La memoria, aunque involuntariamente selectiva o incluso alterada, resulta determinante para articular el relato de unos hechos. Los de la Transición, periodo fundamental en la historia más reciente de nuestro país, han generado controversia y consenso, con distintos grados de intensidad, en determinados momentos. “En los últimos años de la dictadura y, sobre todo, en la Transición se produjo una eclosión de los géneros confesionales y memorialísticos”, según observa Carmen Peña Ardid en la introducción de La Transición española. Memorias públicas / memorias privadas (1975-2021), publicado en Prensas de la Universidad de Zaragoza.
Peña Ardid es una de las dos editoras de este volumen, que recoge 19 estudios realizados con motivo de la celebración de dos encuentros científicos organizados por el proyecto TRANSLITEME, responsable también de un portal temático online —Transición española. Representaciones en Cine, Literatura, Teatro y Televisión— integrado en la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes.
Juan Carlos Ara Torralba, que se ocupa en su texto de las obras Trilogía de Madrid, de Francisco Umbral, y Crónica sentimental de la transición, de Manuel Vázquez Montalbán, es el otro editor de este libro, que se sirve del sustrato autobiográfico y de la perspectiva documental en obras literarias, teatrales, cinematográficas o televisivas para completar un relato panorámico, fidedigno y necesario de aquellos años cruciales en los que nuestro país, tras una dictadura de casi cuatro décadas, se convertía en una democracia parlamentaria.
Título: La Transición española. Memorias públicas / memorias privadas (1975-2021)
Coordinadores: Carmen Peña Ardid y Juan Carlos Ara Torralba
Editorial: Prensas de la Universidad de Zaragoza (UNIZAR)
Año de edición: 2023
La recuperación de la memoria, un proceso que se remonta hasta los últimos años del Franquismo y se prodiga durante los años de la Transición, “emerge como una necesidad tras el silencio impuesto”, apunta Peña Ardid con mucho tino. Es este acontecimiento, que de camino desencadena una producción imprescindible en la historia cultural de nuestro país, el que permite a los participantes en este libro llevar a cabo trabajos tan sustanciales sobre la visión e interpretación del proceso transicional no sólo en los años de su desarrollo, sino en la andadura democrática hasta nuestros días.
La primera sección del libro, “Grandes relatos”, da cuenta de la relevancia del conjunto, por cuanto los dos textos que se incluyen escudriñan el proceso de encumbramiento de dos figuras inexcusables en el periodo que se examina: Juan Carlos I de Borbón, rey de España en aquellos años, y Adolfo Suárez, primer presidente de nuestra democracia. La línea ideológica de los productos televisivos —noticieros de cadenas autonómicas y generalistas, documentales en torno a la figura del rey emérito, etc.— y otras obras como Anatomía de un instante, en la que Javier Cercas relata el 23-F, son sometidas a un riguroso escrutinio.
En “Memoria literaria y escrituras del yo”, el segundo apartado del libro, se integra el texto de Ara Torralba. Las obras de Umbral y Vázquez Montalbán, publicadas en el ecuador de la década de 1980 y trufadas de anécdotas y personajes célebres, constituyen “una urbanización simbólica creíble” de la época, según apunta el profesor Ara. De Umbral también escribe José Luis Calvo Carilla, quien lo denomina “cronista de la Transición”, en la medida en que sus artículos y columnas pergeñan un fresco más que amplio de aquellos años, aunque alerta de su “egolatría”.
Antonio Gala, Eduardo Haro Tecglen, Josefina Molina, Adolfo Marsillach o Francisco Nieva protagonizan las “Escrituras huérfanas: Transición y teatro”, el texto en el que María Teresa García-Abad analiza los “ego-documentos” regados con la “conciencia crítica” de estos dramaturgos. Antonio Gala, por cierto, compara sus memorias con “una casa hecha de adobe” para resaltar su fragilidad.
['Modelo 77': Alberto Rodríguez reescribe la Transición]
Los títulos de los textos correspondientes al ámbito cinematográfico, la tercera sección, son lo bastante elocuentes para dilucidar la influencia que tuvo en la sociedad. “El valor político de la palabra/testimonio en documentales de Pere Portabella”, de José Luis Sánchez Noriega, que considera “el lugar de la palabra y el diálogo como el principal mecanismo de acción política”, es un buen ejemplo de cómo el testimonio ciudadano comienza a imponerse al discurso oficial en la Transición.
Peña Ardid, por su parte, revisa cuarenta años de cine en democracia constatando los cambios de enfoque en el tratamiento de la Transición, pese al progresivo abandono del tema tras la victoria del PSOE en 1982, mientras que Ana Corbalán denuncia la representación de la figura femenina —"cuerpos silenciados y objetos deseados" relegados al estereotipo— en cuatro piezas cinematográficas recientes que se hacen eco de este periodo: 23F: La película, dirigida por Chema de la Peña; Los años desnudos, por Félix Sabroso y Dunia Ayaso; Días de cine, por David Serrano; y La isla mínima, por Alberto Rodríguez.
La publicación de La transición española. Memorias públicas / memorias privadas (1975-2021) es tan importante, entre otras cuestiones, porque se rebela contra el estereotipo y el cliché, a sabiendas de que la Transición ha podido ser manipulada por diferentes intereses. Así, los editores entendieron que el análisis de las obras ficcionales y no ficcionales (algunas confesionales) sería lo más pertinente a la hora de subrayar esas “encrucijadas”, sección medular de este libro.
El hecho de ser una etapa bisagra entre una sociedad supeditada al totalitarismo y otra que disfruta de su derecho a la libertad supone también un conflicto identitario, que a veces obstaculiza la capacidad para valorar ciertos hechos. Por ejemplo, Ernesto Viamonte Lucientes advierte la “representación ‘amable’ del terrorista etarra” en las novelas publicadas desde 1977 hasta 1982, mientras que Irene González y Reyero explora la obra de autores como Rafael Chirbes, que obvia la Transición en novelas como Los viejos amigos, donde los años de la consolidación democrática pasan sin pena ni gloria.
Es preciso apuntar que se trata de un libro colectivo y diverso, si bien los compartimentos no son precisamente estancos. El buen criterio de los editores ha determinado el rigor en la homogeneización. Desde una mirada omnisciente, tan objetiva como severa, se analizan crónicas, biografías, memorias, novelas, películas, obras de teatro, producciones audiovisuales…
Todas estas manifestaciones, que parten de un ejercicio o un impulso personal, conviven con la televisión y la prensa escrita en aquellos años. Por su carácter propagandístico, fueron –y han seguido siendo- los medios más influyentes en la sociedad. No falta el análisis sobre aquellos métodos; tampoco sobre los actuales, teniendo en cuenta que el relato sobre la Transición hoy se ha desplazado al soporte digital y se accede a él, a las distintas interpretaciones, desde la red. Tal vez el mayor mérito de este libro, que pretende nada menos que asir un espacio lleno de claroscuros, es que no deja cabos sueltos.