“El sentido trágico de la vida española solo puede darse con una estética sistemáticamente deformada”. No hay que hacer mucho esfuerzo para defender la vigencia de la lúcida frase de Max Estrella, que pertenece a la escena duodécima de Luces de bohemia.

La obra más célebre de Ramón María del Valle-Inclán vio la luz por entregas en la revista España entre julio y octubre de 1920, pero hasta 1924 (con fecha 30 de junio, volumen XIX de Opera Omnia, Renacimiento, Imprenta Cervantina, Madrid) no fue publicada en libro, con cambios relevantes.

'Luces de Bohemia' (2018) con ilustraciones de José María Gallego, Editorial Reino de Cordelia.

El Valle de la hora modernista ya queda lejos (del “preciosismo decadentista” ha evolucionado hacia la “furia guiñolesca”, en palabras de Ignacio Echevarría): ahora se desparrama el pálpito urgente y febril del escritor abismado en las turbulencias contextuales, que vive y escucha la calle, que merodea y alumbra y participa y llora y convierte la indignación en literatura. El escritor social y quirúrgico al que le duelen España, el siglo y el brazo que ya no tiene.



El esperpento, según Valle, lo inventó Goya, otro desencantado. El esperpento se nutre de la observación, la denuncia, el lenguaje, el humor y el dolor. El esperpento es deformación, una forma de ir hacia algún tipo de verdad o clarividencia a través de la distorsión.



Los héroes clásicos reflejados en los espejos cóncavos del callejón del Gato dan el esperpento, dice Max. Lo bello trastocado en absurdo. Lo prestigioso transmutado en grotesco. Lo glorioso transformado en burla. Lo intocable disminuido en lo contingente. Lo que pudo ser revela lo que es. La apariencia de realidad enfrentada a su trasfondo enfermizo, triste, verídico, cómico y perdurable. España, en la mirada de Valle-Inclán.

La inolvidable noche de Max Estrella (ciego, pobre y genial) es una de las más famosas y decisivas de la literatura española. Max, “hiperbólico andaluz, poeta de odas y madrigales”, es la contrafigura del escritor sevillano Alejandro Sawa, bohemio y excesivo, introductor de Verlaine en España y que murió en Madrid, en 1909, ciego, loco y arruinado. A Latino de Hispalis cabe verlo como un reverso del protagonista, una versión pícara y sableadora, golferas, de Max.

Entre la tragedia, la farsa, la crítica y el lirismo, Luces de bohemia, ambientado “en un Madrid absurdo, brillante y hambriento”, es el primer esperpento de Valle-Inclán, un ejercicio de transgresión y un despliegue de conciencia moral en el que confluyen la denuncia, el malditismo, la sorpresa, el conocimiento, el misterio y la poesía.



Con un estilo plástico y un lenguaje plagado de madrileñismos, gitanismos, coloquialismos, recursos sainetescos, zarzueleros y barriobajeros, un lenguaje inimitable, palpitante, barrial, múltiple, concreto, presente, transformador, conflictivo, incalculable, tabernario…, elevado a categoría artística. Valle convierte en fórmula personal el tránsito de la marginalidad callejera a la excelencia literaria.

La inolvidable y última noche de Max Estrella se desarrolla en 15 escenas. En la primera de ellas, Latino irrumpe en la casa de Max, que está con su mujer y su hija y acaba de recibir una carta de despido del director del periódico (el Buey Apis) con el que colaboraba. Piensa en el suicidio.

'Luces de Bohemia' (2018) con ilustraciones de José María Gallego, Editorial Reino de Cordelia.

En la angosta librería, donde un loro dice “¡Viva España!”, se desarrolla la segunda escena, en la que se revela que Latino, compinchado con el librero, engaña a Max. Aparece Peregrino Gay, que viene de Londres, se habla de Lenin y de las sufragistas y Max arroja algunas frases imborrables y que quizá no desentonan un siglo después: “Aquí los puritanos de conducta son los demagogos de la extrema izquierda”.

Luego, como era previsible, se van a Pica Lagartos, luz de acetileno, zaguán oscuro, en la calle de la Montera, donde un borracho dice “¡Miau!”. Espacio para la confesión, el alivio, la derrota y las alucinaciones. Alcoholes, insultos, frases resbaladas, presentimientos, renuncias, resúmenes:

-Max: “Yo nunca tuve talento. ¡He vivido siempre de un modo absurdo!”.

-Latino: “No has tenido el talento de saber vivir”.

La noche fatídica, gloriosa e interminable. La noche de luna, sangre y buñuelos. Max Estrella, el primer poeta de España, de profesión cesante. Exhibe el honor de no ser académico. Espectros itinerantes por el Ministerio de la Gobernación (aire de cueva y olor a tabaco rancio), la redacción de El Popular, cafés, calles del Madrid austriaco.

Comparecen la mozuela golfa Pisa Bien, Dorio de Gadex y los demás epígonos del Parnaso Modernista, Serafín el Bonito, el redactor Filiberto, Basilio Soulinake, el Pollo del Pay-Pay, Rubén Darío, empeñistas, vecinas consternadas, traperas, serenos, perros meadores, sepultureros, pindongas.



Tumultos obreros, cierres metálicos, curdas, fantoches, tapias de conventos, faroles rotos, niños muertos y asfaltos sonoros. Alusiones a Romanones, Castelar, Maura, don Benito el Garbancero (Pérez Galdós), Rafael el Gallo, Mariano de Cavia, Unamuno, Villaespesa, Shakespeare y los Quintero, Alfonso XIII, Pastora Imperio, el servicio de tranvías, los proletarios catalanes y los fondos de reptiles.

'Luces de Bohemia' (2018) con ilustraciones de José María Gallego, Editorial Reino de Cordelia.

El Madrid burocrático, vibrante y fatal, infectado de brutalidad, ceguera y anarquismo. Ministros de bragueta desabrochada. Una administración colapsada, un pueblo ruin (un pueblo miserable, implorante, rezador, arrepentido y feliz), un presente frívolo y un futuro imposible. La autoridad corrompida, el periodismo obediente, un rey ridículo, la bohemia sin rumbo y la multitud aburrida.



Una España funcionarial de tremendismo y humor. Una España de miseria y barroquismo. Una España claudicada que es la caricatura de sí misma. El reflejo terrible, violento y definitivo. Un país en las contraventanas de su delirio. El esperpento.

Un escenario en el que solo es posible alcanzar algún tipo de verdad o de plenitud, alguna intuición válida o certera, a través del lenguaje, la imaginación o la alucinación. O sea, la poesía. “El ciego se entera mejor de las cosas del mundo”, afirma Max.   

Ciego, loco y genial, poeta, Max se muere en la puerta de su casa después de que Latino se haya llevado su cartera con un décimo de lotería premiado. Muere de hambre y de pena, como todo español digno. Muere de frío y de lucidez. Es enterrado en el cementerio del Este, donde coinciden Rubén Darío y el marqués de Bradomín, arruinado por la agricultura y que aspira a ser eterno por sus pecados.

Luces de bohemia es una obra sobre el fracaso. Y es, en palabras de Alonso Zamora Vicente, “la primera gran obra literaria española contemporánea en que desaparece el héroe, en que se olvida lo biográfico o argumental, personal, de devenir individual, para que sea una colectividad entera su personaje”. Valle observa y sufre la realidad española y desarrolla aquí, como un siglo antes Goya, “una queja total”, una crítica colectiva y transversal.

Luces de bohemia no se estrenó en España hasta 1970 (el estreno absoluto aconteció en París siete años antes). Fue en el Teatro Principal de Valencia, con dirección de José Tamayo y José María Rodero, Agustín González y María Luisa Ponte en el reparto.

'Luces de Bohemia' (2018) con ilustraciones de José María Gallego, Editorial Reino de Cordelia.

Los montajes que se han sucedido desde entonces han conocido directores como Lluís Pasqual, Helena Pimenta, Lluís Homar o Alfredo Sanzol, que en 2018 revisó la obra para el Centro Dramático Nacional. Carlos Lemos, Carlos Álvarez-Nóvoa, Ramón Barea, Juan Codina y Gonzalo de Castro han sido algunos de los intérpretes de Max Estrella.

En 1998 se puso en marcha en Madrid, organizada por el Círculo de Bellas Artes e ideada por Ignacio Amestoy, la iniciativa cultural La Noche de Max Estrella, ruta por los escenarios de Luces de bohemia, con inicio en la calle Mayor.

La obra también tuvo, en 1985, una no muy recordada versión cinematográfica, dirigida por Miguel Ángel Díez y protagonizada por Francisco Rabal, Agustín González, Fernando Fernán-Gómez e Imanol Arias, con guión de Mario Camus. 

En Luces de bohemia hay, en grandes dosis, crítica, dolor, desencanto, denuncia. Pero también belleza, en diversos registros. La belleza del lenguaje y de la inteligencia. Y una belleza que, como observa Alfredo Sanzol, tiene que ver con “la lucha por la dignidad”: la dignidad de un pueblo y la dignidad de un creador que se propone “edificar una obra a partir del desastre, de la descomposición, de la hipocresía, de la miseria, de lo precario”. Una obra que “nos ayuda a ver la forma que tienen los pesos que nos siguen hundiendo”.

Luces de bohemia

José María Gallego, Ramón del Valle-Inclán

Reino de Cordelia, 2018.

224 páginas. 27,95€ €

Inspirado en el bohemio Alejandro Sawa, Luces de bohemia, el magistral esperpento de Valle-Inclán, narra las últimas horas de la vida de Max Estrella, un «hiperbólico andaluz, poeta de odas y madrigales». José María Gallego pone imagen caricaturesca a una de las grandes obras dramáticas más burlescas y ácidas de la Literatura española.