Las canciones no cambian con el tiempo, pero nosotros sí. Y además son capaces de tener un inmenso poder de transformación, pudiendo llegar a ocupar el espacio de otro ser humano en la habitación, de otra conciencia capaz de llenar el vacío que podemos sentir en un momento dado.

Jeff Tweedy (Bellville, llinois) sabe esto muy bien porque lleva toda la vida entre canciones. Y eso se nota. Se nota porque en los dos últimos dos libros que ha escrito llevan la palabra ‘canción’ en el título y también porque el líder de Wilco ha ido entendiendo mejor el mundo gracias a ellas. 

Bueno, y sobre todo, porque ha compuesto algunas de las mejores canciones de los últimos años junto a su banda de Chicago: Shot in the arm, The Lonely 1, Hate it here, Hummingbird, Laminated cat, Muzzle of Bees, Sunken treasure, Jesus, etc… la lista es interminablemente maravillosa.

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Recordemos que Wilco fue una de las bandas más reveladoras e imponentes dentro del rock americano a comienzos de este siglo con su trilogía de poderosos álbumes A Ghost is BornYankee Hotel Foxtrot y Sky Blue Sky y con sus exhibiciones prodigiosas y luminarias en directo tal y como refleja su esplendido Live in Chicago. Kicking Television. Ellos fueron los principales responsables de reformular los límites del sonido americanointroduciendo, entre otros matices, distintos elementos de noise y de powerpop guitarrero con largas instrumentaciones en sus canciones.

Y también en paralelo, estaría su faceta de trovador con media docena de discos publicados en solitario y el extraordinario sentido del humor tan característico del que hace muestra en sus recitales. Porque Jeff también es un cachondo. Eso es así. 

Y pese a que no de esa impresión debido a su porte serio, todos los que le hemos presenciado en sus conciertos, bien en solitario, bien con su banda, sabemos que habrá al menos un par de momentos durante el show donde desplegará algunos de sus ingeniosos e implacables comentarios. 

The Soundtrack Of Our Lives

Y todo esto, obviamente, se ve reflejado a lo largo de las páginas de su último libro Un mundo en cada canción (contraediciones 2023) donde a través de 50 selecciones musicales el lector tendrá acceso directo a algunas de las canciones que iluminaron su camino y elevaron su esperanza vital. Y lo que podría ser un libro más o menos corrriente con una certera recopilación musical, se acaba revelando como algo mucho más importante, profundo y divertido: un viaje honesto y verdaderamente lúcido del puzzle emocional que convirtió a Jeff Tweedy en lo que es, uno de los autores musicales mas importantes de nuestro tiempo.

Un divertido ejercicio terapéutico que desprende inteligencia, y emocionalidad por los cuatro costados y que tal y como relata, constituyó un desafío irresistible desde el principio ‘Compartir cómo canciones grandes y pequeñas, divertidas y oscuras, consoladoras y perturbadoras acaban resonando en la misma cabeza me resulta fascinante a más no poder y digno de ser el objeto de reflexión de un libro’.

Pero lo más curioso de todo es que Mr. Tweedy, después de tantos hallazgos musicales, sigue sin tener muy claro el proceso compositivo tal y como reconoce sin tapujos: "Las canciones son un misterio. ¿Se sabe de dónde vienen? He compuesto montones de canciones y hasta la fecha lo mejor que se me ocurre decir después de haber terminado una con la que me siento muy satisfecho es: ¿Cómo lo he hecho?"

Los 50 principales

El listado comienza con la canción poseedora del riff más popular y accesible con el que todos hemos comenzado a tocar la guitarra: Smoke on The Water, aunque luego no se muestre especialmente orgulloso de todo lo heavy cazurro que suele traer detrás esa canción.

En cambio, el mítico primer verso que abre la canción Gloria de Patti Smith Jesus died for somebody’s sins but not mine fue algo que marcó definitivamente a nuestro protagonista, pues la religión era algo que Jeff temía contraer, como si fuese una gripe o como si le mordiese un murciélago vampiro. "Escuchar aquellas palabras en el entorno en que vivía, a la edad en que las escuché, me pareció peligroso. No exagero. Soy escéptico por naturaleza, y la desconfianza que me inspiraba la religión organizada crecía a medida que yo lo hacía".

Por supuesto en esta lista tan variopinta no podía faltar una canción/reflexión en torno al legendario Bob Dylan, al que compara con ‘el tío que inventó lo de andar de pie, que aunque no sepas quien es, tendrías que saber lo mucho que le debes’. Y es que muchos compositores han aspirado a ser Dylan, Jeff Tweedy también, claro, y por medio de su clásico Don’t think twice it’s all right el líder de Wilco reflexiona sobre la aspiración legítima de poder poseer algo de la magia del bardo de Minessota.

"¿Se trata de un deseo demasiado ambicioso? Sí y no. ¿De verdad quería ser Bob Dylan? No, quería hacer lo que hace Bob Dylan. Y al nivel más básico no había nada que me impidiera hacer lo que hace Bob, lo que no significa que pueda tocar la guitarra ni cantar de la misma manera o componer canciones de la misma manera o igual de bien que él", delibera en el libro. 

O la perfecta definición de Both Sides Now, una de las canciones mas bellas de la gran Joni Mitchell que puede llegar a servirte de punto cardinal en la vida. "Si por el motivo que sea no conoces esta canción, por favor, escúchala ahora si puedes. Créeme, la necesitas. Y si no te acompaña durante mucho tiempo, espero que tengas una canción que te haga sentir tal y como yo he descrito que me hace sentir esta. Sin ella estaría perdido, es parte del mundo en el que vivo, como el aire y el agua".

Dentro de la selección musical tampoco se limita a hablar de una serie de canciones publicadas sino también de joyas musicales ‘malditas’ que al parecer nunca llegaremos a escuchar como Love me Like A Wire de la tristemente desparecida y talentosa Diane Izzo, una versión que solo se puede disfrutar a través de internet en la versión hecha por el mismo Tweedy.

Los recuerdos tangenciales que vienen unidos a determinadas canciones son muy bonitos, como el relacionado con la canción de McCartney Mool of Kintyre. Después de un terrible accidente en bicicleta que tuvo al joven Jeff bastante tiempo en reposo, un amigo de la infancia bastante tímido e introspectivo le sorprendió regalándole un greatest hits de The Wings que le sirvió para llevarlo mucho mejor por medio de esta emocionante y épica canción de aire escocés.

A través de las diversas revelaciones del libro el lector podrá visualizar al melómano precoz y al compulsivo comprador de discos, también al testigo voluntario y activo de los diversos movimientos musicales que se produjeron a finales de los 70 y principios de los 80, y que contribuyó de manera clara a una naturaleza musical y ecléctica que se ha manifestado a lo largo de su carrera. Y es que desde su primera banda Uncle Tupelo y más tarde con Wilco, el músico de Chicago ya poseía algo diferente y más abierto en su ideario musical con respecto a otros colegas compositores del alt country y americana.

De ahí que también merece la pena comprobar cómo fue el momento de iluminación (nunca mejor dicho) artística cuando vio a los míticos The Replacements desde la zona infantil de un concierto y su vida cambió para siempre. La canción era God Damn Job y la primera vez que la escuchó fue allí mismo, abriendo el show y durante sus escasos 76 segundos de duración su deslumbramiento teenager fue similar "al de la primera persona que experimentó la bombilla eléctrica por primera vez", reconoce el líder de Wilco.

Este también tiene un capítulo dirigido al periodismo y pese a reconocer que siempre ha sido el "niño mimado de la crítica" y a que le parezca bien la existencia de determinados críticos musicales capaces de ventilarse rápidamente si un concierto o un disco han sido buenos, Jeff lo despacha tajantemente: "Seamos realistas, la idea de que lo que hace que la música sea tan importante en su esencia pueda ser criticado y calificado es irrisoria frente a la promesa genuina que casi cualquier disco puede ofrecer al oyente". 



Una promesa que dice: "Estoy aquí. Canta conmigo. En voz alta o para tus adentros. Siempre estaré aquí cuando me necesites, no estás solo"- continúa Jeff. "Las canciones son nuestras compañeras. Algunas de ellas se convierten en amigas de por vida, pero cualquier canción que haya ahí fuera tiene el potencial de hacerte compañía un ratito, del mismo modo que puedes crear un breve vínculo con alguien en la cola del supermercado".

Jeff aprovecha también la ocasión para saldar cuentas y soltar algunas opiniones "políticamente incorrectas" sobra cosas que detesta y de paso ahorrarse el bombardeo que sufriría si las compartiese en redes sociales (de las que se mantiene alejado entregando sus contraseñas a gente de confianza para no caer en la tentación) como las palabras que le dedica al Wanted Dead or Alive de Bon Jovi (y a Bon Jovi en general).

"Lo diré claro, esta canción es una mierda y no debería gustarte" o a la canción norteamericana por excelencia, su himno nacional "Star-Spangled banner". "Creo que la idea de la Norteamérica unida merece algo mejor que una canción de batalla de mierda. Si de mí dependiera, convencencería a todo el mundo de que se hiciera algo con una melodía sin letra que todo el mundo pudiera tararear fácilmente, como el riff de 'Seven Nation Army' de The White Stripes".

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Aparte del repaso a grandes clásicos de décadas anteriores también concede un espacio a dos de las figuras femeninas más importantes del pop actual: Billie Elish y Rosalía, a las que aprecia, venera y admira por su fuerza y calidad artística. Especialmente a la catalana, cuya descripción que hace de la canción "Bizcochito" demuestra su fascinación por una artista que ha hecho de lo español algo moderno y vitalista por medio de un pop irresistible para el oído anglosajón.

"Si fuera pintora, diría que en algún momento dejó de pintar sobre lienzos y simplemente empezó a sustituir los ojos de todo el mundo por un nuevo tipo de ojo, diseñado para los colores invisibles de los bordes del arco iris. Cuando Rosalía canta, la vida parece y suena diferente".

Tampoco podría faltar en esta selección vital la versión que la legendaria cantante de soul Mavis Staples (con la que posteriormente ha colaborado y tiene una relación muy estrecha) hizo del clásico de The Band The Weight donde solo tiene palabras de admiración para su voz. "El abanico de emociones que despliega en un solo verso de la canción supera lo que la mayoría de los demás cantantes serían capaces de desplegar en toda una carrera".