Yung Beef, artista trap

Yung Beef, artista trap

Letras

'Nueve cantares para Yung Beef': el trapero, mesías de esperanza para los parias

Manuela Buriel fantasea en este libro con el liderazgo del artista en una lucha social contra la tristeza de un mundo blanco y adocenado.

8 abril, 2024 01:12

Los cantares que propone Manuela Buriel (Barcelona, 1979) no narran gestas heroicas, son coplillas que asimilan el esfuerzo de los parias por no dejarse atrapar por la tristeza de un mundo blanco y adocenado, extractivista y burgués que todo lo monetiza; son tonadas que congregan la resistencia feliz de los cuerpos marginales celebrando la liturgia de una lucha de clases fundada en la alegría y en el berreo atroz de las vidas subalternas. Yung Beef, el artista trap más importante e influyente en el ámbito hispano, le sirve de guía.

Nueve cantares para Yung Beef

Manuel Buriel

H&O, 2024. 140 páginas. 13,90 €

No es necesario amar a Yung Beef, ni siquiera conocerlo, para rendirse al relato y dejarse arrullar por una voz narradora que brota con la fuerza de una barricada o una canción de amor. Porque, si algo sabe hacer Manuela Buriel, es fabular a la vez con la frescura de un lirio y la rabia primitiva de los seres asediados por instancias represoras. El resultado es siempre un texto alucinado y hermoso que, hundido en la realidad contemporánea, traspasa temporalidades y habla de universales humanos y más que humanos. Aquí, ha vuelto a hacerlo.

Imbuida por el espíritu del trap, es decir, salvaje como una loba y frágil de un modo inmenso, esta fábula está escrita desde el siglo veintisiete; se gira hacia el pasado para indagar en la historia de un siglo veintiuno ya remoto y obsoleto donde vivió Yung Beef, aka el Seco, y que ahora, seis siglos más tarde, se ha convertido en mesías de esperanza.

[Manuela Buriel y la narrativa necesaria en 2020]

Consciente de que solo se puede comprender el presente revisando los archivos de memoria material y conociendo la herencia de nuestros antepasados, el narrador se ahonda en el legado Yung Beef para hacer un compendio de sus enseñanzas. Entre el relato extraordinario y la lírica popular, estos cantares dan cuenta de algunos de los aspectos fundamentales que atraviesan nuestras vidas urbanas, y propone otras formas de ligarnos a los otros que no sean excluyentes ni violentas.

Así, el narrador aborda cuestiones tan acuciantes como las corrientes migratorias, el racismo, el trabajo sexual, las disidencias identitarias o el sistema de castas que, en un silencio perverso, opera en nuestras sociedades contemporáneas. Y lo hace guiado por el cuerpo y por el alma de Yung Beef; sus dientes ennegrecidos, sus tatuajes faciales, su delgadez drogadicta, el uso del Auto-Tune o el impúdico perreo, emergen como campos de batalla para una lucha de clases que rechaza la agresión y que busca emanciparse con las armas colectivas de las liturgias mundanas que se ofician en el trap.

Estos 'Nueve cantares' son el texto fundacional de una nueva mitología descastada y anticapitalista

También las ciudades y el estatuto del arte son objeto de atención en estos nueve cantares; frente a la gentrificación, la resistencia migrante, los colectivos ruidosos, las bandas de adolescentes, los gatos asilvestrados o los cantes populares; frente al trabajo precario y los sueldos que no alcanzan, el callejeo en manada.

Manuela Buriel. Foto: H&O

Manuela Buriel. Foto: H&O

El trap, en este contexto, se concibe como un gesto elemental de resistencia civil que Yung Beef encabezó con hermanos de miseria dispuestos a no morir esclavos fregando platos sin perspectiva de huida. Haz cualquier cosa, le dijo su madre, excepto vender el alma. Tal vez por eso, nos cuenta el narrador, siempre estuvo fuera del sistema oficial de músicos y creadores, lejos del orgullo individualista. Prefirió lo colectivo, prescindir de un nombre propio, ser kit kat, el Seco o nadie; prefirió el desprestigio a dejarse convertir en una marca o un cuerpo al que le hubieran sacado su potencia subversiva.

Estos Nueve cantares para Yung Beef son el texto fundacional de una nueva mitología descastada y anticapitalista. Y en el vértice de todo, la figura del artista, su cuerpo, obra y milagros, como modelo posible parar habitar el futuro: “ponerlo todo del revés para alcanzar el bien”. Así sea.