Agencias

Andrea Robin Skinner, una de las hijas de la escritora canadiense Alice Munro, fallecida el pasado 13 de mayo, ha revelado que su padrastro Gerald Fremlin abusó sexualmente de ella cuando tenía nueve años y él 50, y que su madre lo sabía y permaneció con él, callada, hasta su fallecimiento.

Así lo ha desvelado en un artículo publicado en el periódico canadiense Toronto Star, recogido por Europa Press, en el que señala que los abusos comenzaron en 1976. Según su relato, denunció a su padrastro en 2005, cuando este tenía 81 años. Fue sentenciado a dos años en libertad condicional y a no mantener contacto con niños menores de 14 años durante ese periodo.

"Mi madre, confrontada con la verdad de lo que había sucedido, eligió quedarse con mi abusador y protegerlo. La fama de mi madre hizo que el silencio continuara", ha asegurado.

Andrea Robin relata que Fremlin se metió en la cama donde ella dormía en la casa de su madre en Clinton (Ontario, Canadá) y la agredió sexualmente. "A la mañana siguiente, no podía levantarme de la cama. Me desperté con mi primera migraña, que se convirtió a lo largo de los años en una afección crónica y debilitante que continúa hasta el día de hoy. Anhelaba volver a casa, para estar con mi padre, Jim Munro, mi madrastra, Carole, y mi hermanastro, Andrew", recuerda.

Poco tiempo después, la víctima narra que Fremlin le pidió jugar a un juego llamado "muéstrame". Cuando esta se negó, él le preguntó sobre su vida sexual, "entrometiéndose en detalles", señala la hija de Munro en el artículo. "Cuando estaba a solas con Fremlin, hacía chistes lascivos, se exponía durante los viajes en coche, me hablaba de las niñas del barrio que le gustaban y describía las necesidades sexuales de mi madre. En ese momento, no sabía que esto era abuso", añade.

Robin asegura que ha sufrido bulimia, insomnio y migrañas debido a los abusos sexuales y señala que cuando tenía 25 años no "imaginaba" un futuro. En ese momento, escribió una carta a Alice Munro, ganadora del Premio Nobel de Literatura en 2013, contándole lo que había pasado años atrás con Fremlin, después de que la escritora le expresara su simpatía por un personaje de un cuento que había sufrido abusos sexuales de su padrastro.

La reacción de la escritora fue "como si se hubiera enterado de una infidelidad", cuenta Robin. "Reaccionó exactamente como yo temía que lo hiciera", añade la presunta víctima, y agrega que Munro se mostró "incrédula". "Pero eras una niña tan feliz...", habría dicho a su hija. La escritora se alejó temporalmente de Fremlin, que culpó a Skinner de lo ocurrido, y amenazó con publicar fotografías "extremadamente elocuentes".

"Fremlin actuó rápidamente. Le dijo a mi madre que me mataría si alguna vez iba a la policía, y escribió cartas a mi familia, culpándome por el abuso. Describió a mi yo de nueve años como un destructor de hogares y dijo que el hecho de que mi familia no interviniera sugería que estaban de acuerdo con él", revela Skinner. Pese a lo sucedido, Alice Munro siguió viviendo con Fremlin hasta que este murió en 2013 porque "le quería mucho", cuenta Robin. 

Cuando se convirtió en madre, Robin cortó todo contacto con Alice Munro. Dos años después, en 2004, en una entrevista con The New York Times, Munro expresó su amor por Gerald Fremlin y afirmó que mantenía una estrecha relación con todas sus hijas.

Robin cierra el artículo señalando que nunca se reconcilió con su madre y que muchos otros la silenciaron. "Los niños son a menudo silenciados. En mi caso, la fama de mi madre significó que el secreto fue más allá de mi familia. Mucha gente influyente se enteró de parte de mi historia y aún así siguieron ayudando, y se sumaron a una narrativa que sabían era falsa", ha concluido.