El editor literario de Planeta en Colombia, Juan David Correa, ha dimitido tras cinco años y medio en su cargo, según ha comunicado en una carta abierta que ha sido reproducida por la revista digital Cambio Colombia. El motivo de su renuncia ha sido la polémica cancelación del libro La Costa Nostra, de la periodista Laura Ardila, sobre el clan político de los Char, de la ciudad de Barranquilla. Se trata de una poderosa familia que ostenta buena parte del poder político, económico e incluso futbolístico de la zona. Según Ardila, se trata del "clan más poderoso de Colombia".

"Tras dos años de investigación y escritura, cuando ya estaba editado, con portada y listo para imprimir, la editorial Planeta decidió no publicar mi libro La costa nostra (historia no oficial de los Char, el clan más poderoso de Colombia). Argumenta miedo a una demanda", afirmó la autora en una columna de opinión publicada este lunes en El Espectador.

La autora cree que la decisión de Planeta de no publicar su trabajo de investigación, al que ha dedicado dos años, se ha tomado en España a raíz de presiones de terceros a la editorial. "Le he pedido por escrito a la editorial Planeta, a través de mi abogada, que por favor me cuente si recibieron algun tipo de llamada de terceros presionando para la no publicación de este libro. Hasta el momento la editorial no me ha dado respuesta de eso", afirmó la periodista este lunes en Noticias Caracol.

"Tengo todo el compromiso de que salga, ha habido una ola de solidaridad muy optimista. Estos no han sido buenos tiempos para los medios. Todo el mundo se siente con la patente para criticar periodistas, para atacar periodistas, ha habido agresiones incluso físicas, pero me ha sorprendido de manera muy grata ver esta ola de solidaridad que ha habido en las últimas horas y eso alienta mis ganas y mi compromiso de que el libro pueda ver la luz. Es muy importante para que esto pase que la editorial me devuelva el manuscrito", añadió Ardila.

"Ante la decisión corporativa de cancelar esta seria y sólida investigación periodística mis posibilidades y legitimidad han sido diezmadas", afirma el editor Juan David Correa en la carta con la que explica su decisión de renunciar a su puesto. "Un editor necesita, sin duda, el respaldo y la libertad para pensar y decidir cuáles conversaciones le propone a una sociedad".

La editorial Planeta no se ha pronunciado ante estos hechos. El Cultural ha tratado de ponerse en contacto con varias responsables de comunicación del Grupo Planeta para conocer su versión sobre lo ocurrido y corroborar la dimisión de Juan David Correa, pero no ha obtenido respuesta hasta el momento.

A continuación reproducimos íntegramente la carta abierta de Juan David Correa con la que ha comunicado su dimisión, que ha sido publicada por la revista Cambio Colombia:

Como es de público conocimiento, en días pasados la editorial Planeta tomó la decisión de no publicar el libro La Costa Nostra, de la periodista Laura Ardila Arrieta. Este hecho, evidentemente, tiene consecuencias en mi labor como director literario del Grupo en Colombia y Ecuador. Por este motivo, he tomado la decisión de retirarme de mi cargo a partir del viernes 14 de julio.

Quisiera, por respeto a cada una y cada uno de ustedes, darles algunas explicaciones y resumir brevemente lo que hemos logrado juntos, mucho de lo cual, espero, pueda continuar de acá en adelante sin mi concurso.

Ante la decisión corporativa de cancelar esta seria y sólida investigación periodística mis posibilidades y legitimidad han sido diezmadas. Un editor necesita, sin duda, el respaldo y la libertad para pensar y decidir cuáles conversaciones le propone a una sociedad y desde este momento en adelante, aquellas que me han interesado promover sobre el racismo, el género, la historia del país, el ensayo sociológico, la investigación periodística o el pensamiento crítico serán puestas en entredicho por muchos y muchas escritoras que se preguntarán si lo que propongo tendrá un buen puerto o naufragará antes de atracar en él.

Quiero decirles, en todo caso, que agradezco enormemente la generosidad y hospitalidad que tuvo el grupo Planeta conmigo: nunca en estos cinco años y medio se me sugirió censurar algún contenido o se me impidió publicar alguno de los libros que propuse y que, sumados, se convirtieron en casi quinientos títulos que hicimos juntos en estos años en sellos de reputación indudable como Tusquets, Seix Barral, Crítica, Ariel o el mismo Planeta. Tengo especial deuda con Mariana Marczuk quien desde su llegada al cargo como directora editorial de Colombia me permitió extender mi creatividad incorporando no sólo libros de ficción literaria sino de ciencias sociales y humanas, realizando convenios de coedición con diez universidades, desplegando un catálogo literario en Ecuador, y contribuyendo a que la editorial Planeta pudiera tener el prestigio cultural que todo grupo de edición debe procurar en un mundo cada vez más convulso y desorientado.

Además de reconocer esta libertad, quisiera explicarles que mi decisión obedece a una línea de pensamiento que he intentado observar a lo largo de mi carrera profesional de vienticinco años en el sector periodístico, cultural y editorial del país. Dicha línea tiene que ver con procurar que los valores plurales, incluyentes y democráticos por los que abogo en público estén acordes al ámbito personal, familiar y social. Como lo he escrito a lo largo de estos años, nada cambiará si sólo pensamos en nuestro propio beneficio en desmedro de los más débiles o de los atropellos que se han cometido a lo largo de la historia colombiana.

Entiendo si esto les produce asombro e incertidumbre y quizá muchos de ustedes se sientan defraudados con mi decisión, pues fueron múltiples las conversaciones en las cuales les manifesté mi idea de que este proyecto editorial era de largo aliento. La vida nos enseña que la futurología es casi siempre incierta, y de ahí mi compromiso y afán diario por aprovechar el tiempo y el espacio que me brindó Planeta a lo largo de estos años. Cada uno de ustedes y el catálogo publicado serán la muestra de que las redes y el afecto son capaces de producir un capital simbólico, económico, social y cultural que, en su pequeña dimensión, va señalando senderos para una sociedad que debe resistirse al miedo y a la violencia, y en la cual el disenso y el pensamiento crítico sean bienvenidos y no señalados o perseguidos. 

Ustedes lograron hacer crecer un campo como escritoras y escritores y ese paisaje interior será un legado que llevaré siempre conmigo.