En el archivo de Manuel Vázquez Montalbán (Barcelona, 1939- Bangkok, 2003) ha aparecido Los papeles de Admunsen, una temprana novela suya ignorada y lista para su edición. Una nota autógrafa del mecanuscrito, paginado y encuadernado, indica que el autor la destinaba al premio Biblioteca Breve. Si la presentó, no lo ganó, y quedó en el más absoluto desconocimiento desde, probablemente, mediados de los años 60. El libro que ahora la recupera aporta un prólogo y bastantes notas de José Colmeiro muy útiles para entender el contexto de la escritura y el contenido.



Los papeles de Admunsen describe en su título la sustancia de la obra. El tal Admunsen, un publicitario que inventa eslóganes con mucho gancho, cuenta en primera persona las relaciones con su patrón, Laarsen, su experiencia profesional, su historia pasada y su tierna relación con Ilsa Sorensen, su mujer enferma. Resumido así, parece un argumento realista. Pero la onomástica (la del protagonista, que de inmediato evoca al explorador noruego, y la de los personajes mencionados y de otros), o la localización imprecisa en Leyden remiten a un fantaseamiento de vaga ambientación nórdica.

Los papeles de Admunsen

Manuel Vázquez Montalbán



Navona, 2023. 464 páginas. 20,90€

Sin embargo, el marco temporal y el escenario sugieren un fondo testimonial español y barcelonés. Por otra parte, rizando el autor el rizo de la ambigüedad, el camaleónico personaje toma el rumbo de la pura fabulación: asesinó a Trotski, participó en un golpe de estado en Guatemala y le recibieron como académico con un discurso “sobre diptongación y diéresis”. En fin, el texto califica semejante locura como una “historia romántica”, la de un aventurero, un político en su infancia que conoció la cárcel por su rebeldía.

En esta trama anecdótica principal se interpolan cinco breves pasajes muy diversos. Abarcan desde una experiencia carcelaria o una desmitificadora versión de la leyenda artúrica de Eric y Enide (motivo, por cierto, de la última novela del autor, señal de cómo pervivieron algunas constantes a lo largo de toda su obra) hasta un debate ideológico en el que se fustiga a un intelectual doctrinario de quien se sirve el militante MVM para ajustar cuentas con el sectario comunista Manuel Sacristán, según la identificación de Colmeiro.

Es una pena que obra tan interesante por su elevado valor histórico y literario no viera la luz hace medio siglo

El motivo primordial de la novela atiende a un fenómeno socio-económico del tardofranquismo, el paso del subdesarrollo al semidesarrollo, dicho con términos comunes entonces. A ese cambio trascendental dedicó en 1964 Fernando Morán la novela corta Joe Giménez, promotor de ideas, que bien pudo inspirar a MVM. A tal asunto aporta este una revolucionaria novedad estilística: descarada combinación de realismo y vanguardia, collage, insólita mezcla de la alta cultura y de la cultura popular, perspectiva burlesca y ensayismo ideológico como lubricante del texto.



Esta novela inédita forma parte de la poética que MVM calificaba de subnormal, a la que pertenecen Recordando a Dardé o el Carvalho de Yo maté a Kennedy. Es muy superior a ambas y tiene un elevado valor histórico, tanto para la historia literaria del autor como de nuestras letras. Una verdadera pena que obra tan interesante, y tan lograda dentro de su estética, no viera la luz hace medio siglo.