Image: Juanito Valderrama. Mi España querida

Image: Juanito Valderrama. Mi España querida

Ensayo

Juanito Valderrama. Mi España querida

Antonio Burgos

1 mayo, 2002 02:00

Juanito Valderrama. Foto: Saga

La Esfera de los Libros. Madrid, 2002. 591 páginas, 19’75 euros

Juanito Valderrama (Torredelcampo, Jaén, 1916) ya había grabado discos y debutado con éxito ante el público cuando estalló la guerra civil, que lo llevó a ingresar en un batallón de la CNT y a formar una compañía dedicada a actuar ante las tropas republicanas en la retaguardia.

El vendaval de la guerra, pese a todo, le dejó relativamente indemne, y al final de ésta inició una fulgurante carrera como figura de la canción que lo mantuvo en primera línea hasta que el mérito y los años lo han convertido en objeto de justos homenajes. Atrás quedan, amén de alguna que otra gira fallida, ciertos desplantes protagonizados por exiliados mal informados (en México y Venezuela, por ejemplo) y el desprecio, más reciente, de los "progresistas" de la primera ola, que consideraban que Valderrama y otros artistas de la llamada "canción española" representaban la estética y los modos del régimen fenecido. También lleva Valderrama clavado en el alma -nos cuenta, en la voz firme que le presta Antonio Burgos en este libro- el ocasional menosprecio del que fue objeto por parte de los "flamencólogos" puristas de los años 50, los que tenían como biblia los textos del poeta y entendido cordobés Ricardo Molina y cultivaban la devoción por el gran Antonio Mairena. Pues Valderrama, además de ser figura de la canción, nunca dejó de cultivar el cante y de investigar la amplia variedad de formas y estilos del arte flamenco, de lo que dan testimonio dos discos antológicos y un tercero grabado en directo hace apenas dos años.

Tal es el balance vital que Antonio Burgos pone en boca del autor de "El emigrante", cuya voz reconocemos en estado puro en la infinidad de anécdotas sobre figuras del flamenco y la copla que entretejen esta distraidísima (auto)biografía. Como todas, esta vida está hecha de muchas vidas, entretejidas en un abigarrado telón de fondo en cuya reconstrucción minuciosa reconoce-
mos también la voz, los gustos y el estilo de quien firma el libro. No hay disonancia entre estas dos voces, bien fundidas en el monólogo atribuido al personaje biografiado. Que logra redondear, además de una autovindicación convincente, algún que otro alegato estético digno de consideración, como las muchas puyas contra los que creen haber inventado un "nuevo flamenco", que no es más que el de siempre.

Complementan el libro un útil "elenco" alfabético de artistas y una antología de canciones y cantes de Valderrama. Pero es la narración de Valderrama-Burgos la que da a estos datos su verdadera dimensión de realidades vivas en la memoria de quien nos habla. Que logra así transmitirnos un amplio fresco del pasado; y, en la medida en que éste se superpone a la vida del lector, arroja sobre ésta una luz estimulante: la que nos hace ver que esa madeja nos envuelve también a nosotros.