Image: El Tercer Reich y los Judíos

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Ensayo

El Tercer Reich y los Judíos

Saul Friedlander

15 enero, 2010 01:00

Berlín, tras el ataque a los judíos de la Kristallnacht (1938)

Trad. de Ana Herrera. Galaxia Gutenberg, 2009. Vol I: 640 pp., 29 euros. Vol. II: 1140 pp., 39 euros

Nacido en Praga en 1932 en el seno de una familia judía, Saul Friedländer fue uno de los millones de víctimas de la barbarie nazi. Aunque él, entonces un niño, logró sobrevivir escondido en un pueblecito francés, cerca de Vichy, sus padres fueron capturados y enviados a Auschwitz, donde fueron asesinados. Como a tantos otros supervivientes de la catástrofe, ésta le marcó en todos los sentidos, pues abrazó el judaísmo, se estableció en Israel y dedicó todas sus energías al estudio del Holocausto. Como historiador ha sido reconocido con importantes galardones a lo largo de su amplia trayectoria.

En 1997 publicaba el primer volumen de este monumental trabajo sobre el antisemitismo nazi; hubo que esperar una década para que apareciera el segundo, que le doblaba en extensión. Paralelamente se sucedían los reconocimientos, desde el premio de la Paz de los libreros alemanes al Pulitzer (que premiaba concretamente el mencionado segundo tomo de este impresionante fresco de la persecución antijudía). Aunque muchos lectores podrían estimar en principio que es uno más de los incontables tratados sobre el terror nacionalsocialista, conviene sentar desde el principio que, muy al contrario, estamos ante un libro excepcional por su rigor analítico, su amplitud documental y su voluntad de abarcar todos los lugares y facetas de la ominosa persecución, constituyendo una obra tan impactante en su solidez intelectual como emocionalmente perturbadora.

Constituye un acierto editorial presentar al público español la traducción de El Tercer Reich y los judíos como una sola obra cuyas dos partes (1933-1939. Los años de la persecución y 1939-1945. Los años del exterminio) se complementan, pues ello permite una perspectiva de conjunto que, en consonancia con el diseño del autor, establece un recorrido corto pero intenso que va desde los prejuicios culturales antijudíos a la "solución final". El punto de partida es una retórica antisemita profundamente enraizada en la sociedad europea (no solo alemana), pero más bien vacua, hasta el punto de que los propios judíos reaccionaron con marcada pasividad ante la llegada de Hitler al poder, desechando por "alarmistas" algunas advertencias. Hasta hubo quienes, como el rabino Prinz, defendían que no era "razonable" adoptar una postura antinazi... ¡después de que se decretara el boicot a los negocios judíos!

Así, con los pasos contados, fueron sucediéndose las iniciativas discriminatorias, con una instrumentalización magistral de recursos desde el poder, de manera que la propaganda insidiosa, la presión calculada y dosis bien administradas de terror fueron haciendo su efecto y, sobre todo, pusieron las bases para un camino sin retorno. Un camino en el que los diferentes jalones implicaban siempre lo mismo, un grado más en el cerco y la coacción: en este sentido, las leyes de Núremberg vienen a representar la expresión más clara de un radicalismo racista que estaba dispuesto a llegar a sus últimas consecuencias.

De manera casi angustiosa vamos asistiendo a ese proceso, una sucesión de medidas legislativas y prácticas que van asfixiando a la comunidad judía, con disposiciones que se mueven entre lo criminal y lo grotesco (1936, 1939) y que desembocan, al estallar la guerra, en una declaración abierta de combate hasta el exterminio final contra ese enemigo interior y exterior, la supuesta internacional judía, responsable de todos los males del mundo.

De esto trata el segundo volumen, que lleva hasta el paroxismo la sensación de zozobra ante un panorama dantesco en el que se desata la "pura bestialidad incontrolada sin vergöenza ni conciencia". Friedländer consigue este efecto de empatía en el lector al dejar sistemáticamente la palabra a las víctimas: ellas son, con su testimonio estremecido poco antes de ser llevadas al matadero, las que nos trasmiten el latido atroz del miedo y la desesperación. La emoción no lleva sin embargo al autor a renunciar a su frialdad analítica, patente por ejemplo en la denuncia de las raíces culturales y religiosas que posibilitaron esta locura (y no sólo en el seno de la sociedad alemana, sino también entre polacos, rumanos y otros muchos europeos). Terror nunca visto, asesinatos en masa, shoah: por ello mismo, Saul Friedländer parece al final hacer suyas las palabras de Ludwig Lichtheim: "Nadie podrá contar nunca la historia... cinco millones de tragedias personales, cada una de las cuales llenaría un volumen".