Entre ficción y realidad, así llega el exitoso escritor francés Bernard Minier a Salamanca en un prematuro día de verano que rompe con la atmósfera de sus asesinatos, envueltos por el aura más brumosa del invierno. “Toda novela —tercia— es una mentira. Una mentira que dice una verdad, pero una mentira. La pura imaginación no existe. La novela nace de la realidad que transforma, trasciende y construye algo nuevo”. Y al escucharle, una tiene la sensación de que ya ha jugado al despiste.
Traducido a veintisiete idiomas y con más de cinco millones de ejemplares vendidos, el autor deja en barbecho a su carismático Martin Servaz, protagonista de títulos como Bajo el hielo, No apagues la luz o Hermanas, para ponerse en la piel de Lucía Guerrero, una mujer joven, española y miembro de la Unidad Central Operativa de la Guardia Civil, en una tensa cuenta atrás que la llevará a lo largo de la geografía española, junto al catedrático de Criminología Salomón Borges.
Ambos se unirán para descifrar el complejo y atroz crimen de un asesino en serie que, a lo largo de los años, ha ido recreando con sus crímenes distintas composiciones de pinturas barrocas y renacentistas.
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Salamanca, entre lo antiguo y lo moderno
Lucía, dice, “es España vista desde el punto de vista de un francés, pero un francés que conoce bastante bien el país, que tiene sus propios vínculos familiares con España y un poco de sangre española en las venas”. Protagonista en Salamanca donde ha presentado su novela en el Congreso de Novela y Cine Negro y en la librería Letras Corsarias (antes de partir a Cuenca para participar junto a Dolores Redondo y Víctor del Árbol en el Festival de las Casas Ahorcadas), Minier comparte durante un recorrido por la ciudad que siempre tuvo muy claro que quería ubicar su nueva novela en una ciudad con una universidad “antigua y prestigiosa”, una que hubiera sido un centro de excelencia académica durante siglos.
“Pensé en Oxford y en Cambridge, pero estaban ya muy tratados por los maestros del noir inglés —reconoce—. Podía haber sido la Sorbona también, pero quería que la ciudad a su alrededor fuera más pequeña y sobre todo que mantuviera su aspecto antiguo. Cuando di mis primeros pasos en esta ciudad, donde no puedes andar sin tropezar con un monumento y donde cualquier cosa que mires atraviesa siglos de historia y los fantasmas de muchos eruditos e intelectuales, entendí también que Salamanca era el mejor escenario para una novela que constantemente va y viene entre el pasado más antiguo, en el que el asesino se inspira para componer sus puestas en escenas, y el más contemporáneo, el de la España que se describe en las novelas negras españolas, una España que tal vez los franceses no conocen tanto a pesar de leer cada vez más novelas negras de aquí”.
A él no le queda tan lejos. Su propia madre nació en España, en el Alto Aragón, antes de irse a Francia con 8 años, y, poco después de cumplir los 20, como él mismo ha contado en alguna ocasión, Minier recorrió España durante un año. “Fue en la época de la Movida, el gran movimiento cultural, político y festivo que se expandió desde Madrid a toda España a comienzos de los ochenta. Vivir en mi juventud ese periodo de euforia, loco y electrizante, fue un privilegio y una gran suerte. Luego España experimentó un cambio profundo y se situó al frente de muchas luchas (por ejemplo, el de la violencia machista)”. Sin embargo, reconoce, “llegar a Salamanca fue un descubrimiento absoluto. Tuve que venir aquí para encontrar el escenario de mi novela”.
Pregunta. Ha afirmado también que era importante para usted encontrar una gran universidad que ambientara su novela. ¿Qué simboliza la Universidad de Salamanca en Lucía?
Respuesta. Yo mismo dejé la universidad muy temprano. Soy autodidacta y me fascina el saber antiguo, la auténtica erudición, que no es el barniz con el que algunos se adornan. Esa era la idea: hablar también de la transmisión del saber y de la educación. Mientras que, por otra parte, esto me permitía ubicar la acción en una universidad antigua que aún hoy vive en una ciudad que, cuando cae la noche, se llena de estudiantes, con ese ambiente tan peculiar que tienen las ciudades estudiantiles, donde se respira la locura y la sabiduría de la juventud a la vez, y se genera cierta energía. Es también la edad de todos los posibles. En varias de mis novelas hay también jóvenes protagonistas porque es una edad que me interesa mucho.
Una protagonista diferente
P. Con Lucía, deja a un lado a Martin Servaz para centrarse en una protagonista femenina, la teniente Guerrero. ¿Hay algo que varíe esencialmente al cambiar de perspectiva de género? ¿Cómo es esta nueva protagonista y por qué determinó que fuera mujer?
R. Obviamente algo cambia. Pero no solo porque sea una protagonista femenina, también es otra generación. Martin Servaz es un hombre de 50 años, que tiene otro punto de vista sobre la vida que dista del de una mujer de 40, por ejemplo, que además es española, aunque eso sí, no varía el punto de vista sobre la sociedad occidental. El otro aspecto de Lucía que me gustaba es que es muy diferente de personalidad a Martin. Martin es más prudente y reflexivo, mientras que ella es más de acción. Lucía es una persona que no redondea las esquinas, que no suaviza, no engaña, dice todo lo que piensa, es rebelde y ruda, pero terriblemente entrañable. En ese sentido es un personaje muy diferente a los personajes que había hecho antes, a pesar de que en todas mis novelas hay personajes femeninos importantes.
P. De hecho, con ella plantea una maternidad diferente, en Lucía es la madre la adulta ausente y el padre el que tiene la custodia. ¿Qué le ofrecía ese cambio de roles?
R. En general, en la mayoría de las ficciones, es el hombre el que no tiene la custodia y es la madre la que la tiene. A mí me gustaba plantear el papel inverso. Lucía es una mujer que no tiene la custodia por culpa de su trabajo porque el juez, que era una mujer también, decidió que ella con su trabajo no podía estar suficientemente presente para su hija. Pero en general es al contrario. Siempre me ha gustado jugar invirtiendo los clichés, los estereotipos. Eso da resultados interesantes que dicen mucho de la sociedad también.
El arte y las Metamorfosis como inspiración
P. Además, su libro tiene muchos guiños a la literatura y al arte. ¿Qué importancia tienen estas referencias en su obra?
R. Estamos en una ciudad, Salamanca, que tiene una historia muy larga, muy importante y muy destacada y en medio un asesino que se inspira en obras de artes. Concretamente en obras del barroco inspiradas a su vez en las Metamorfosis de Ovidio. Como decía, es un vaivén constante entre el pasado, la historia, la pintura, el arte y el presente. Aparte de que yo, personalmente, soy un fanático de la pintura del Renacimiento y del Barroco. Mis periodos preferidos en pintura son el quattrocento, el cinquecento y los primitivos flamencos, así que cuando creé a este asesino que también tiene un cierto apetito artístico no tuve que ir lejos para encontrar el periodo que le inspirara.
P. Las Metamorfosis de Ovidio tienen un peso vital en la investigación. ¿Por qué particularmente esta obra?
R. Cuando decidí que el asesino se iba a inspirar en las pinturas del Renacimiento me di cuenta de que había dos fuentes principales de inspiración para los artistas de la época: las Metamorfosis y la Biblia. Y en concreto las Metamorfosis de Ovidio son una de las obras más violentas que existen. Hay asesinatos, venganzas, violaciones, torturas... Los dioses griegos o latinos eran tan violentos, celosos, manipuladores y perversos como los simples mortales. En las Metamorfosis tenemos, por ejemplo, la violación de Filomena por su cuñado Tereo, que le arranca la lengua para evitar que ella cuente a su hermano lo que ha sufrido. O a Diana, que transforma a Acteón en un ciervo y lo hace matar por sus propios perros. Hay cosas tan abominables en esa obra que nosotros, autores de novela negra del siglo XXI, no nos atreveríamos a escribir hoy. Los escritores del género no vamos tan lejos como lo hizo Ovidio en las Metamorfosis.
P. ¿Tiene, como Salomón Borges, predilección por Agatha Christie, Simenon y Manuel Vázquez Montalbán?
R. Bueno, eso es más por Salomón que por mí. Ubicando a Salomón en España no podía evitar hablar de Vázquez Montalbán como maestro y figura estelar del noir español. Yo tengo otras fuentes de inspiración.
P. ¿Como cuáles?
R. Pues, por ejemplo, Henning Mankel. Es uno de los escritores que me hicieron entender que con el género negro se pueden decir muchas más cosas que el crimen en sí mismo. Hoy en día soy fanático de Jo Nesbo, por ejemplo, creo que escribe novelas maravillosas, pero hay tantos que podría citar...
El buen momento del noir español
P. Ha participado en el Congreso de Novela y Cine Negro de Salamanca y acude también al Festival de las Casas Ahorcadas en Cuenca. ¿Conoce la literatura negra española? ¿Qué opinión tiene de cómo está el género?
R. He leído novela negra española, sí. He leído a Víctor del Árbol, que está traducido en Francia desde hace mucho tiempo, con el que me voy a encontrar en Cuenca. Pero también he leído, por supuesto, a Vázquez Montalbán, además de a Dolores Redondo o Carlos Zanón. A mí me parece que la literatura negra española está en un momento bastante importante ahora mismo. Sobre todo en el extranjero, donde cada vez se le presta más atención. En Francia, por ejemplo, hay muchas editoriales que están pendientes de lo que pasa aquí, en España. Eso siempre es buena cosa.
P. Es usted uno de los escritores más leídos en Francia. ¿Qué tiene el género negro que nos atrae tanto?
R. Creo que todos tenemos algo de perversidad. Pero es que, además, la novela negra es un género que va más lejos que el resto, no hay nada políticamente correcto, hay poca autocensura, permite decir y opinar muchas cosas. Creo que eso le agrada al lector, que no tenga demasiados límites. Y también es un buen espejo para los tiempos que vivimos. Cada novela es una mentira, pero una mentira que se inspira en la realidad, en ese sentido, el fondo de la realidad que tiene la novela negra es bastante importante. Aparte de que al lector de novela negra, a mi lector por ejemplo, le gusta la parte emocional, las montañas rusas, pero también busca en ellas encontrar sustancia.
P. ¿Lucía ha llegado para quedarse? ¿Y Martin Servaz volverá? ¿Habrá un crossover entre los dos?
R. Esto último me lo han preguntado ya varias veces y voy a contestar como siempre respondo: no lo sé. No sé lo qué pasará mañana. Sí sé lo que pasará con Martin porque ya está escrita y publicada mi última novela en Francia. Y sé que la próxima novela que voy a publicar en Francia, ya en 2024, será con Lucía. Lucía va a volver, y Martin también, pero si se van a cruzar un día o no, eso ya...