Ensayo

El sueño de la nación indomable

Ricardo García Cárcel

19 abril, 2007 02:00

Así vio 'La carga de los mamelucos' del dos de mayo, de Francisco de Goya (1814)

Temas de Hoy. Madrid, 2007. 416 páginas, 25 euros. La Guerra de la Independencia: J. M. Cuenca Toribio. Encuentro. Madrid, 2006. 416 páginas, 25 euros. La maldita guerra de España: Ronald Fraser. Trad. S. Furió

Pocos episodios de la historia de España han estado tan presentes en la bibliografía como la Guerra de la Independencia. Además, la cercanía del segundo centenario de los hechos anuncia una eclosión de estudios sobre aquel conflicto, que constituyó el hito más significativo del difícil alumbramiento de nuestra historia contemporánea. Las obras que aquí presentamos suponen un magnífico prólogo, que coloca el listón a altura elevada.

José Manuel Cuenca es uno de los más prestigiosos maestros del actual contemporaneísmo español. A lo largo de sus páginas desarrolla un completo análisis del conflicto, desde los prolegómenos de la caída de Godoy y el Motín de Aranjuez hasta el regreso de Fernando VII y la supresión de la recién nacida constitución gaditana. En todo momento tiene presentes las diversas tendencias historiográficas, las cuales, como un reflejo de la España que iba a surgir de aquel complicado parto, han tendido a valorar la guerra y los conflictos que la acompañaron desde la doble perspectiva conservadora o progresista. Su interpretación se acerca más a las visiones conservadoras, aunque trata siempre de matizar las diversas posturas, avalado por la autoridad que le confiere el dominio exhaustivo de las cuestiones sobre las que escribe. Cuenca resalta el carácter unánime y vigoroso de la reacción antifrancesa, por encima de matices locales o regionales. Los dos sentimientos principales que la guiaron fueron el católico y el monárquico, y a pesar de la existencia de los afrancesados -muchos de ellos miembros de la elite administrativa e intelectual vinculados a la más pura tradición del Despotismo Ilustrado- considera que no procede hablar de guerra civil. Los vicios de origen de la nueva monarquía napoleónica, junto a las atrocidades cometidas por el ejército francés contribuyeron a deslegitimar tal opción. En su opinión, la secuencia correcta de los hechos fue: levantamiento, guerra y revolución, de acuerdo con el título de la conocida obra del conde de Toreno. El autor matiza el concepto de revolución, vinculando los desarrollos liberales de Cádiz al pensamiento ilustrado del siglo XVIII. El amplio entusiasmo que despertó la asamblea gaditana se enfrió por la falta de voluntad integradora de los sectores liberales dominantes. La reacción que se pondría en marcha tras el regreso del "Deseado" Fernando VII hunde sus raíces en las propias Cortes.

El segundo pilar de este magnífico prólogo -o pórtico- a los estudios que han de venir sobre la Guerra de la Independencia es el de Ronald Fraser, cuyo título en español está tomado de una frase del propio Napoleón en su destierro de Santa Elena. Al igual que en trabajos anteriores sobre la guerra civil de 1936, Fraser recurre ampliamente a la historia oral que, dada la lejanía de los hechos, no puede basarse en testimonios de tal carácter, aunque sí en numerosas relaciones, cartas y documentos escritos por quienes vivieron aquellos acontecimientos, con un interés especial por exhumar testimonios de los sectores populares. El objetivo, sin duda loable, no es otro que el de insuflar vida al relato histórico, encarnándolo en las vivencias de sus protagonistas. En realidad, el auténtico protagonista de su libro es el pueblo y su tragedia, como acertadamente expresa el título de la versión inglesa, cuya traducción literal sería Morir en España. La resistencia popular en la guerra Peninsular. Para ello, realiza una exhaustiva búsqueda documental y bibliográfica, que avala su obra. Lástima que el estudio se centre en los primeros años de la guerra.

Ricardo García Cárcel nos presenta un completísimo estudio en el que aúna dos de sus más destacadas capacidades: la historia cultural y la historiografía. Al igual que en obras anteriores su preocupación principal es conectar el pasado con el presente. El gran nexo de unión entre ambos momentos son los mitos, o "construcciones distorsionadas de la realidad, fruto de manipulaciones políticas y de instrumentalizaciones del más diverso signo", que constituyen el eje articulador de su estudio sobre la Guerra de la Independencia, un periodo fértil en la aparición de muchos de los que han poblado la cultura histórico-política de la España contemporánea. La historia está llena de ellos, y mucho más las historias nacionales que se construyen a partir del XIX al servicio de los intereses políticos de cada estado. Pero los mitos también cambian y se revisan de acuerdo con otros intereses y utilizaciones políticas de la historia. Pensemos en la corriente que, desde los nacionalismos periféricos actuales, defiende la invención de la Guerra de la Independencia como guerra nacional.

Identificar los mitos acuñados durante la Guerra de la Independencia y analizar su evolución posterior es el objetivo de García Cárcel. Sus dos principales instrumentos para ello son el conocimiento exhaustivo de la bibliografía y el manejo minucioso de las numerosísimas relaciones y memorias de testigos -algo que vincula su libro con el de Fraser. Lo primero, naturalmente, es analizar la formación de los diversos mitos: el traidor Godoy, el 2 de mayo, el monstruo Napoleón, el príncipe mártir y el rey Deseado, la ineficacia del ejército regular y la importancia de las guerrillas, la nación indomable, el salvador Wellington, los afrancesados como representación de la "anti-España", la revolución liberal en las Cortes de Cádiz y otra serie de ellos. La mejor vía para hacerlo es la de tratar de establecer la verdad de los hechos de la forma más objetiva posible. En esta tarea son dignos de destacar los magníficos retratos y caracterizaciones de buen número de los protagonistas de aquella historia, y entre ellos los muchos que la contaron o trataron de justificar sus respectivas posturas.

Creo, en definitiva, que nos hallamos ante un libro excepcional, no sólo por su calidad sino también por la trascendencia histórica y política de las cuestiones que trata, que supone un original y acertado acercamiento historiográfico a la Guerra de la Independencia y que cuenta además con el atractivo del buen estilo literario de su autor, que hace fácil y agradable su lectura.

Para terminar, una pequeña crítica a los editores. Resulta penoso al lector interesado seguir las notas cuando éstas se sitúan al final del libro.