Mario Cuenca Sandoval viaja al sótano del alma en su nueva novela
'Aurora Q', Premio Málaga de Novela, es una narración anticonvencional, un relato mataliterario con ingredientes de pura invención.
7 julio, 2024 01:29El poeta y narrador Mario Cuenca Sandoval (Sabadell, 1975) ha ganado con Aurora Q el último Premio Málaga de Novela. Es de justicia subrayar el mérito de haber galardonado este libro arriesgado que apuesta por una escritura literaria alejada de la mayoritaria tendencia al relato comercial. Decisiones valientes como esta justifican la existencia de concursos independientes que se toman en serio incentivar la creatividad.
La nueva obra de Mario Cuenca, en línea con su trayectoria, se percibe de entrada como una narración anticonvencional. Basta con abrir al azar el libro para comprobar que, a contracorriente, figuran notas a pie de página con referencias bibliográficas de autores fundacionales de la psiquiatría (Sigmund Freud o Jacques Lacan) y de expertos en estudios culturales (Bruno Bettelheim).
Otras notas se dedican a escritores, a Julio Cortázar o Edgar Allan Poe, quien da pie a un auténtico diálogo metaliterario. También hallamos ilustraciones y fotografías quién sabe si auténticas o de atribución imaginaria. En fin, un desacostumbrado índice onomástico cierra el volumen.
De este conjunto de rasgos se deriva un artefacto narrativo peculiar, un texto con aspecto externo de ensayo o estudio y a la vez con ingredientes de pura invención.
La cualidad de relato mestizo queda clara desde la primera de las notas, que especifica tanto la forma como su contenido: se trata de la transcripción de un seminario impartido por el doctor Jiménez-Irisarri en el que explicó, durante seis sesiones, su relación profesional con dos hermanos conocidos como los niños del Arca. El doctor detalla la atención que prestó a los sanguinarios gemelos a lo largo de los años y aboca la historia al análisis de los "niños salvajes", fenómeno que ha llamado poderosamente la atención desde la antigüedad.
Este enigmático asunto se enfoca desde la exigencia conceptual y terminológica de la disciplina psiquiátrica, sin apenas concesiones a la vulgarización aunque en tono didáctico.
A la vez, se va cargando de densidad humana. El conferenciante apela a los oyentes, los implica en su discurso, ameniza el relato con confesiones y dudas, carga de misterio la personalidad de los "monstruos del Arca" y apela al poder enigmático encarnado en el esotérico personaje que da título a la novela. El atractivo perfil de una colega del doctor con quien este tiene incierto trato complementa la especulación. En suma, Mario Cuenca maneja con eficacia el juego entre lo abstracto y lo concreto particular; conjuga elucubración y estampa algo costumbrista.
La trama anecdótica dura y agobiante va acogiendo unos cuantos motivos graves. El de mayor peso gira en torno a los traumas de la infancia. Destaca, también, el asunto de la identidad, abordado en la figura del doble que se refleja en el espejo.
Aurora Q no se dirige al lector que pide a la novela una simple peripecia con su ganga documental y psicologista
El abanico de cuestiones se amplía a lo simbólico, la etiología de la violencia, el determinismo genético, la libertad, el autismo, la psicosis paranoica, la locura o los instintos atávicos. El resultado es un relato densamente intelectual.
Por descontado que Aurora Q no se dirige al lector más común que pide a la novela una simple peripecia con su ganga documental y psicologista. Mario Cuenca Sandoval aborda una historia de corte filosófico, pero sabe insuflarle suficiente gancho narrativo. Convierte la especulación fabulada acerca de traumas y problemas que anidan en la mente, en los ocultos "sótanos del espíritu", en un relato sugestivo con un eficaz punto de intriga