Barquisimeto
Capital del venezolano estado de Lara, en esta ciudad nació Rafael Cadenas el 8 de abril de 1930. Aunque hoy cuenta con más de 1.250.000 habitantes y es la cuarta ciudad más poblada del país, en aquel entonces era muy pequeña: “Sí, yo creo que tendría unos treinta mil habitantes, era casi un pueblo. Se llevaba una vida muy apacible y en esa ciudad yo viví hasta los veinte años”, recordaba hace tiempo el poeta, que cursó allí parte del bachillerato hasta que, debido a su militancia en el Partido Comunista, fue expulsado del Liceo y tuvo que acabar el bachillerato en Valencia. Con 20 años se mudó a Caracas para estudiar en la Universidad Central de Venezuela.
Familia
Hijo de Toribio y Rosa, a menudo ha reconocido su deuda con su abuelo, que fue, decía, “un buen lector para la época. Había leído novelas de Victor Hugo, piezas de Shakespeare. Recuerdo que él me narraba esas novelas, esas obras de teatro, y yo salía a buscar esos libros para leerlos. Realmente, él era el que tenía cierta cultura literaria. Era muy buen narrador oral, porque, como había tenido una vida típica de nuestro siglo XIX contaba sucesos de las guerras en las cuales había participado”. Fue quien le contagió, además, el entusiasmo por la lectura
Primeras lecturas
Lector voraz desde la infancia, entre los autores preferidos del joven Rafael Cadenas estaban los clásicos españoles, la Generación del 27, sobre todo Pedro Salinas, Rubén Darío “en mi juventud temprana”; después a Walt Whitman, los creadores del poema en prosa, franceses casi todos, “y entre nosotros en Hispanoamérica, Álvaro Mutis, José Antonio Ramos Sucre”. También descubrió con entusiasmo a Rainer Maria Rilke, Fernando Pessoa, Giuseppe Ungaretti, Henri Michaux, William Carlos Williams, Czeslaw Milosz.
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Similar importancia tuvieron para él los prosistas, porque, como él mismo decía, “la influencia sobre la poesía y sobre el autor no es solo de la poesía. Y entre los escritores leí bastante a Antonio Machado, Alfonso Reyes, Baldomero Sanín Cano. Nombro a Machado porque su prosa me interesa mucho”.
Exilios
Expulsado del país por la dictadura de Marcos Pérez Jiménez, Cadenas estuvo exiliado durante cuatro años (1952-1956) en Trinidad, una isla muy próxima a la costa oriental de Venezuela que entonces era aún una colonia inglesa. Y supo sacar partido: como “súbdito involuntario, pero gustoso, de la reina Isabel”, aprendió inglés, “un idioma que leo mucho, pero que hablo sólo cuando viajo a Estados Unidos o a Inglaterra”. En cuanto al exilio en sí, jamás olvida que son muchos quienes “hemos tenido que salir de nuestros países por motivos políticos”. Desde hace años, sin embargo, vive otra suerte de exilio tan o más doloroso: el interior.
Tabla redonda
Tras el derrocamiento y huida del dictador Pérez Jiménez, muchos de los jóvenes que estaban en el exilio, cercanos al Partido Comunista, formaron Tabla Redonda, un grupo de intelectuales, escritores y artistas que editó una revista y entre los que se encontraban Manuel Caballero, “muy antimilitarista y que más tarde se dedicó a estudiar historia y a escribir artículos tremendos contra Hugo Chávez”, Jesús Sanoja, Arnaldo Costa Bello, Darío Lancini y el propio Cadenas. Militantes de izquierda, tenían una posición muy libre en cuanto a la literatura.
El fin del sueño
A principios de los años sesenta el venezolano comenzó a asumir el fracaso de la utopía comunista y de la guerra de guerrillas. A pesar de apoyar la Revolución Cubana, “como casi todo el mundo”, su distanciamiento definitivo se produjo tras la invasión soviética de Checoslovaquia de 1968. De hecho, a menudo ha recordado cómo eran los años en los que se hablaba de un socialismo con rostro humano, “una idea que surgió en Checoslovaquia y que aplastaron los tanques del régimen soviético”. Su desengaño es tal que a menudo sentencia que el comunismo “fue, es un gran engaño”.
El maestro
Cuesta imaginar el impacto que para un joven literato podía tener ser alumno de Cadenas. El poeta y ensayista Rafael Castillo Zapata recordaba en un monográfico dedicado al Premio Cervantes cómo “las palabras que lenta y espaciadamente pronunciaba el maestro me parecieron, al principio, enigmas, acertijos, laberintos que tendría que aprender a recorrer para descifrar ciertos misterios que nos imponía y nos proponía, de buenas a primeras, la poesía”.
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En aquella primera clase, Cadenas leía un fragmento de poema, “y se detenía y callaba largamente, mientras parecía perderse en una lontananza de conjeturas secretas. Emergía de su silencio con una frase. Y callaba largamente.”
"Derrota"
Escrito hace más de seis décadas, cuando Cadenas tenía treinta y dos años y atravesaba una profunda depresión, ‘Derrota’ es su poema más famoso, convertido en símbolo en toda Iberoamérica, aunque hoy asegura no reconocerse en él, entre otras cosas porque “si no fuera así estaría estancado. Sobre todo, por sus referencias políticas que hoy me son ajenas. 'Derrota’ forma parte de la locura que trajo otra más grave, la actual que cuenta con un poder enorme. A unos estudiantes en Bogotá les dije, y se rieron mucho, que yo no había escrito ninguno de mis libros, pues eran de hace años, y es que si yo escribo algo ayer, eso pertenece al que lo escribió entonces, no al que está hablando contigo en este momento. Imagínate qué”.
Rilke
Ferviente admirador de la palabra honda y visionaria de Rainer María Rilke, con el que a menudo se le ha comparado, Rafael Cadenas lleva años preparando un libro de poemas dedicados al autor de Elegías de Duino, “un poeta que ha sido muy importante para mí. Algunos de estos poemas están publicados pero otros no y toda esa obra es un estudio de años sobre su poesía”. De ellos sólo se sabe, por ahora, que los publicará, aún no se sabe cuándo, la editorial Pre-Textos, y que en algunos evoca los años de juventud, cuando velaba en Barquisimeto sus primeras armas literarias y escribía los versos de Cantos iniciales (1946).
La poesía
“La poesía es una actitud ante la vida, una actitud que hace posible el asombro, la sorpresa, la admiración, el respeto, la empatía, la compasión, la solidaridad y la comprensión de la realidad”. A partir de esa certeza, Rafael Cadenas reconoce que en muchos de sus poemas el silencio juega un papel determinante, “algo que le da más trabajo al lector”, pues le plantea una mayor exigencia. “Eso, lo que no se dice en el poema, es el silencio. Otra dificultad es la alusión”. Con todo, sus principales características son que sus versos son ajenos a la “verbosidad abundosa” y la gran importancia de la forma, ya que “sin ella no hay poema ni nada”.