“No deberíamos obsesionarnos con entender qué nos quiso decir la poeta en este verso, sino dejarnos llevar, como cuando escuchamos música clásica, que no estamos pensando si Bethoven estaba a punto de separarse de su mujer o qué le pasaba”. Ahí va, en una sola frase, la poética esencial de Yolanda Castaño (Santiago de Compostela, 1977), que hace solo unas semanas fue reconocida con el Premio Nacional de Poesía. Materia, la obra ganadora, es el tercer poemario de una poeta gallega escrito en esta lengua que, en los últimos cinco años, resulta merecedor de este galardón. En 2019 lo logró Pilar Pallarés y en 2020 Olga Novo.
Precisamente desde 2019, Castaño está al frente de la Residencia de escritores en Galicia, el proyecto de su vida, fundado por ella misma e inaugurado por Raúl Zurita. Además de la creación exclusivamente poética, participa en proyectos multidisciplinares en los que confluyen las artes plásticas, la música —cuenta, entre otras colaboraciones, con la de Nacho Vegas—, la performance, la danza, la arquitectura, el audiovisual e incluso la gastronomía. Cada una de estas incursiones está atravesada por la poesía, con la que trata de “intervenir en la realidad” a través de la “resignificación del lenguaje” y la búsqueda de “nuevas asociaciones entre las palabras”, dice a El Cultural.
Materia, libro que ella misma tradujo del gallego para la edición de Visor, resuelve las grandes cuestiones de la literatura universal desde los conflictos más pequeños, más locales, que arraigan en sus dilemas internos y sus preocupaciones acerca del amor, la familia, el lenguaje o el cuerpo. Es también un libro político, aunque se mantiene a salvo del maniqueísmo, y proyecta imágenes tan potentes como la del cielo que es “un reguero de leche que se ha cortado”. El tono general de este poemario se corresponde con su alegato contra la obcecación de descifrar cada verso, pero la poeta también celebra cuando alguien localiza sus desdibujadas intenciones.
Pregunta. El hogar tiene una presencia fundamental en este libro. ¿Cómo se convierte una casa en un destino temático?
Respuesta. Aunque el libro estaba abocetado en notas que fui tomando durante ocho años, escribí este poemario durante los encierros de la pandemia. Ocupada y absorbida por proyectos tan demandantes como mi propia residencia de escritores y escritoras, estas notas permanecieron latentes hasta que tuve una situación muy complicada que se dio la vuelta para convertirse en una oportunidad. Estoy hablando del confinamiento, claro: el hecho de estar en una casa sin poder salir, alejada de mi familia. Los distanciamientos siempre son interesantes para reflexionar sobre ese preciso objeto, la casa, y también para no escribir en caliente.
P. Respecto a la familia, otro vector poético crucial en este libro, ¿no tiene la sensación de que este concepto ha dado un paso adelante en la literatura actual? ¿Por qué, además, se aborda muchas veces desde una óptica negativa?
R. En los últimos tiempos, los cambios sociales han operado en el concepto de familia. Afortunadamente, este concepto se ha ido ampliando y diversificando hasta crear espacios más honestos y más hospitalarios. La literatura es un reflejo de todo esto, y yo también quería que mi idea de familia diese cabida a mi familia escogida. Por eso hay poemas dedicados a mis amigas, a mi hogar, con el que tengo una relación muy íntima, e incluso a mis parejas y exparejas, que, lejos de ser catálogos de conquistas, pueden incorporarse a nuestra red de afectos.
» La poesía debe ser un discurso crítico o cuestionador del pensamiento único o los lugares comunes. La poesía se encuentra en el extremo contrario del estereotipo, es la que siempre cuestiona las asociaciones tradicionales entre las palabras y busca nuevas relaciones. Mi perspectiva, por tanto, desde lo familiar, también tenía que ser muy crítica. Vale la pena permanecer siempre alerta ante estos tótems culturales y sociales como son los de la familia, y reconocer que pueden ser tanto espacios de desarrollo cultural y de crecimiento como también de represión y frustración.
P. A propósito de cuestionar el pensamiento único, también aborda la poesía social en “Algunas estrellas no caen del cielo”. ¿El arte puede no ser comprometido?
R. Es muy complicado porque lo personal es político. Nuestro pensamiento es muy lingüístico, se formula a través de palabras, pero en un sistema capitalista como este, la propia actitud de escribir poesía tiene mucha reverberación política frente a los discursos del poder o del mercado. Esto no se debería confundir con un tinte partidista o electoralista: es muy difícil que la palabra poética tenga una bandera de un color político concreto.
"En un sistema capitalista como este, la propia actitud de escribir poesía tiene mucha reverberación política"
P. “Para que luego digáis que la palabra no salva”. Así concluye este poema.
R. Ese poema cuenta la historia de mi abuela al hilo de la memoria histórica. En este caso, no es tanto a través de los perdedores o triunfadores, que suele ser el relato más masculino (los que iban a la guerra, los que no…), sino a través de los ojos de ellas, que siempre ocupan los espacios del claroscuro y suelen ser personajes más secundarios… En el caso de mi abuela paterna, se lanzó al cardenal Quiroga Palacios a pedir por la vida de mi abuelo, al que estuvieron a punto de fusilar durante la represión de la posguerra. Eso trajo sus consecuencias, claro, y por eso yo quise hacer un relato de matices donde los ganadores no son tan ganadores ni los vencidos son tan vencidos. Todo tiene sus ambigüedades.
P. Se atisban también algunas referencias a la comunicación oral. En Galicia, las historias que se transmiten de generación en generación siempre han tenido mucha relevancia en la historia de nuestra literatura. En su caso, ¿de dónde procede esa tradición?
R. En mi familia no ha ocurrido tanto como sí me han contado de las suyas algunos compañeros y compañeras. Pero sí, todos estamos expuestos al relato de nuestras vidas y a la narrativización de los acontecimientos. Así como los construimos, también podemos deconstruirlos. La poesía es, precisamente, el resultado de esa deconstrucción, y aspira a crear nuevos relatos para la realidad. Por cierto, tienes razón, sí tiene importancia el aspecto oral en Materia. Por ejemplo, en el poema en el que aparecen voces de muchas madres [“Registro de producciones orales recogidas en contexto”], frases hechas que estamos acostumbrados a escuchar y que incluso a veces pueden ser contradictorias entre ellas.
P. ¿Qué puede hacer la poesía, que aspira a la excelencia del lenguaje, ante la manipulación de las palabras, de la que somos testigos cada día?
R. Intentar rescatar esas palabras, liberarlas de esas producciones gastadas que las desproveen de su significado y hacer que remonten sus propios signos. Y buscar nuevas relaciones, porque a veces no se trata tanto de inventar nuevas palabras, sino de darlas nuevos usos, no asociarlas siempre de la misma manera. Hoy lo que no se nombra no existe. Hace no muchos años no sabíamos qué era la salud mental, ni el ghosting, ni las profecías autocumplidas… Aquello a lo que se le pone un nombre encuentra un primer paso para poder abordarlo o resolverlo, así que la poesía también puede hacer eso: visibilizar a través de las palabras e intervenir en ello. Vivimos en un mundo tan lingüístico y tan logocéntrico que intervenir en lo simbólico es el primer paso para intervenir en lo real.
“Una novelista no pone tanto su cuerpo en su escritura como una poeta”
P. Lo físico, a través del cuerpo, se impone en el poema “Primera casa”, donde al final se dice “No con la inteligencia, ahora. Con las manos”. ¿Es una reivindicación de la visceralidad?
R. Claro, es que el cuerpo ha vertebrado mi poética a lo largo de estos casi treinta años. Soy muy consciente de que la poesía es el género literario a través del que más se expresa el cuerpo. Parece que una novelista no pone tanto su cuerpo en su escritura, pero me atrevería a decir que una poeta sí. Muchas veces para escribir poesía hay que anular la parte racional y dejar que se exprese lo intuitivo, lo emocional, incluso lo sensual… La poesía es algo que se hace con palabras, pero con palabras no solo se pueden producir los típicos mensajes racionales, como cuando empleamos el lenguaje ordinario, sino que podemos hacer construcciones menos figurativas en las que se manifieste más lo visceral.
» No debemos olvidar que la parte física también forma parte de lo cognitivo, o sea, no solo lo intelectual, sino también las emociones que sentimos, la corazonada que nos da algo, la sensación física de una experiencia… ¿Cómo expresar lo cognitivo no racional? Con la poesía. A veces escucho a gente reacia a abrir un libro de poesía, y es porque solo van armados con sus herramientas intelectuales. En cambio, yo diría que hay que dejarse empapar y escuchar nuestras emociones.
P. Usted que empezó a publicar tan joven y ha sido, hasta el momento, bastante prolífica, ¿se reconoce en la poeta de sus primeros libros?
R. Quiero pensar que la evolución ha sido notoria, pero sí hay ciertos rasgos generales que podría reconocer: la presencia del cuerpo en un sentido amplio e incluso conceptual (ser mujer, vivir en la periferia de un estado, expresarme en gallego y ese tipo de condicionantes) es rastreable en mis libros publicados con 17 años. Y también hay cierta perspectiva de género que nunca ocultó mi condición. Y el tesón, el entusiasmo, la pasión… Y sobre todo la búsqueda de la autenticidad, que no habría que confundir con un confesionalismo autobiográfico.
» No se trata de contar tu vida en verso, nunca mejor dicho, porque el lector detecta las máscaras a las primeras de cambio y caen por su propio peso. Es mejor no ir de lo que no eres e intentar ser franca contigo misma, aunque para ello tengas que utilizar algún que otro artificio. No vale la pena. En mis fotografías yo intento salir favorecida; en mis poemas, todo lo contrario (risas).
“Cuando los Premios Nacionales recaían sobre varones que escribían en lengua española, tuvimos la elegancia de permanecer calladas”
P. Y siguiendo con la periferia, ¿qué le parecen las opiniones acerca de que los Premios Nacionales de los últimos años se designan por cuestiones políticas o para cumplir unas cuotas? Muchos de los últimos premiados son creadores que abordan su obra en la lengua —no castellana— de su región de origen. Como mujer que escribe en gallego, ¿tiene algo que decir al respecto?
R. Durante décadas y décadas en las que los Premios Nacionales recaían sobre varones que desarrollaban su trabajo creativo en lengua española, creo que tuvimos la suficiente elegancia como para permanecer calladas y no hacer ningún reproche. Estas tornas han cambiado un poco, equilibran algo más la situación y dan cabida a la inmensa diversidad y riqueza que tiene el Estado español, afortunadamente multilingüe y multicultural.
» Esos reconocimientos deberían ser motivos por los que enorgullecerse. Para mí la riqueza arquitectónica desde lo mudéjar en el sur de España hasta lo románico en el noroeste me parece una de sus grandes potencias, y nunca pensaría que va en detrimento de ella, sino al contrario. No se trata de cambios políticos, sino de cambios históricos que han tenido como resultado más diversidad y más atención a las minorías culturales. Además, creo que no tiene vuelta atrás.
P. En todo caso, es muy significativo que tres de los últimos cinco Premios Nacionales de Poesía hayan sido para poetas gallegas que escriben en gallego. ¿Qué está pasando con la poesía en su tierra?
R. Creo que ya lleva pasando unas cuantas décadas. No debemos olvidar que la poesía gallega responde a una tradición secular y antiquísima que viene del siglo XIII. Desde los trovadores medievales hasta llegar a una cabeza visible que significativamente es mujer, Rosalía de Castro. Estas tres mujeres de las que hablas no salimos por generación espontánea, sino que el hecho de que nuestra literatura moderna haya sido fundada por una mujer tan potente como ella tiene mucho que ver. Y, además, la poesía gallega cuenta con una enorme autonomía creativa que no se ha sentido nunca subsidiaria ni deudora de nada. Ni mucho menos. Y eso que antes parecía que hablábamos de una pequeña literatura extranjera introducida en nuestro territorio. Se conocían tantos nombres gallegos como franceses o como portugueses.
“La poesía gallega cuenta con una enorme autonomía creativa que no se ha sentido nunca subsidiaria de nada”
» Lejos de frustrarnos, esa desatención durante tanto tiempo sacó la mejor versión de nosotras, nos hizo no bajar la guardia, demostrar nuestra calidad literaria, la capacidad de riesgo y la ambición creativa que nos permitiese estar al nivel de cualquier literatura europea. Hoy vamos por el mundo con poco que envidiar. No hablo ni siquiera de mí, sino de mis compañeras, que cuando las veo en foros internacionales siento que están más que a la altura. ¿Qué ha pasado? Que antes el contexto era más hostil. Después de esas transformaciones sociales a las que hemos aludido, todo fue más proclive a la diferencia, a la minoría y a la diversidad.
P. De los distintos proyectos multidisciplinares en los que se encuentra inmersa, ¿la poesía sigue teniendo aquí un papel preponderante? ¿Piensa que la poesía no está solo en los versos, sino en casi cualquier sitio?
R. Exactamente. Soy amiga de ampliar la mirada, no circunscribirla tanto a esos libros de versos que nadie coge de las bibliotecas. Si reconocemos en un sentido más amplio el lenguaje poético, encontramos canciones, pero también eslóganes publicitarios y frases que utilizamos en nuestro lenguaje ordinario, porque usamos recursos poéticos diariamente.
» La poesía no debe quedarse en su torre de marfil, sino extender sus brazos para establecer diálogos con otros códigos expresivos, que amplíe sus márgenes y llegue a las calles y otras aventuras creativas que trascienden la soledad de la escritora. Siempre me resulta enriquecedor tender la mano a otros creadores y creadoras de los que siempre aprendo cosas. Casi siempre resuelvo los conflictos de los que no sé salir sola gracias a estos encuentros.
P. Nos recibe desde la isla de San Simón, en la ría de Vigo, desde donde imparte un taller de traducción poética. Pero ¿cree se puede enseñar a escribir poesía?
R. Se puede estimular en un sentido amplio: compartir técnicas, prácticas, estrategias y puntos de partida. Lo cierto es que no tenemos una gran tradición de talleres literarios en España, al contrario que en muchos países latinoamericanos y europeos. En una ocasión, una de mis residentes me dejó muy perpleja con una pregunta tan directa como esta: “Si no tenéis esta tradición y no hay especializades universitarias de escritura creativa, ¿cómo es que la gente aprende a escribir literatura en España?”. Quedé bastante impactada. Y es que a veces tenemos cierta soberbia pensando que nadie nos va a enseñar nunca nada. A lo mejor hay que tratar de caminar con más humildad.