Lucie Rico (Perpiñán, Francia, 1988) es una rubia con flequillo de mirada traviesa y nariz respingona. Una joven escritora de origen español cuyo sueño era publicar en España. Hace unos años y tras el nacimiento de su hijo, decidió dejar su trabajo en comunicación y dedicarse enteramente a escribir.
Desde entonces, ha publicado dos novelas: Le chant du poulet sous vide ganó el Premio de Novela Ecológica y el Premio Cheval Blanc 2021. Y GPS, que publica estos días AdN y con la que le ha llegado el reconocimiento internacional.
GPS está escrita en segunda persona. Una novela que interpela directamente al lector y que trata de la absoluta dependencia del ser humano a su móvil.
Ariane es una joven invitada a la boda de Sandrine, que desaparece durante el enlace. Con solo el punto rojo de su localización, Ariana no podrá más que especular acerca del paradero de su amiga, mientras se adentra en un parque con acceso restringido por donde la conduce su GPS.
A partir de ahí, Ariane parte en un delicioso delirio sobre el personaje desaparecido, mientras nos habla de sus amores, su vida y su afición por las historias truculentas de asesinatos.
Pregunta. GPS es una novela policiaca, con mucho humor, cuyo objetivo es seguir el punto rojo. ¿Así es la vida que hemos construido?
Respuesta. Pues no sabría qué decir. Digamos que me gusta lo fantástico, lo extraño, lo que resulta justamente difícil de catalogar. Me interesa cómo puedo transformar en situaciones extrañas los pequeños gestos de lo cotidiano. Escribo a partir de aspectos que me generan preguntas, contrariedades, dentro de la sociedad, de mi momento y mi lugar en el mundo. La literatura me permite crear extrañeza.
P. He leído que la película de Hitchcock La ventana indiscreta está en el origen de su novela GPS.
R. No solo la película de Hitchcock, sino también los medios de comunicación en general, con los que trabajé muchos años. Una de mis obsesiones y, sobre todo, a lo que le doy mil vueltas, es al móvil. Pasamos toda nuestra vida en este aparato. Pienso en nuestra relación táctil y lo que significa ver el mundo a través de esta “ventana” que es el GPS. De la película La ventana indiscreta era lo que me interesaba. El voyeurismo que el reportero establece gracias a la ventana de su casa. Mi idea era la de transformar la ventana de ese señor por la cual observa detenidamente a sus vecinos, en la ventana de un GPS que nos permite también ver la vida de los demás a través de un marco, con todo lo que eso supone. Me pareció que esa estructura para un thriller era fascinante.
P. ¿La literatura es para usted esa ventana abierta sobre la sociedad?
R. Sí. Si la literatura utiliza el mismo idioma, con las mismas palabras, con las que hablamos y escribimos, da al lenguaje una nueva dimensión. Su propósito es el desplazamiento del lenguaje cotidiano para que, gracias a la literatura, podamos pensarlo de nuevo de forma diferente.
»En mi novela GPS, por ejemplo, hay una gran cantidad de lenguaje numérico, nada complejo sino el que todos utilizamos diariamente. La localización, Facebook, etc, son palabras que llegaron a nuestro lenguaje familiar muy rápido y que se integraron sin darnos cuenta. En GPS, me preguntaba cómo podría repensar, reformular este vocabulario para revitalizarlo y volverlo poético. Todo eso dentro de una historia de ficción que es muy importante para mí en literatura.
P. La historia de GPS es la de una mujer en paro, que se pasa el día en su casa, observando el punto rojo de localización de su amiga Sandrine desaparecida después de su boda. Entiendo que escribir sobre las tecnologías es de actualidad, pero ¿cuál sería el origen de su thriller?
R. La historia tiene varios puntos de partida. El primera, como hemos visto, la adaptación de la película de Hitchcock. La idea de la ventana que te permite tener acceso a la vida de los demás. El segundo fue lo que me pasó un día con una amiga. Estábamos las dos en coches diferentes y mi amiga compartió su localización para que la siguiera. Entonces me vi, en mi coche, siguiendo a un punto rojo en mi móvil, en vez de seguir su coche que veía delante mío. Era como una carrera absurda a la americana. Me pareció bastante divertido.
»Además, me interesó la idea de que el GPS es una aplicación que te permite orientarte en el presente, cuando, en realidad, estás siguiendo fotos o una representación del mundo que data de hace meses.
»Por eso, mi obra habla del luto, de la desaparición, al integrar un elemento tecnológico, capaz de orientarnos, pero que alberga una relación intrínseca entre el pasado y el presente. Es como si considerásemos ahora la tecnología, ya no por su frialdad, sino por la relación que está generando con el mundo.
»Y, por último, integré una historia que leí de un caso real, de un joven que a pesar de conocer perfectamente la montaña por la que circulaba en bici, decidió seguir su GPS y casi sigue recto por un precipicio. ¡No se murió, pero estuvo a punto, cuando veía el peligro con sus ojos!
Todos nos hemos encontrado en situaciones parecidas, en las que tendemos a creer las tecnologías antes que a nuestros ojos.
P. Usted que pertenece a la joven generación de escritores franceses, como Nathan Devers, su principal foco de interés es el futuro de esta sociedad volcada en las pantallas. ¿Piensa que es también una ruptura radical con los temas relacionados con el pasado de las generaciones anteriores a la suya?
R. La verdad es que no. No creo que GPS sea un libro generacional. Hoy en día todo el mundo utiliza las tecnologías, los GPS, etc. Hay muchos jóvenes que trabajan la autoficción, temas relacionados con el pasado, incluso investigaciones familiares, mientras que conozco a escritores de cierta edad volcados en temas tecnológicos.
»Además, pertenezco a la última generación anterior a internet que difiere de la generación Millenials que solo ha conocido lo numérico. Por tanto, en mi generación existe esa extrañeza ante lo numérico. Con el lenguaje, por ejemplo, ya que cuando aprendimos a hablar, ese lenguaje aún no existía.
P. ¿Qué piensa usted de la irrupción de la IA en nuestras vidas? ¿Es usted más bien alarmista o tiene una visión positiva?
R. Estoy absolutamente perdida y no sabría qué pensar. Soy incapaz de anticipar. En el presente, la IA me parece tan fascinante como desastrosa. Por ejemplo, en mis clases de escritura creativa, algunos alumnos ya utilizan la IA para escribir sus textos de ficción, lo que me exaspera. Y, por otro lado, me pregunto qué impactos tendrá en la sociedad.
»Leo mucho sobre ello. ¿Es una continuidad de la tecnología o, por el contrario, es una nueva revolución que podría suprimir las profesiones en la sociedad? Por un lado, me da miedo. Por el otro, me fascina. Debo escribir una serie para una cadena de televisión sobre este tema y me está resultando imposible prever nada, de lo rápido que va todo.
P. Sigue indagando lo extraño dentro del mundo virtual en su próximo libro…
R. Trabajo sobre dos novelas en estos momentos, a las que llamo “gemelas” aunque no tengan nada que ver. La primera, es un thriller que ocurre en Italia en una tienda de reproducciones de obras de arte del Renacimiento. En ella, aparecen en los cuadros los rostros de personas asesinadas. Y la segunda novela, esta más en la línea de GPS, trata de una mujer embarazada que juega a videojuegos durante su última noche de embarazo. Es un libro sobre la maternidad y sobre lo que representa la virtualidad del hijo al nacer.
P. ¿Qué escritores, franceses o extranjeros, serían sus preferidos?
R. El primero es Georges Perec, sobre todo por su dimensión lúdica de la escritura. Trabaja con instrucciones específicas y reflexivas. Siempre a partir de lo que él llama lo infra ordinario, es decir lo más pequeño, esos diminutos actos que realizamos cada día sin ni pensar. Perec consigue revitalizar el lenguaje gracias a esos pequeños gestos, y eso me parece extraordinariamente interesante.
En español soy fan de Rosa Montero. ¡La adoro! Me encanta todo lo que escribe. Y su última novela, a cuatro manos con Olivier Truc, ¡una autentica maravilla!