En 1674 Calderón de la Barca recuperaba con su obra El monstruo de los jardines el mito en el que Aquiles fue llamado a tropas para salvaguardar el honor herido de Menelao y derrumbar las murallas infranqueables de Troya. Su madre, la ninfa Tetis, a sabiendas del futuro que le deparaba al héroe en las faldas de Ilión, tomó la decisión de recluirlo en una cueva de la isla de Sciros.

A la sombra de aquella caverna, el peleida no tenía otra forma de contacto con la realidad más que la literatura. Cuando al fin logra escapar, comienza un viaje iniciático en el que el mundo que se abre ante él contrasta radicalmente con el que ha conocido a través de los libros.

Gabriel, protagonista de Tocando el fuego (Editorial Bolchiro), vive en sus carnes y en su alma una experiencia similar. Miembro del GRAPO en su juventud, asesinó a un coronel de la guardia civil en 1979, lo que le mereció 21 años de prisión, con innumerables episodios de torturas y represalias incluidos.

En el momento en el que se descorre el velo del delirio en el que había estado sumergido, Gabriel emprende una búsqueda de significados que, estando encerrado, encuentra en los libros. Sin embargo, una vez es liberado, comienza a transitar por un mundo que no tiene nada que ver con el que dejó atrás. Virgen tanto en lo espiritual como en lo carnal, da comienzo a una nueva vida como si se tratase de un adolescente en una clásica novela de aprendizaje

Portada de 'Tocando el fuego'. Foto: Bolchiro

En su nuevo libro, Tato Cabal mezcla la historia de uno de los períodos más convulsos de la España moderna, en el que el país se debatía entre el rejuvenecimiento democrático y el anquilosamiento autoritario, con una suerte de relato noir situadoen un pueblo abulense de la actualidad. Aquel Gabriel que cuando apenas bordeaba la mayoría de edad mató a un hombre por la gracia de un ideal enajenado, se ve envuelto de nuevo en un caso de asesinato pocos años antes de jubilarse.

De tal manera, Cabal, cuya anterior obra, La forma del mundo (Bolchiro, 2019), abordaba el viaje de Magallanes desde el punto de vista de su sirviente malayo, construye en esta ocasión una biografía ficcional a dos tiempos. Desde una perspectiva testimonial en primera persona, alterna su recorrido vital con la historia del nuevo crimen ocurrido en el presente. 

Pregunta. Venías de hacer una novela histórica y, ahora, con Tocando el fuego, pareces haber cambiado totalmente de tercio, ¿a qué se debe ese giro de timón?

Respuesta. En el prólogo de La forma del mundo, Pepe Álvarez Junco decía que una novela histórica es primero y ante todo novela, y solo después histórica. Si haces una novela en la que te concentras en explicar cómo eran los tenedores de la época pero no hablas del alma humana, ahí no hay una novela. Por eso, en el fondo, estos dos libros no son tan diferentes

»En la anterior novela estaba la paradoja de que el hombre sabio era el esclavo de un bruto. Me parecía interesante ese trabajo de cuestionar las verdades oficiales y, a la vez, hacer una búsqueda de fondo del alma humana. Eso aparece también, de otra manera, en Tocando el fuego.

P. Parte de la nueva novela discurre durante los años de la Transición, ¿es Tocando el fuego un relato de memoria?

R. No, es totalmente ajena al devenir político. Gabriel es el exponente de un hombre perteneciente a la que puede ser la secta más repudiada de las últimas décadas en España. Participaron de un momento de ensoñación izquierdista generalizada.

»En ese sentido, toca el fondo más absoluto cuando asesina a un hombre y se da cuenta, años después, de que pertenecía a una secta y que sin ella no es nada ni nadie. Ese momento clave da pie a contar toda la historia, que es la exploración del alma humana, nada más; no habla ni del perdón, ni de la política, ni de la memoria

P. En la novela no hay, entonces, ecos de aquellos años en el presente.

R. No, lo que se puede encontrar es el eco de fondo de la historia de todos los hombres. De cómo podemos dejarnos llevar por una hipnosis, por una ilusión, y hasta dónde podemos llegar por ellas. 

P. Uno de los motivos principales por el que se deja llevar por esta ensoñación es un problema de identidad, ¿qué función cumple este asunto en la historia?

R. Todos los hombres nos debatimos entre nuestro "yo" individual, el que nos impulsa a demostrar al resto que no somos como ellos, que somos especiales; y nuestro "yo" social, el de pertenencia, el que nos hace sentir salvaguardados. Ese debate está en la vida constantemente, en todos los momentos de la historia de la humanidad. 

»Cuando el "yo" individual es muy débil se refugia en el colectivo. Si ese colectivo tiene un gurú y te embauca en una aventura, pierdes la conexión con la realidad. De repente, estás en una secta.

P. La novela se anuncia como una historia de redención a través de la literatura, pero, ¿hay verdaderamente redención?

R. En este caso, la redención consiste en redescubrir el mundo. Gabriel es un ser que sale de la prisión y necesita reconocerse. El mundo al que le devuelven ya no es el mismo que dejó atrás, y tampoco él es el mismo. La cárcel ha sido una condena vital. La redención en este sentido es aceptarse a sí mismo. Verdaderamente se redimirá cuando reconozca quién es él

P. Más que sentirse culpable por el crimen que cometió, lo que parece es que se avergüenza por haber sido engañado por las tesis de aquel grupo. 

R. Para escribir el libro me documenté hablando con varios casos reales. Todos coincidían en que el momento más duro para ellos fue el de descubrir que todo había sido un teatro. En el momento que deciden separarse de todo aquello se sienten totalmente desvalidos. Ese momento, entonces, es definitorio. 

P. ¿Qué papel juega el amor en Tocando el fuego?

R. Cuando Gabriel sale de la cárcel es un ser completamente desnudo. No tiene ningún anhelo y, cuando sale, es un niño. Entonces, cuando pisa el mundo real de nuevo, le advierten "oye, con la literatura no se puede tocar el fuego". 

»Entonces se va encontrando con las mujeres, y su relación con ellas es al principio meramente sexual. Pero cuando aparece el amor, se llega a la culminación. El amor es su rescate vital

"Hoy en día no es posible que nadie sueñe con que el futuro del hombre lo puede cambiar un grupo de gente con buenas intenciones"

P. ¿Puede un chaval de hoy en día verse sumergido en algo como lo que le pasó a Gabriel? ¿Se corre peligro actualmente de acabar en sectas como aquella? 

R. En aquellos años 70 todavía estaba muy reciente la herida de la Segunda Guerra Mundial. Aquello fue un trauma feroz y todavía estábamos en el diván del psicólogo. De aquello salieron movimientos de una fuerza tremenda. Hoy en día no es posible que nadie sueñe con que el futuro del hombre lo puede cambiar un grupo de gente con buenas intenciones. Se sabe que no funciona así. 

»Lo que sucede en la actualidad es que la verdad vuelve a estar en peligro. Ha perdido su apariencia inequívoca. Ahora todo el mundo tiene su verdad, y las discusiones están enfocadas a ver si el contrario es de los tuyos o no. La verdad como valor está en peligro. Está bastante enferma.