¿Qué libro está leyendo estos días?



Ramona, adiós, de Montserrat Roig.



¿Qué le hace abandonar la lectura de un libro?



Supongo que mis propias limitaciones.



¿Con qué personaje real o de ficción le gustaría tomar un café mañana?



Con Salvador Allende.



¿Cuáles son sus hábitos de lectura?



Ácratas y, por tanto, imposibles de sistematizar.



Cuéntenos una experiencia cultural que cambió su manera de ver la vida.



El primer disco de Estopa sonando a todo trapo en los bafles del Peugeot tuneado de mi tío.



¿Qué queda de la autora de Tres maneras de inducir un coma en la Alba Carballal de hoy? ¿Ha perdido algo de su corrosivo sentido del humor?



Por el camino siempre se pierden algunas cosas y se adquieren otras. Espero que, pese al cambio de registro, se me siga reconociendo.



¿Recuerda la primera vez que vio el chapapote?



Sí. Me enturbió la mirada. Por primera vez fui consciente de que el mundo de los adultos era cutre y chapucero.



¿De qué manera el desastre del Prestige marca la vida de sus personajes?



Es un momento de retorno a la aldea natal, más reflexivo que catalizador. Lo que detona la historia es el hundimiento del Andros Patria en la Nochevieja de 1978, que hace emerger en la protagonista, Aida, una incipiente conciencia ecologista y le da una excusa a Xairo para escapar.



¿Qué rasgos caracterizan la contracultura gallega que retrata en el libro?



A diferencia de la madrileña, mama de las ubres de los estragos causados por la reconversión naval, y por eso es obrera, rabiosa e insolente.



¿Qué grupos conforman la banda sonora de la novela?



La novela está atravesada por muchas referencias musicales, pero las tres canciones centrales, las que dan título y condensan el espíritu de cada una de las tres partes del libro, pertenecen a tres bandas gallegas: No mires a los ojos de la gente, de Golpes Bajos; Como me ves te verás, de Siniestro Total; y El equilibrio es imposible, de Los Piratas. Y luego está Bailaré sobre tu tumba, claro, como himno absoluto no solo de este libro, sino de la vida en general.



Su primera novela fue considerada la mejor ópera prima de 2019. ¿Qué fue lo que le costó más de esta segunda?



Las condiciones materiales: compaginar su escritura con otros trabajos.



¿Entiende, le emociona el arte contemporáneo?



Como me sucede con cualquier otra época, hay artistas que sí y otros que no.



¿De qué artista le gustaría tener una obra en casa?



Un Schiele, un Kokoschka, un Giacometti, un Rothko. Una fotografía de Gerda Taro, o de Juanito. O, ya puestos, un Goya. Y, si puede ser, que todas estas obras estén contenidas por la Casa Entremuros de RCR. O que me haga una Campo Baeza. Pero en las Rías Baixas.



¿Qué música escucha en casa?



Depende. Pero mientras contesto a esta pregunta suena 100.000 remords de Manu Chao.



¿Se ha enganchado a alguna serie de televisión?



Últimamente me ha gustado División Palermo. Propone un humor que escuece desde la verdad y no desde el prejuicio.



¿Le importa la crítica? ¿Le sirve para algo?



Me importa porque soy humana, como Chenoa. Pero me sirve sobre todo para pasarlo mal. Y cuando es buena tampoco siento alegría, sino alivio.



¿Qué libro le recomendaría al ministro de Cultura?



Tengo miedo torero, de Pedro Lemebel. A él y a cualquiera. Es un libro fantástico.



¿Le gusta España? Denos sus razones.



Me encanta, aunque no sé si existe.



Proponga una medida para mejorar nuestra situación cultural.



Molaría que los autónomos dejasen de estar puteados.