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Hace unos tres años, Jorge Volpi (Ciudad de México, 1968) imaginó una historia en la que Kakfa despertaba del sueño que alumbró La transformación. Se quedaría tumbado un buen rato pensando en cómo dar forma a su relato más famoso, fabuló Volpi, al que, además, se le ocurrió que Kafka pudo escribir después una carta a Felice Bauer, su prometida, con quien tuvo "un amor más epistolar que real". Esta idea fue el punto de partida para que el escritor mexicano haya puesto en pie un monumental ensayo de más de 700 páginas. "El más largo que he escrito y voy a escribir en mi vida", asegura a El Cultural.

Nada escapa a esta inconmensurable labor de recuento: el big bang, que pese al "apabullante alud de pruebas a su favor" no deja de ser "un producto de la rabiosa imaginación humana"; el origen de la vida, hace unos 4.280 millones de años; la emancipación del futuro ser humano respecto al simio que nos precede, hace seis millones de años; los inicios del lenguaje, hace 150.000; las pinturas rupestres, primer esbozo comunicacional, hace más de 65.000... ¿Pero qué justifica tan ingente tarea, presentada en orden cronológico y cuajada de incontables referencias que cohesionan un relato de todo punto inasible?

La invención de todas las cosas (Alfaguara) es "una historia completa de la ficción, desde los orígenes hasta nuestros días", según lo define el propio autor, pero también "una historia de la humanidad", que ha generado ficciones desde el principio de los tiempos, y una "reflexión sobre la naturaleza misma de la ficción desde el punto de vista neurocientífico". El cerebro, relata Volpi, "produce patrones de lo real y los actualiza para imaginar escenarios de futuro. De ese mecanismo deriva la construcción tanto de mentiras como de ficciones". 

De dónde procede la inventiva, cómo ha evolucionado la forma de narrar, cuáles son los hitos que no deberíamos desconocer... Todo esto, y mucho más —seguramente lo más valioso—, es lo que puedes encontrarte en este ambicioso libro, cuyo autor no pretende que se lea desde la primera página hasta la última. Aspira, más bien, a que el interesado en una determinada etapa de la Historia busque en el capítulo correspondiente —son ocho, y muy largos— o quien prefiera la materia anecdótica pueda recorrer solo las cajas grises que, diseminadas a lo largo de la narración, constituyen una suerte de paréntesis.

Gregor Samsa, el atribulado personaje de Kafka que una mañana despierta convertido en un insecto monstruoso, es quien cuenta esta historia en segunda persona, revela Volpi en esta entrevista. La destinaria es Felice, que después de cada capítulo mantiene una breve conversación con el bicho. Estos diálogos funcionan como "un respiro entre capítulo y capítulo e incluyen temas que no se tocan en la parte ensayística", apunta el autor. 

"Solo los seres humanos hemos sido capaces de crear ficciones que dialogan con lo real"

Demasiada inventiva para un ensayo, pensarán los lectores que no sepan que en cada página de este libro encontramos un dato curiosísimo y/o una reflexión brillante. Además, "ninguna imagen es verdadera en sí misma", leemos, por lo que "cuanto nos rodea es producto de nuestra imaginación". Pero habrá quien se soliviante cuando lea que incluso la ciencia es una ficción, terciamos. "¡Esto es muy interesante!", exclama Volpi, convencido de que lo real existe.

"No creo que todo sea inventado ni que todo ocurra solo en nuestra mente. Lo real existe y nos proporciona datos; los tomamos y con esos datos construimos ficciones. Los seres humanos somos los únicos que hemos sido capaces de crear un tipo especial de ficciones, aquellas que están en constante diálogo con los datos de lo real. Es lo que vamos a ir llamando, cada vez más, ficciones científicas. Son esas a las que los científicos suelen llamar hipótesis", reflexiona.

¿Y qué hay de la distancia entre la ficción y la mentira? Volpi se remite a una frase de Juan José Saer —"Mientras que todas las mentiras son ficciones, no todas las ficciones son mentira"— justo antes de explicar que "los chimpancés y los bonobos, nuestros parientes más cercanos, ya engañaban, pero el ser humano es el único capaz de convertir esto en un relato, o sea, que el engaño se convierta en una mentira".

Siguiendo con los simios, la capacidad humana (y su afición) por contar historias deriva del "comportamiento performático" de estos animales, es decir, las exhibiciones de fuerza ante el líder del grupo. En realidad no es un desafío para comenzar una pelea, sino "una manera de decirle que podría ocupar su puesto". Otra ficción, al fin y al cabo. Y es que "la construcción de ficciones también está relacionada con el poder".

A propósito, "nos fascina tanto narrar que no dejamos de arrebatarnos la palabra", leemos en La invención de todas las cosas. "Nos gusta contar nuestras propias historias porque parecería que, en efecto, es lo que te da estatus en la comunidad". Volpi estira la alusión a los primates, aunque de pronto se confiesa: "Yo mismo... Si he escrito un libro de más de 700 páginas es porque aspiro a un estatus en la sociedad que me permita estar aquí respondiendo tus preguntas".

Por cierto, el propio autor es consciente de que publicar un libro de 700 páginas resulta "anacrónico". Sin embargo, "también es paradójico habitar un tiempo de inmediatez extrema, donde creemos que lo que se va a leer serán textos muy breves, y la realidad es que la gente sigue leyendo novelas y libros muy grandes".

Si al lector le pareciera que parir este libro habrá sido lo bastante extenuante, le sorprenderá saber que Volpi anda con otros dos asuntos entre manos. Uno es Mesa redonda, la obra teatral de su autoría que todos los sábados y domingos se representa en Casa de México; el otro es La Primera Enciclopedia de Tlön, Tomo XI, título que toma como punto de partida el emblemático cuento de Borges Tlön, Uqbar, Orbis Tertius y verá la luz el próximo 13 de noviembre en la editorial Páginas de Espuma. Antologado por Volpi, cuenta con la participación de 20 autores y autoras de España y Latinoamérica, todos menores de 40 años. El libro que nos ocupa, la obra de teatro, la antología… "Todo ello es un juego entre realidad y ficción para el espectador", afirma.

Por si fuera poco, en diciembre de este año abandona su cargo como director del Centro de Estudios Mexicanos de la UNAM en Madrid, donde reside hace ya casi tres años, para ponerse al frente del Centro Cultural Conde Duque. Aunque le avala una sólida experiencia como gestor cultural, no deja de reconocer que le inquieta el hecho de asumir un nuevo reto. "La música y las artes escénicas son mi gran pasión, y la mitad de mi vida me he dedicado a programar. Me parece otra forma de construir relatos", apunta.

Su experiencia en Madrid ha afianzado su opinión respecto al etnocentrismo que proyecta nuestro país hacia Hispanoamérica. Suscribe, por tanto, lo que ya dijera hace dos años en estas páginas"España sigue queriéndose creer el centro de la lengua, pero ya no lo es". O sea, "los grandes grupos editoriales en español siguen estando en España, pero cada vez hay más editoriales nuevas, sobre todo independientes, en América Latina", afirma, aunque "la circulación sigue siendo fragmentaria, tanto de los grandes sellos como de los pequeños, entre un país y otro".

Lo que sí ha advertido Volpi es un cambio significativo en "la manera en que se ha desplazado el centro de la literatura de Barcelona a Madrid". Con todo, "sigo creyendo que todo se ha vuelto fragmentario, parcial y centrífugo, y esto ya está ocurriendo en muchas partes", apostilla.