"Tú, niño futuro, hombre o mujer, sin par, singular, único, libérrimo. [...] La hilaza en la cual hombres y dioses malviven revueltos. Unos felices y otros no tanto. Ardua es la lista", canta Rafael Berrio (1963-2020) en su último álbum Niño Futuro (2019). Una desasosegante canción que propone una lista interminable de personajes en los que podrá convertirse el protagonista.
Fue esa interminable lista agobiante de adjetivos la que inspiró a Andrea Toribio su nuevo libro Niños del futuro (La Navaja Suiza). "Formo parte de esa generación de los principios de los 90 a los cuales nos han sobredimensionado la realidad. Llegaremos a la edad adulta siendo niños, porque no hay un futuro para nosotros".
Su libro está construido sobre un fondo oscuro, una realidad conflictiva llena de negligencias sociales, económicas, afectivas, pero no deja de ser una apuesta para volver a tomar el mando de nuestra propia vida. Su escritura actúa como una premonición. "Me gusta que sea como una tirada de cartas".
Andrea Toribio (Madrid, 1993) es joven, tímida, humilde. Tiene un pelo rizado que se recoge encima de la cabeza en un gran moño. Sonríe a la cámara, pero no deja de preguntar "¿qué hago?, ¿cómo me pongo?, ¿voy bien?". Sentada en un banco en medio de la Quinta de los Molinos (Suanzes, Madrid), revela el mundo que lleva dentro y que volcó sin respirar en Niños del futuro.
Empezó su carrera como editora y ha publicado los poemarios Geografía azul (2014) y Crecimiento radial. Cuaderno de notas (2018). Se mueve entre la edición de libros, la producción de su propia escritura y juega con su propia voz en el pódcast La Amiga Eres tú. "Se me pone la piel de gallina", declara Toribio mientras discurre sobre todas las reflexiones y las sensaciones que habitan su libro. La obsesión por la escritura, las identidades múltiples, la geopolítica del cuerpo, el deseo, el lugar de los pensamientos, la ternura, el desasosiego de la ciudad, las máscaras, el futuro.
Una escritura fotográfica
"Estos pensamientos me están quedando muy desordenados, pero quiero que salgan así, como sin pulir", escribe Toribio. 152 páginas. Un flujo de consciencia marcado por el paso del tiempo, del crecimiento. Un diario que reúne todas las investigaciones personales de Andrea Toribio desde 2016 hasta 2023.
En un principio, Toribio intentó transformar todos esos pensamientos en una novela. Sin embargo, al tener enfrente un personaje a quien le pasaban cosas, se dio cuenta de que había matado el diario transformándolo en una ficción. "Decidí apostar por un género minoritario porque me permitía jugar con las imágenes".
Cada historia que cuenta es una fotografía. Niños del futuro es una recopilación de pensamientos, reflexiones, frases sueltas, poemas, conversaciones de WhatsApp, transcripciones de grabaciones de audios, comentarios de canciones. La única restricción es el marco temporal. Cada pensamiento pertenece a un día determinado.
Fuera de foco
"El diario me permite jugar con la intimidad, agarrarme a las cosas que estaban fuera de foco", cuenta Toribio. En la historia hay un cambio de opinión respecto al deseo, primero hay un novio y de repente aparece una novia. La escritora no cuenta esta transformación, "no hay una explicación, hay una salida del armario que no está sobreinterpretada. Tendría que ser así. El amor y el deseo tienen que darse con naturalidad".
Andrea Toribio decide vivir, ser y escribir con naturalidad. "Muchas veces todas estas cosas se viven con un desasosiego que parte más de la sociedad que de uno mismo. Venimos de una época donde lo personal es político y hay más política que intimidad". Por esto, la escritora aparta el contenido y dedica todas las energías de su escritura a las sensaciones.
En 2012 Toribio y sus amigas asistieron al tragico evento del Madrid Arena. En Niños del futuro, se menciona constantemente pero nunca de manera explícita. Se entrevé una búsqueda en internet (fallecidos Madrid Arena), una transcripción de una conversación por Whatsapp con sus amigas y una descripción de muchas sensaciones. "No quería que el texto tuviera sangre. No quería que se produjese una victimización. Entonces, pensé que era mucho mejor contar lo que mis amigas pensaron, sintieron y experimentaron", explica.
"Me obsesiona mucho el lenguaje digital, porque gracias a él podemos crear nuevas intimidades". Toribio eligió contar lo que pasó en el Madrid Arena a través de conversaciones con sus amigas para desentenderse de la responsabilidad de tener que contar un trauma colectivo que no le pertenece. Lo que es válido son las emociones que el cuerpo recuerda.
Un canto esquizofrénico
El diario permite crear una historia de tus emociones, ver el progreso de tus sentimientos. Es un libro en el que entras y sales cuando quieras, saltas algunas partes y, sobre todo, es un libro que el lector tiene que completar. "Puede parecer hermenéutico, pero en realidad todo lo que no cuento es para dejar espacio a la interpretación". Andrea habla con imágenes y explica que sus textos son como un queso gruyere, están repletos de huecos para que el lector pueda meterse dentro.
No es un libro lineal. "Y lo cierto es que no hay moralejas nunca. Que la vida es mejor que no las haya, ni que nadie te tenga que venir a señalar las cosas". El diario es lo que más se acerca a la verdad. Niños del futuro es una autoficción donde la magia está en los márgenes, en esa intimidad que se crea a través del compromiso social.
La escritura de Toribio es una fuente de ternura, un canto esquizofrénico, un lugar donde se reúnen emociones compartidas y donde el lector se reconoce en ese mar inmenso. "Escribir es el acto más íntimo que puede hacer alguien". Según ella, la intimidad es un acontecimiento colectivo porque se desarrolla en un lenguaje común. "Si no compartimos nuestra intimidad no hay ningún tipo de vínculo".
Sin embargo, añade, "vivimos en una sociedad polarizada en la que tienes que situarte mientras ya te ha situado". El ritmo tan acelerado de la ciudad produce desasosiego. El diálogo social se ha roto. Toribio afirma, con dolor, que no estamos siendo capaces de hablarnos. "Creo que la literatura puede poner los primeros palitos para una reconstrucción", dice con esperanza. Por esto, Andrea apuesta producir nuevas imágenes que no sean de la sociedad, sino del propio individuo.
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Múltiples identidades
Como decía el dramaturgo y novelista italiano Luigi Pirandello (1867-1936), "cada uno de nosotros cree que es uno solo, pero eso es una asunción falsa; cada uno de nosotros es tantos, tantos, cuantas son todas las potencialidades del ser que hay en nosotros". También Toribio opina que dentro de nosotras habitan muchísimas personas.
La protagonista vive eventos diferentes, cambia de opinión, se contradice, crece. Es una voz narrativa lectora, pero también escritora, poeta, lesbiana. "Las distintas identidades conviven, pero hay máscaras ocultas también". Son las cosas que no se han contado.
El diario juega con el lenguaje y "me permite preguntarme quién más se puede esconder detrás de mí". Toribio afirma que hay todavía muchas cuestiones que desconoce y que darán para más investigaciones. Por ahora, sus búsquedas existenciales de 2016 a 2023 están ahí recogidas, como un abrazo abierto a un público desconocido.