizas en 1963, en un contexto de mayor apertura de la censura tras el nombramiento de Manuel Fraga como ministro de Información y Turismo. Dirigida en esta segunda etapa por José Ortega Spottorno, hijo de Ortega y Gasset, la revista se convirtió, junto a otras publicaciones como Triunfo y Cuadernos para el diálogo, en el caldo de cultivo de la Transición.
Una crisis cerró aquella segunda etapa en 1975, para regresar en 1980 hasta la actualidad. Este mes de marzo la revista publica su número 502, con temas como la crisis energética, el sesgo sexista se la inteligencia artificial, las migraciones y el funcionamiento de los servicios secretos en sistemas democráticos. Asuntos de plena actualidad para seguir estando en el siglo XXI, afirma Rodríguez Lafuente, "a la altura de los tiempos y las circunstancias que estamos viviendo".