Alfonso Reyes. La experiencia literaria y otros ensayos
Alfonso Reyes
4 diciembre, 2009 01:00Alfonso Reyes. Ilustración de Letras Libres
Jordi Gracia se ha propuesto una muestra fragmentaria para que podamos desvelar en parte su humanidad oculta tras el intelectualismo y observa que "las complicadas relaciones entre vida y literatura emergen más veces en su diario inédito [...] pero tienen también algo de anticipo de una derrota literaria asumida. Reyes parece renunciar al sueño de una literatura propia". Tras sus máscaras literarias hay un hombre que intenta velar su intimidad. Por ello, Gracia no tiene reparo en servirse de su correspondencia.
Un notable acierto ha sido dividir el volumen en tres partes que ejemplifican tres etapas de la obra de Reyes. "México, Madrid, París" ocupa unas cien páginas; "En América Latina", unas cuarenta y "La experiencia literaria" viene a reunir textos teóricos de relevancia sobre su concepto de la poesía, la literatura comparada y su texto esencial sobre Las jitanjáforas, del que se publican fragmentos. Su llegada a Madrid, en 1914, permitiría asociarlo a los novecentistas españoles, que trató, y sobre los que escribió, ya fuera Juan Ramón, Ortega -de quien se mostrará siempre en educado distanciamiento- o Gómez de la Serna. Se mantuvo alerta, fiel a Mallarmé, y observador de los "ismos" del momento. Pero ello no le impidió escribir con lucidez sobre figuras como Azorín, Valle y los jóvenes de los años 20. Una reveladora nota sobre la Residencia de Estudiantes y una carta al cubano J. M. Chacón revelan las inquietudes del joven escritor, atraído por Montaigne, por el romancero o por Eça de Queiroz.
Alfonso Reyes vendría a mostrar la intercomunicación entre las letras hispánicas de ambos continentes y la influencia de modelos compartidos, desde Virgilio a Goethe, que las enlazarían con una tradición humanística común, occidental. Uno de los textos más significativos es "A vuelta de correo" (1932), en respuesta a un artículo de "El Nacional" de México, cuando ejercía como diplomático en Río de Janeiro, en el que defenderá su mexicanidad y su revista "Monterrey". Constituye además la defensa apasionada de su labor como intelectual, que nunca renunció al estudio de lo autóctono. En los fragmentos de El deslinde se desmarca de la deshumanización proclamada por Ortega para concluir que "lo humano abarca tanto la experiencia pura como la específica, pero en la primera radica la literatura y en la segunda, la no-literatura". Gracia, autor del prólogo, trata de ofrecer la imagen de un Reyes que ha elegido el humanismo y las raíces europeas, mientras desvela la figura que ya advirtieron sus coetáneos. Una bibliografía esencial comentada completa el volumen.