El escritor estadounidense Paul Auster ha fallecido en su casa de Brooklyn (Nueva York) a causa de un cáncer de pulmón. Su esposa Siri Hustvedt, también escritora, fue quien comunicó a los medios de comunicación en marzo de 2023 la noticia de la enfermedad de su marido, uno de los más grandes autores norteamericanos contemporáneos.
Sus libros, entre los que se destacan El país de las últimas cosas (1987), El palacio de la luna (1989), Leviatán (1992), El libro de las ilusiones (2002), Un hombre en la oscuridad (2008) y, por supuesto, la célebre Trilogía de Nueva York (compuesta por las novelas Ciudad de cristal, Fantasmas y La habitación cerrada), publicada íntegramente en 1987, fueron traducidos a más de cuarenta idiomas.
Nombrado Caballero de la Orden de las Artes y las Letras de Francia en 1992 y Premio Príncipe de Asturias de las Letras en 2006, también se desempeñó como guionista y director de cine. Suya es la autoría de los guiones de Smoke (1994) o Lulu on the Bridge (2008), de la que también fue director. La vida interior de Martin Frost, en la que asume dirección y guion, se proyectó en el Festival de San Sebastián de 2007 que él mismo presidió. En Blue in the face (1995) participó como guionista y codirector.
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Para contar historias, "¿qué mejor fuente de inspiración que tu propia vida?", defendió el autor en los últimos años de su vida. Lo autobiográfico y, en consecuencia, los conflictos de identidad jalonaron su obra, que transitó desde las tramas detectivescas —misterios a menudo derivados del azar— a la excelsa reflexión de la época en que ambientara sus relatos. Nacido en Newark (Nueva Jersey, Estados Unidos) en 1947, sus orígenes corresponden a una familia judía de clase media de ascendencia polaca. A través de uno de sus tíos, traductor, comienza a escribir a los 12 años.
Según recuerda en los biográficos Diario de invierno (2012) e Informe del interior (2013), libros en los que reflexiona sobre su infancia, etapa de la que conservó muchos recuerdos hasta una edad muy avanzada, fue un adolescente introvertido que pasaba la mayor parte de su tiempo encerrado en su habitación. Se alegró cuando sus padres se separaron y experimentó el primer gran dolor con la muerte de su madre.
Un trauma decisivo
En el libro Un país bañado en sangre (Seix Barral, 2023), un ensayo sobre la relación de Estados Unidos con las armas, relató el asesinato de su abuelo por parte de su abuela con una pistola. Este episodio determinó la personalidad de los Auster, empezando por su padre, que no entendía que su hijo quisiera dedicarse a un oficio tan incierto como la literatura.
El escritor en ciernes que ya era Auster creció en el ambiente periférico que ofrecía el distrito South Orange de Nueva Jersey. "Los niños se gobernaban solos", recordaba hacia el final de su vida. Frustrado en su adolescencia por vivir en una ciudad pequeña, proyectó su futuro en Nueva York. Y comenzó a ir en tren los fines de semana. A los 15 años leyó Crimen y castigo, de Dostoievski, lo cual supuso una revelación.
Empezó a estudiar en 1965 en la Universidad de Columbia. En el 68 fue testigo del movimiento estudiantil en defensa de los derechos civiles, cuyo eco resonaba desde el mayo de París y el asesinato de Martin Luther King un mes antes. Antes que tirar ladrillos como algunos de sus compañeros, Auster prefería ser razonable. Y eso que lo arrestaron y le pegaron. Pero le encantaba formar parte de ello. Se posicionó firmemente contra la Guerra de Vietnam, "un error político y una atrocidad moral" que "destruyó el país", según consideró.
Aunque comprendería muy pronto que ser activista y escritor iban a ser para él actividades incompatibles, nunca se ha escondido a la hora de verter afirmaciones de este calado: "Este país se fundó sobre dos crímenes: la esclavización de los negros y la exterminación de los indígenas. Hasta que no nos enfrentemos a los crímenes de nuestro pasado, no creo que recuperemos el presente".
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Sus libros, no obstante, están exentos de moralina política, por más que sus personajes sean indisociables del contexto en el que se enmarcan. A través de su lucidez, estas obras son faros que iluminan la complejidad de las realidades sociales. Además, cada una de sus historias remite a una profunda búsqueda de la identidad.
Tras licenciarse en literatura francesa, italiana e inglesa, fue marino en un petrolero de la compañía Esso durante un muy breve periodo de tiempo y se instaló en París, donde trabajó como traductor de autores como Stéphane Mallarmé, Jean-Paul Sartre o Georges Simenon hasta su regreso a Estados Unidos en 1974. En aquel momento no se podía permitir una residencia en Manhattan, así que se estableció, desde entonces, en Brooklyn, donde ha vivido hasta el final de su vida.
A través de Ferguson, el personaje de 4 2 3 1 (Seix Barral, 2017) que se desdobla en cuatro identidades y funciona como una suerte de alter ego, recuerda Auster que en sus primeros balbuceos quería escribir "a lo vasto y misterioso", "historias que no solo dejaran espacio al mundo visible". Más allá de la familia y las temáticas manidas en aquellos años, "quería perturbar y desorientar".
Con 30 años sufrió una gran crisis personal. Ahogado por la incertidumbre, no encontraba su lugar en el mundo. Estuvo un año sin escribir, según contó en Diario de invierno (2012). Fue al asistir a un ensayo de ballet, en diciembre de 1978, cuando logró salir del bloqueo y comenzó en serio su aventura literaria. En aquellos días su padre murió de un infarto, repentinamente, mientras estaba haciendo el amor con su novia. Tras publicar algunos poemas y artículos de crítica literaria, Paul Auster publicó en 1982, bajo el pseudónimo de Paul Benjamin, Jugada de presión, su ópera prima.
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No obstante, el antecedente de su obra más aclamada sería La invención de la soledad, libro en el que se sugieren los grandes temas de su obra: la pérdida, la memoria, la metaliteratura, el anonimato y, sobre todo, la identidad.
La ciudad de cristal, primera novela de las que componen La trilogía de Nueva York, fue rechazada hasta por 17 editores. Finalmente, estos libros han pasado a ser un símbolo de la ciudad estadounidense. Por la nostalgia que imprime a su retrato, el cineasta Wim Wenders lo llama, desde entonces, "el Dickens de Nueva York". El cine, por cierto, fue una de las pasiones de Auster. Se planteó estudiarlo con 20 años, pero llegó entonces a la conclusión de que era demasiado tímido para este oficio.
El azar y la intriga
Con ecos de la novela negra, aunque conservando un sello muy personal, pocos fueron los críticos que no advirtieron en esta trilogía referencias posteriormente ineludibles: Edgar Allan Poe, Cervantes, Samuel Beckett, Kafka, Faulkner, Nathaniel Hawthorne... Aunque La trilogía de Nueva York fue un éxito absoluto, El Palacio de la Luna (1989) supuso su consagración internacional. La música del azar (1990) fue adaptada a la gran pantalla en 1993 por Philip Haas y Tombuctú (1999), protagonizada por un perro llamado Mr. Bones, presenta algunas de las líneas maestras de su obra posterior.
Leviatán (1992), Mr. Vértigo (1994), El libro de las ilusiones (2003), La noche del oráculo (2004), y Viajes por el Scriptorium (2007) son otros de sus títulos destacados. En 1998 publicó un libro de memorias, A salto de mata. En 2006, mismo año en que recibió el premio Príncipe de Asturias de las Letras, publicó Brooklyn Follies (2006), la historia de un hombre que sobrevive a un cáncer de pulmón. Dos años después, se sumerge en la distopía con la publicación de El hombre en la oscuridad. Y en Invisibles (2009) vuelve a servirse del recurso de la multiplicidad de voces, seña de identidad de su escritura.
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Además de su inclinación por la literatura del absurdo, el azar y las contingencias han dominado la narrativa de Auster. Tanto que el supuesto afán por llegar a la casuística, a veces de manera fortuita, fue motivo de reprobación por parte de algunos críticos a lo largo de su carrera. "Las cosas inesperadas suceden con bastante frecuencia. Intento incorporar la idea de que aquello para lo que no estamos preparados suceda, porque parece que en la vida hay muchos momentos así", explicaba el autor en el documental Paul Auster, what if?, disponible en Filmin. En todo caso, esta fórmula ha deparado pasajes gloriosos en sus obras.
El autor revelaba también en este documental algunas curiosidades acerca de su proceso de escritura. "El párrafo es el bloque de construcción", aseguraba Auster, que tenía por costumbre levantarse de su silla, andar, volver teclear —escribía a máquina—… Concretamente caminar, incluso por su propia casa, le venía especialmente bien en los días más ajetreados.
En los últimos años de su vida, se desempeñó con más intensidad en los textos alejados de la ficción. Auster reconstruyó en la biografía La llama inmortal de Stephen Crane la vida, la obra y, en mayor medida, la intensidad psicológica del icónico escritor y periodista estadounidense al que alude el título, fallecido con solo 28 años.
Su última novela la escribió consciente de su enfermedad. Publicada en Seix Barral, el sello español que se hizo cargo de sus obras más recientes, Baumgartner refleja la intensidad con que el protagonista, posible trasunto del autor, trata de encontrar sentido a lo que podría ser el ocaso de su vida.
En su juventud también escribió poesía. Jordi Doce, traductor de sus poemas, destacó en un volumen también editado por el sello de Planeta "la excepcional continuidad estética e ideológica de su escritura, alzada sobre un manojo de obsesiones y estrategias verbales que se repiten, con escasas variaciones, de un libro a otro". Su poesía, que emergía desde el desasosiego juvenil, posee "una voluntad coherente de apertura".
En su vida personal, un episodio reciente y muy cercano lo desestabilizó mucho emocionalmente. Su hijo Daniel, al que tuvo con su primera esposa, Lydia Davis, fue hallado muerto por sobredosis en 2022, semanas después de ser acusado por el homicidio involuntario de su hija.
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La historia de amor junto a Siri Hustvedt, reconocida también con el Premio Princesa de Asturias de las Letras en 2019, marcó su vida y carrera literaria. Comenzaron cuando ella tenía 26 años y él 34 y se prolongó hasta la muerte del escritor. Hace solo unas semanas, Hustvetd aseguró en una visita a Madrid que su marido se encontraba "estable" e incluso estaba escribiendo. No sabemos, de momento, de qué se trataba.