Con la muerte de Gianteresio o Gianni Vattimo, turinés nacido en 1936, desaparece otro de los señalados intelectuales de Italia en la segunda mitad de siglo XX y primera del XXI. Como sopraviventi, aún quedan Giorgio Agamben o Toni Negri (más jóvenes, se cuentan los gurús italianos Roberto Esposito y Massimo Cacciari).
En la juventud, Vattimo fue dirigente juvenil de grupos cristianos, presentador de televisión en la RAI y discípulo (junto con Umberto Eco) de Luigi Pareyson, profesor de estética en la universidad de su ciudad natal. En el curso de su vida, más allá de las aulas y de las librerías, también ha sido una figura pública influyente, que ejerció de eurodiputado y defendió un catolicismo sui generis. Sus reflexiones-memorias dictadas tituladas No ser Dios son una buena muestra de su abigarrado mundo personal, lleno de consideraciones sobre su vida sentimental y erótica, de orientación homosexual.
En vivo, el posmoderno Vattimo era ameno y divertido, dispuesto siempre a soltar todo tipo de bromas y disparates para quedarse con la gente, pero al mismo tiempo regaba sus consideraciones con citas oraculares, graves, tremendas, sobre el advenimiento del nihilismo, el rebajamiento del ser, el abismo y la nada, tomadas de la Carta sobre el humanismo, del segundo Heidegger, o de Así habló Zaratustra, de Nietzsche.
[Muere a los 87 años el filósofo italiano Gianni Vattimo, padre del pensamiento débil]
Sin duda, fueron sus autores de cabecera: el fundador del popular “pensamiento débil” destacó, antes de nada, a comienzos de los 70 como investigador e intérprete de esos dos notables alemanes, con contribuciones como El sujeto y la máscara (1974) o, antes, Introducción a Heidegger (1971). Posteriormente, escribió Las aventuras de la diferencia (1980), El fin de la modernidad (1985), La sociedad transparente (1989), Más allá de la interpretación (1994), Después de la cristiandad (2003) … etcétera.
En los manuales de filosofía, el pensamiento de Vattimo es asociado a la hermenéutica. Es decir, también fue seguidor de Gadamer (a quien, además, tradujo al italiano). Ruda y brevemente, este movimiento filosófico pretende desactivar la preponderancia del pensamiento objetivo y neutral fuera de las ciencias naturales, y reactivar el valor de los prejuicios y las tradiciones históricas. Para intentar enterarnos algo mejor de todo esto, vayamos al Diccionario de Hermenéutica, dirigido por Ortiz-Osés y Lanceros; ahí encontramos una entrada para nuestro autor, en la V, firmada por Miguel Ángel Quintana:
“En primer lugar [para entender la tesis fundamental de Vattimo], habríamos de hacernos cargo de la constatación de que nuestras captaciones de la realidad siempre se ven mediadas por los lenguajes, la historia, los proyectos, las acciones en las cuales nos vemos inmersos […] Y, en segundo lugar, habríamos de reconocer (y argumentar) que esa misma constatación también se halla, ella misma, condicionada por el tiempo histórico”. ¿Convincente? Esto parece cargar, nada menos, contra la presunción de objetividad: según este punto de vista, si no estoy equivocado, el término “verdad” (¡la siguiente entrada en este Diccionario!) se debería sustituir por “diálogo”, y el de “objetividad”, por “pluralidad”.
Diálogo y pensamiento débil
Para esta especie de pensamiento escéptico, las fundamentaciones fuertes acaban siendo impositivas: será preciso evitarlas, pues. Por este motivo, quizá, en el dominio de la filosofía práctica (ética, democracia) y de la cuestión religiosa (cristianismo como post-religión), este hallazgo del “pensamiento débil”, esta vindicación de la horizontalidad, puede aplicarse con mayor claridad. ¿Concretamos?
Pues, concretamente, en el ámbito de las reflexiones sobre la religión católica y el papel de la Iglesia, el pensamiento débil de Vattimo adquirió una fuerza peculiar (¿no es curioso que, al mismo tiempo que Benedicto XVI pregonaba contra la “dictadura del relativismo”, defendiera públicamente nuestro Vattimo un relativismo católico?). En Verdad o fe débil (un diálogo sobre el catolicismo con el gigante René Girard), Vattimo dice lo siguiente:
“No estoy convencido de que el relativismo sea una teoría errónea, porque no es una teoría. Como mucho es una doctrina de la sociedad, pero esta sociedad debe admitir, por razones de caridad, múltiples puntos de vista, y en general estoy convencido de que no decimos que estamos de acuerdo cuando hemos encontrado la verdad, sino que decimos que hemos encontrado la verdad cuando nos hemos puesto de acuerdo.”
[Habermas y Ratzinger: diálogo en Baviera]
Apertura, diálogo o, ya vemos, caridad son algunas de las palabras clave de este intelectual cristiano de Turín. Entre los discípulos de Vattimo en España se encuentra Teresa Oñate, que lo trajo muchas veces. Sus libros están vertidos a nuestro idioma en los sellos Gedisa y Paidós. La verdad (con perdón) es que Vattimo ha concedido bastantes entrevistas a esta revista: en 2004, 2014, 2019 y 2020.