En sus memorias, Confieso que he vivido, Pablo Neruda confiesa que ha violado. Fue en Colombo (Sri Lanka), donde a finales de los años 20 ejercía como cónsul de su país, y define a la víctima como “la mujer más bella que había visto hasta entonces en Ceilán, de la raza tamil, de la casta de los parias”, a la que sorprendió en labores de limpieza del excusado de su bungalow, que al parecer ella desempeñaba por iniciativa propia. “Como si se tratara de un animal huraño, llegado de la jungla, pertenecía a otra existencia, a un mundo separado”.
Cuenta que la llamó sin éxito, que le dejó regalos, pero “ella pasaba sin oír ni mirar”. Hasta que una mañana, “decidido a todo”, la cogió de la muñeca y la condujo a su habitación. “Pronto estuvo desnuda sobre mi cama”. Y describe su cuerpo (cintura, senos) antes de relatar: “El encuentro fue el de un hombre con una estatua. Permaneció todo el tiempo con sus ojos abiertos, impasible. Hacía bien en despreciarme. No se repitió la experiencia”.
La biografía de Neruda abunda en sucesos polémicos y en comportamientos o actitudes que han provocado manifestaciones de rechazo e incluso llamadas a la cancelación desde diversas instancias.
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En el ámbito personal y sentimental, otro capítulo controvertido es la relación clandestina, ya en el tramo final de su vida, que mantuvo durante casi siete años con la joven Alicia, una sobrina de Matilde Urrutia, su tercera esposa. Alicia, según Gabriele Morelli, era “silenciosa, tímida, casi invisible pero de cuerpo atractivo”. Matilde volvió un día a casa antes de lo esperado y los sorprendió en la cama. Expulsó a la joven y amenazó a Neruda con abandonarlo. El poeta fue poco después oportunamente nombrado embajador personal de Salvador Allende en París.
Cuatro décadas antes, Neruda había tenido una hija con su primera esposa, Maruca, con la que matrimonió en 1930. La niña nació en Madrid en 1934, se llamaba Malva Marina Trinidad y tenía hidrocefalia. Vivió ocho años y su historia inspiró a la escritora holandesa Hagar Peeters la novela Malva. Neruda la ocultó inicialmente y luego la repudió. Su sensibilidad, al parecer, no estaba preparada para soportar la enfermedad de una hija. Las abandonó a las dos en 1936.
La biografía de neruda abunda en hechos polémicos que han provocado incluso llamadas a la cancelación
La segunda demarcación del Neruda polémico es la ideológica. Desde su férrea militancia comunista (más bien una fe que no reparaba en abusos ni contradicciones) dedicó un amplio repertorio de alabanzas al “camarada Stalin”, algunas recogidas en la oda que compuso al conocer su muerte: “Su sencillez y su sabiduría, / su estructura / de bondadoso pan y de acero inflexible / nos ayuda a ser hombres cada día, / cada día nos ayuda a ser hombres”. Neruda defiende que “hay que aprender de Stalin / su intensidad serena, / su claridad concreta”. Porque “él fue directamente / desentrañando el nudo / y mostrando la recta / claridad de la línea, / entrando en los problemas / sin las frases que ocultan / el vacío”. A finales de ese año, 1953, el poeta chileno recibió el Premio Stalin de la Paz.
Neruda puso también sus versos al servicio de la reivindicación de Lenin (“Lenin, para cantarte / debo decir adiós a las palabras; / debo escribir con árboles, con ruedas, / con arados, con cereales”) y la exaltación de Fidel Castro (“Fidel, Fidel, los pueblos te agradecen / palabras en acción y hechos que cantan, / por eso desde lejos te he traído / una copa del vino de mi patria”). Y poco antes de morir escribió su Incitación al nixonicidio y alabanza de la revolución chilena.