Sería absurdo decir que, como le ocurriera a Arthur Conan Doyle con Sherlock Holmes, El Señor de los Anillos ha oscurecido el resto de la obra de su autor. Al contrario: el éxito de su novela más famosa propiciaría el redescubrimiento del resto de sus textos, convirtiendo a John Ronald Reuel Tolkien en uno de esos raros escritores que publican más después de muertos.
Con la excepción, claro, de El Hobbit. Antecedente y semilla de El Señor de los Anillos, sigue siendo un delicioso cuento de aventuras para niños de todas las edades, que hasta quienes detestan su continuación pueden disfrutar sin prejuicio ni perjuicio alguno.
En el extremo opuesto, El Silmarillion, publicado póstumamente en 1977, estructurado como libro por su hijo, Christopher, y por el escritor Guy Gavriel Kay, es un compendio religioso-mitológico de la Tierra Media, solo para fans. Póstumos y apañados por su hijo y ejecutor literario son también los muchos volúmenes de Cuentos inconclusos (1980) e Historias de la Tierra Media (1983-2002).
Así mismo, los cuentos infantiles que leyó a sus hijos durante más de veinte años, como Las cartas de Papá Noel (1976), El señor Bliss y Roverandom (1998), serían editados tras su muerte.
De hecho, J. R. R. Tolkien publicó muy poco en vida, al margen de su obra maestra. Relatos líricos como Hoja, de Niggle (1945), Egidio, el granjero de Ham (1949) o El herrero de Wooton Mayor (1967), habitualmente publicados en un solo volumen. Poesías como las recogidas en Las aventuras de Tom Bombadil y otros poemas de El Libro Rojo (1962), conferencias y ensayos filológicos para revistas académicas, o el más interesante y revelador Sobre los cuentos de hadas (1947), donde a partir de Andrew Lang expone su visión del cuento tradicional, así como sus ideas sobre la mitopoiesis o creación de mitos, eje fundamental de El Señor de los Anillos.
Sin sus hobbits, elfos, orcos y demás hierbas de la Tierra Media, hoy Tolkien solo sería una nota a pie de página
Punto y aparte merecen sus traducciones y ediciones de textos medievales como Beowulf, Sir Gawain y el Caballero Verde, Sir Orfeo y Perla, además de otras que dejó más o menos inacabadas. Pero, obviamente, sin sus hobbits, elfos, orcos y demás hierbas de la Tierra Media, hoy Tolkien solo sería una nota a pie de página.